Red de amor

Capituló 19

— ¿cómo amanecieron? — pregunta mi tía con alegría.

— Amanecimos bien — musitó bajando el último escalón junto a Thiago, íbamos tomados de la mano ya que hace rato hablábamos de lo no románticos que nos comportamos ayer y teníamos que ser una pareja feliz y enamorada, no estoy lista para que me descubran y mucho menos aquí.

— beca, ¿quieres ayudarme a llevar el desayuno? — asiento y me acerco a ella.

— Déjeme ayudarle — dice Thiago a mis espaldas.

— no, no, mi esposo quiere hablar contigo, me dijo que era algo en...privado. — frunzo el ceño elevando una ceja, ¿qué es tan privado?

— Está bien — sonríe amablemente — si necesita ayuda, no dude en avisarme. — dice abandonando la cocina.

— ¿qué es tan privado? — la veo extrañada.

— Josh no me quiso decir — se encoge de hombros. — es muy atento tu novio, querida.

— sí, así es el — sonrío sin despegar mis labios. — olvide algo arriba... Iré por el — digo saliendo de la cocina sin antes escuchar que no tardará; camino lentamente hacia la puerta del ventanal y puedo escuchar a los lejos la voz de Josh y Thiago.

— Sé que no soy el padre de Rebeca, pero créeme que la veo como una hija... — escucho a Josh, no tengo idea de cuál es la expresión de Thiago, pero no quiero asomarme a ver, no quiero que me descubran espiando su plática. — quería aconsejarte acerca de lo que pueda pasar en su habitación..., iré al punto, usen protección y traten de no hacer ruido, tengo hijos — lo escucho bromear.

— ahm..., señor..., Josh... — lo escucho tartamudear y soltar un suspiro de nerviosismo.

— Toma — no puedo escuchar nada más después de eso. — sé que no vienes preparado, pero tómalo como un regalo. — ¡no puede ser!, le dio lo que creo que es.

— gracias, yo... — escucho su voz un poco avergonzada y algo pausada — le agradezco mucho.

— Son de vainilla..., Rebeca ama la vainilla — cubro mis ojos con la palma de mi mano, esto es tan incómodo y vergonzoso, no quiero seguir escuchando esto, me siento avergonzada en estos momentos quiero que la tierra me trague en estos momentos. Tan necesario era decirle que me gustaba la vainilla con unos condones.

— le agradezco mucho el dato. — escucho una risa por parte de Thiago.

— no me agradezcas, no creo que ella quiera hijos tan pronto — dice soltando una risa — Rebeca es muy impredecible, le gusta hacer las cosas tal y como ella lo dice, ¿pero sabes?, no creo que en esa lista hayas estado tú. — tiene razón Josh en ese aspecto, el, no estaba en mis planes, escucho mi nombre desde la cocina, "Rebeca aún no has bajado, apúrate por favor"

— Es una mujer muy complicada con un carácter muy fuerte, pero..., es una mujer muy hermosa y cualquier hombre en esta tierra quisiera estar con ella... — deja salir una risita. — solo mírela, es tan refinada, tan centrada con sus metas y... — "Rebeca" vuelvo a escuchar, quiero terminar de saber que más dirá Thiago de mí.

— Rebeca — escucho a mis espaldas. — ¿qué haces allí? — suelto un pequeño brinco del susto al ver a mi tía detrás mío.

— Nada..., solo..., sacudo las cortinas — muevo las cortinas para aparentar que las estoy sacudiendo. Mi tía me lleva a arrastras a la cocina quedándome con la duda de que es lo que terminó diciendo Thiago, jamás sabré en qué terminó esa platica.

Luego de haber desayunado en la mesa del patio trasero, decidimos ir a nuestra habitación, no tenemos ningún plan, quiero salir, pero después de lo que pasó con mi tío se me cae la cara de vergüenza, aunque él no lo sepa y es por eso por lo que estamos recostados en la cama, mi cabeza recostada en su hombro y el revisando detenidamente su celular.

— ¡tengo una idea! — se levanta de golpe haciendo que me golpeé la cabeza con la cabecera de la cama, admito que eso dolió, me quejo llevando una mano hacia el golpe. ¿Pero qué demonios?

— te perdono — le digo con sarcasmo.

— ¿qué te parece si buscamos a tu media naranja en Canadá? — pregunta con entusiasmo.

— bueno...— musitó con decepción. — perdón digo... Sí, me gustaría — sonrío, ¿qué está pasándome?

Busca su laptop dentro de su maleta y veo detenidamente cada movimiento que realiza; ¿quiero una cita?, supongo que no, ya no quiero más citas, no quiero más hombres patanes, estoy cansada de lidiar con hombres egocéntricos.

— ¿dime que te parece este? — me acerco aún lado de él y veo a un hombre de 30 años con ojos azules de cabello rubio y tez blanca, su mandíbula perfectamente perfilada, observó la descripción de su perfil y llama mi atención al trabajo que se dedica es el mismo trabajo que yo, eso es estupendo debo admitir y no vive tan lejos de aquí.

Giro para poder ver a Thiago y él está igual de concentrado leyendo la descripción del hombre, inhalo profundo colándose parte del perfume de él y dejo salir el aire recobrando mi postura, ¿porque me detengo a observarle su rostro perfecto y tallado por los mismísimos dioses?, porque estoy teniendo esta lucha contra mí, estas ideas me están volviendo loca.



#1321 en Otros
#388 en Humor
#3543 en Novela romántica
#1074 en Chick lit

En el texto hay: novela romántica, amistad, novelacontemporanea

Editado: 12.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.