HIPERVENTILACION
Med. Aumento de la frecuencia y la intensidad respiratorias.
Recuerdo esos dolores de pecho que de pronto me asaltaban; en cualquier lugar y en cualquier situación.
Desde el desayuno, hasta el momento de un examen, haciendo que la vida fuera realmente difícil y tortuosa. Había días en los que ni siquiera podía salir de casa por el temor de que eso me fuera a ocurrir en la calle y la gente no pudiera ayudar; porque ni siquiera yo misma sabia como manejarlo.
Entonces Hansel decidió ayudarme; creamos juntos una técnica para poder manejarlo, sin tener que reprimir cualquier emoción que pudiera ser la detonadora; nunca supe exactamente qué era lo que me hacía sentir de esa manera, y mientras no lo descubriera debía de aprender a manejar la situación, lo que al principio parecía difícil, pero que poco a poco fue siento menos complicada, hasta el punto en que no necesitaba de Hansel.
Recuerdo el día en que desperté sintiéndome de esa manera, cerré los ojos y mientras respiraba profundamente y a pausas como había practicado con Hansel, pensé en que lo que menos quería que sucediera fuera el despertar a Hansel quien no había podido dormir en toda esa semana; entre los exámenes y el cuidar de una inestable como yo, seguro que la estaba pasando mal y lo que menos quería era agregar más preocupaciones.
Me levanté con cuidado de la cama y me recosté en la alfombra de la sala que se encontraba en el segundo piso de mi casa; de la casa de mis padres.
Miré al techo, me concentré en las respiraciones y de pronto, sin saber cómo, pero terminé dormida en medio de esa habitación, con esa sensación de paz; después de mucho pude sentirla y recuerdo que fue una de las sensaciones más placenteras del mundo.
Conseguí dormir un par de horas más al menos hasta que mi cuerpo se sintió realmente cansado de estar en la misma posición y de haber dormido mucho que me exigió despertarme. Me encontré entonces con que había regresado, de alguna manera, a mi habitación y estaba recostada sobre la suave cama, cubierta por las sábanas; Hansel seguro se había encargado de traerme de regreso.
Me puse de pie y después de hacer la cama y recoger un poco, bajé en busca de mi amigo; en el camino noté que no había sudado como las veces anteriores en las que dormía de más y mi cuerpo se sentía caliente, y las gotas de sudor corrían desde mi nuca hasta perderse en alguna parte de mi espalda.
Así que cuando encontré a Hansel estudiando en el jardín principal, no me contuve y lo abracé por la espalda, colocando mis manos en su pecho, y recargando mi mentón sobre su cabeza.
—Vaya, ¿has despertado ya? Pensé que dormirías un poco más. —Confesó verdaderamente sorprendido; a veces despertaba más tarde cuando ese tipo de cosas me ocurrían.
Pero estaba segura de que eso no se repetiría más, porque ahora sabía que podía manejarlo y que esos dolores en el pecho causados por los acelerados latidos de mi corazón no me derrotarían y me harían sentir mal una vez más.
—Si, esta vez no hizo falta. —Él se giró a verme, dejo su libro sobre la mesita y caminó conmigo abrazándonos hasta el interior de la casa. estábamos muy sonrientes, yo por haber superado esto sin su ayuda y él, quizás porque me desperté temprano.
—Lo has hecho bien. —Exclamó mientras se separaba de mí. —Lo estás haciendo bien sin mí. —Exclamó mientras caminaba hacia alguna parte de la casa.
Yo me quedé de pie mirando hacia la dirección por donde lo había visto alejarse, esperando a que volviera a mí.
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Abro los ojos de golpe cuando la sensación se hace más fuerte.
Toco mi pecho, como si da alguna manera eso fuera a ayudar un poco a encontrar una forma de sentir eso menos.
Pero no puedo dejar de sentirlo, por el contrario, el dolor comienza a crecer más y se le une entonces la razón por la que me desperté; el no poder respirar.
—Hansel…—Exclamo, apenas si sale en un susurro, y rezo por que el aparezca. Pero no sucede. Entonces, reúno mis fuerzas para poder salir de la cama e ir a buscarlo.
Camino con dificultad por el pasillo que me lleva de mi habitación a la cocina, dando traspiés, pero consigo llegar.
Hansel esta de espaldas a mí, cocinando algo mientras la lluvia afuera parece querer acabar con nuestra casa.
No ha notado mi presencia porque el sonido de los truenos no le permitió escucha mis pasos y ahora no escucha mi agitada respiración.
Durante estos episodios creía que la vida era inútil si tenías que vivirla de esta manera; teniendo dificultades para respirar, siendo débil incluso en momentos como el sueño o la comida; cosas que son vitales para vivir pero que te lastimaban.
De que servía seguir vivo si tenías que soportar incluso el seguir haciéndolo; comer dolía, dormir dolía, respirar dolía, y existir era la parte más dolorosa.
—Hansel…—Exclamo entre una respiración agitada, y es solo entonces que él me nota. Deja todo lo que está haciendo y camina hasta mí.