Red de amor

Capítulo 42

No he sentido para nada la mañanay la hora del almuerzo ha llegado, he planeado que al terminar de comer iré al lugar para terminar ese asunto y poder avanzar con la reconstrucción del lugar. Por otro lado la memoria de mi padre ocasionó que cierto bajón de ánimo  se presentará en mí, suele ocurrirme pero esta vez algo diferente causó esto, no tengo idea porque pero lo único que puedo hacer es ir con Thiago y lograr que su hermosa risa y sus pésimos comentarios chistosos logren animarme un poco, no me apetece salir así que probablemente convenza a Thiago de comer en su oficina.

 

Salgo de la oficina con destino a la oficina de mi novio, pero en el camino me encuentro a Lizzy con Joseph una sonrisa por parte de ambos deslumbra en cuanto me ven.

 

— ¿irán a comer con nosotros? — pregunta Joseph.

 

— No estoy muy segura, supongo que nos quedaremos aquí — anunció.

 

— Eso me suena algo comprometedor — comenta Lizzy con cierto atisbo de picardía.

 

— No empieces — una risita de Joseph se escucha en el ambiente. — tenemos que revisar unas cosas. — miento, soy pésima para mentir eso es notorio, es por eso que no lo hago, pero esta vez lo amerita, no quiero ser grosera y decirles que no me apetece salir a comer. — si recuerdas que no estuvimos aquí por dos semanas, ¿cierto? — digo con ironía, ella rueda los ojos, sé cuánto odia mi ironía y mi sarcasmo pero se me es muy difícil evitarlo.

 

— No te preocupes, señora ironía — musita, suelto una risita desde mis garganta. — te veo más tarde, perra.

 

— Lizzy — regaña Joseph mientras  caminan hacia el ascensor. — Nos vemos luego — se despide Joseph amablemente en cuando el elevador cierra sus puertas.

 

Aún hay empleados, son pocos los que están aún aquí, algunos comen aquí y es porque a veces no hay lugares en donde comer, Marie no está así que no me limito a detenerme y camino directo a la oficina de Thiago, doy pequeños golpes en la puerta de madera, esperando una respuesta, "adelante", al escuchar eso me atrevo abrir la puerta.

 

Allí está, sentado en su escritorio gigantesco muy atareado con unos papeles, jamás había visto su escritorio desordenado en el tiempo que está aquí, esta es la primera vez; en cuanto escucha la puerta cerrarse, eleva su vista y de inmediato se da cuenta de mi presencia y una sonrisa se dibuja en sus labios, me acerco hacia el poniéndome a sus espaldas y recostando mis hombros en su silla costosa con la intención de evitar que se ponga de pie y ahorrarle el esfuerzo de volver a su escritorio, es demasiado notorio lo atareado que está y la gran cantidad de trabajo que hay para el de eso estoy muy consciente.

 

— ¿cómo estás, cariño? — cuestiona aun apuntando unas cosas en una hoja. — Dame unos minutos tratare de terminar de arreglar esto antes de irnos almorzar — anuncia, colocó mis manos sobre sus hombros sintiendo como sus hombros se tensan pero segundos después esa tensión se va al sentir pequeñas caricias provocados por mis pulgares.

 

— no es necesario, ¿qué te parece si almorzamos aquí, mientras tú terminas y adelantas lo que sea que estés haciendo? — propongo, siento su mano tomar mi mano derecha, él se gira con su silla y aun sosteniendo su mi mano.

 

Veo como esboza una sonrisa. — no es necesario, solo tengo que firmar unas cosas y terminare aquí. — insiste. No quiero salir, quiero estar con él aquí y asegurar mi estado de ánimo con su carisma.

 

— Thiago, por favor — suplico.

 

— ¿qué es lo que ocurre?, no sé porque presiento que hay algo más — lanza con toda afirmación en su voz, él se pone de pie ignorando lo que estaba haciendo, aunque odie admitirlo desde que llegue lo empecé a distraer.

 

Siento su suave mano posarse en mi mejilla con ayuda de su pulgar siento leves caricias calidad.

 

— Me he acordado de mi padre — empiezo a confesar. — Esta vez fue  diferente, su recuerdo fue más fuerte gracias a todo lo que está pasando — confieso sin limitarme a las palabras, hasta que caigo en la realidad de lo que he dicho y he hablado de más.

 

— ¿qué es todo lo que está pasando? — arruga su frente sintiendo la lejanía de su cálida mano sobre mi rostro. — ¿qué es lo que sucede? — cuestiona, he metido la pata, ahora que es lo que inventare ahora, no hay nada en mi cabeza para inventar, soy pésima mintiendo y esta vez debe ser demasiado creíble para que deje de preguntarme, aún no quiero decirle sobre la organizadora, quiero que todo sea una sorpresa, así que no puedo dejar que mis planes se caigan por una estupidez que dije. — Rebeca.

 

— Es por..., mi madre, si — balbuceo. — Mi madre se fue de viaje, se fue a Canadá — aclaró, tragó saliva esperando a que el respondo algo.

 

— ¿se fue a Canadá?, ¿cuándo? — pregunta un tanto sorprendido.

 

— Sí, me acabo de enterar por Lizzy — me encojo de hombros. — no tengo idea de cuál sea su plan, porque no me aviso sobre esto — admito, pareciera que se lo ha creído y yo espero que así sea porque no estoy lista para mentirle, aún, aunque no creo que vaya a creer mis mentiras.

 

— Voy obedecer a tus súplicas — comenta sonriendo sin despegar sus labios. — pediré una pizza, ¿qué te parece? — asiento con un gran alivio de saber que no preguntara nada más sobre el tema.

 

Es allí donde se pone de pie y toma su celular para poder pedir la pizza y es allí donde yo aprovecho la oportunidad de poder hablar con Brett, tomo mi celular y busco entre la agenda de mis contactos a Brett, cuando lo encuentro le marcó, luego de unos segundos escucho su voz.

 

— ¿Bueno?, Brett, soy yo — hablo.

 

— Ya sé que eres tú, tengo tu numero registrado — se burla, ruedo los ojos a pesar que no esté viéndome.



#24594 en Otros
#3703 en Humor
#37628 en Novela romántica
#6140 en Chick lit

En el texto hay: novela romántica, amistad, novelacontemporanea

Editado: 12.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.