En estos meses muchas cosas cambiaron, por fin había completado suficiente dinero como para alquilar un apartamento.
Recuerdo bien aquel día de mi despedida, que en ningún momento me soltaste. No querías que me fuera, que extrañarías mucho mi presencia. Cariño, yo igual lo haría. Pero esto es parte de la vida.
La relación con mi hermana había aumentado, ya que junto a ella conseguimos las suficientes recaudaciones para comprarnos un hogar.
Respecto a Regina, finalmente cedió a su rendición. Con sinceridad me pidió perdón. Volvimos a ser amigos, justo como cuando éramos unos niños.
Sentía que todo iba mejorando. Pero en realidad, estaba equivocado.