ERES UNA CUALQUIERA.
(3)
4 DE DICIEMBRE 1954
4:00 PM
— Deberías dejar de sonreír de esa manera, las institutrices te están viendo como si acabaras de asesinar a alguien — Me sugiere en voz baja Sofía, mientras come de la sopa que tiene al frente.
Volteo a ver con disimulo la mesa principal del comedor, donde todas las institutrices comen en silencio y un grupo de ellas, para ser más específica, la que rodean a la señorita Carmen, me miran con un desprecio palpable, que coincidencia; En ese grupo, se encuentren todas aquellas profesoras que fueron mis institutrices personales, cuando mi mirada conecta con la de Lady Carmen, sonrió con inocencia y esta absorbe aire para después expulsarlo por la nariz, mientras acribilla el puré de papa que tiene al frente.
— Apuesto, que piensa que eres tu — Me comenta Camila con diversión, observando la misma escena que yo, la volteo a ver y asiento porque en realidad creo lo mismo.
— Pues de nada le sirve, en la batalla, voy ganando — Respondo con superioridad, provocando que mi grupo de amigas, sonrían con complicidad, pues, quedamos libres de toda culpa y señalamiento de ser las culpables del "incidente" de la lady.
En la mañana después de la discusión nada sutil que mantuvimos en nuestra habitación, toda la institución entro en un estado de alerta, pues las catedráticas con cargo mayor, buscaban sin cesar "La culpable o las culpables de la broma de mal gusto, realizada una miss con una hoja de vida, tan intachable". cuando le toco revisión a nuestra habitación, ya nosotras nos habíamos desecho de la prueba del delito, "Ser la consentida de las aseadoras, tiene sus ventajas".
Aunque era la principal sospechosa, no era la única que se encontraba en el radar, pues, para nadie en este recinto es un secreto que la señorita Carmen no era querida entre las estudiantes femeninas de la institución, ya que, al ser una mujer prepotente y soberbia, nadie la soportaba, anteriormente no le habían hecho nada porque nadie tenía las suficientes influencias y poder para ganarle las batallas. "Hasta que se metió conmigo".
— No comprendo, como no nos descubrieron, si en la mañana revisan el dormitorio encuentran en tus cosas, el pintador de cabello.
— Tampoco lo comprendo, de pronto es que ¡Dios!, me ama y a ella la odia.
— Y tendría motivos para odiarla, se merecía absolutamente todo lo que le paso, es una mujer insufrible — Comenta en voz baja Escarleth y todas quedamos paralizadas, ante su observación, pues de las seis ella siempre es la más sutil, bondadosa y la de mejores modales, una lady, en todo el sentido de la palabra. Por eso no puse en cuestionamiento que mi madre le vaya a proponer como el diamante de la siguiente temporada, en la que yo también estaré debutando, pues mi amiga tiene todo para ser considerada la gema de la temporada.
Todavía recuerdo la discusión que mantuve con mi madre, cuando le dije que está de acuerdo con ella, ya que le deje claro que yo no tenía lo que se necesitaba para ser considerada el diamante de la temporada, principalmente porque la belma, siempre es a lo que todos los idiotas de la alta sociedad aspiran y en mi cabeza pasar toda mi vida sirviéndole a un hombre al cual llamare marido, simplemente, no entra en mis cabales, deseo ser libre y aunque me cueste la vida el intento, lo seré.
— Pensé que no te había gustado la broma.
— Y en efecto, no me gusto, me parece de mal gusto — Cuando la escuchamos todas rodamos los ojos y le sacamos la lengua por lo aburrida que es — no obstante, la señorita Carmen se lo merecía, tenía que pagar lo que te hizo.
Escucharla me hace sonreír con rabia, ya que no me gusta recordar ese pequeño incidente.
— ¿Pero que te hizo?, recuerdo que antes de irme a casa por mi enfermedad, te llevabas bien con ella — Pregunta Daniela y todas la voltean a ver.
— ¡Verdad!, tu no estuviste aquí — Le dice Camila y me voltea a ver — ¿Puedo contarle? — Me pregunta y sé que es más para que no me sienta incomodo, pues ella, no es de las que pide permiso, me encojo de hombros mientras llevo un bocado de comida a mi boca.
— ¡Dime Camila!, me muero de la intriga.
— ¿Recuerdas que este verano invitarían a los príncipes de la institución de caballeros? — Pregunta Camila y ruedo los ojos, pues solo hay un príncipe en ese instituto y es mi hermano, de resto son puros chicos con títulos mobiliarios, pero nos encanta llamarlos de esa forma, porque así se comportan los muy idiotas.
— Sí, claro que lo recuerdo, estaba tan emocionada, pero mi enfermedad me hizo irme una semana antes.
— ¿Recuerdas a Frederick?
— ¿El conde? — Pregunta con curiosidad e interés y después me voltea a ver — ¿El que molesta a Greta, diciendo que será su esposa?
— ¡Ese mismo!, pues resulta que el día que llegaron, como era de esperarse abordo a Greta como cada vez que la ve, pero este año su obsesión por nuestra princesa ha escalado más, pues se comportó como un verdadero idiota, cuando volvió a ser rechazado como todos los años que lleva intentándolo, eso lo llevo a que el.... — Y en el momento que ella comienza a narrar el suceso, mi cabeza abandona la habitación recordando cada detalle, como si hubiera sucedidos ayer.
A Frederick lo conocí cuando tenía 10 años de edad, en el palacio que tenemos cerca a este instituto, uno al que veníamos de vacaciones, su padre era mejor a amigo del mío, pues habían luchado y estudiado en el mismo batallón, fue una tarde de nieve cuando lo vi por primera vez, en la cual, mis estúpidos hermanos mayores, decidieron hacer la estúpida travesura de salir de la fortaleza y del calor que nos brindaban sus paredes, aun cuando nos habían prohibido totalmente salir de este.