Al momento de separarnos, tus mejillas se encontraban de un máximo color carmesí, yo no quedaba atrás. Puesto que estábamos igual. Me sentía tan eufórico, un torbellino de emociones tocaron mi corazón.
Cuando creí que había terminado, tuviste al amago de continuarlo. Haciéndome inconcientemente sonreír.
--Deberías hacerlo más seguido, tu sonrisa es hermosa.
Y tú eras mucho más hermosa, aunque ese adjetivo quedaba corto en ti. No había muchas palabras con las que te pudiera describir, no serían los suficientes como el amor que siento por ti.
¿Era buen momento para darte aquella propuesta?