Hay heridas que no sanan
Con las que aprendemos a convivir,
A cuidarlas, a mimarlas...
Porque sabemos que seguirán ahí,
Pese a la defunción de los segundos
Y tras mil lunas de plata.
Hay heridas que no sanan,
Que nos llevan a otros días,
a otras noches, a otros besos,
A la historia que querías,
Pero que nunca fue.
Que nunca será.
No sanan, no lo harán,
Ahora son la pluma que nos dibujan
el ahínco que nos ayuda
A seguir adelante,
A beber de nuestra fuerza,
O a veces, nos rompen el alma.
Nos destrozan,
Nos doblan y desdoblan
Al son que marca nuestra mente,
Su etérea razón, junto al valls
Que toca junto al percursionista
Que da vida: el corazón.
Hay heridas que no sanan,
Que sangran por dentro,
Y sólo se las reconoce por el llanto
Y por la presión en el pecho.
Hay heridas que tenemos
De las que no podemos hablar
Y por la vida nos acompañan
Hasta que el reloj deje de girar.