Al despertar, lo primero que percibí fue una sensación de hormigueo que poco a poco se convertía en un cosquilleo incómodo, casi como si cientos de pequeñas agujas estuviesen pinchándome.
Cuando intente moverme un peso en cada una mis piernas me detuvo. Preocupada, abrí rápidamente los ojos para llevarme la grata sorpresa de que los gemelos aún no se habían ido. Todo lo contrario, ajenos a su entorno dormían tranquilamente recostados sobre mis piernas.
¿Acaso el autor no se había hartado de repetir tantas veces de que estos dos eran extremadamente cautelosos con los extraños? No había olvidado que a pesar de su corta edad e inocentes caras, eran muy astutos.
¿Tal vez sintieron lástima por mí? Bueno, después de todo seguían siendo los amables protagonistas que no podían dejar a nadie solo.
Mis pensamientos no habían llegado a una conclusión cuando los dos pequeños bollos se removieron incómodos por el movimiento abriendo sus suaves ojos azules y estirándose con calma hasta toparse con mi mirada.
Ambos tenían los ojos desenfocados y acompañados con unos párpados caídos lucían desorientados y extremadamente encantadores. Luego de un breve momento de aturdimiento donde se quedaron viendo a la nada, reaccionaron con un sobresalto haciendo que sus mejillas tomarán color y con nerviosismo bajaran sus cabezas.
Ya de por sí, era lo suficientemente tierno una sola criatura actuando con tanta timidez pero cuando esto se multiplicaba por dos, mi corazón a duras penas pudo soportar no desbordarse de un gran cariño y afecto.
Contagiada por la dulce atmósfera, suavemente pregunté— ¿Durmieron bien?
Aún avergonzados de haber sido atrapado en tal situación y dudando de mi reacción se tomaron su tiempo para contestar. Al no notar en mi voz alguna muestra de ira o de disgusto, se relajaron y respondieron en un susurro bajo "si".
—¿Ustedes saben donde puedo encontrar el mercado? Esta hermana es bastante nueva en la zona— reí nerviosamente, realmente no podía evitar parecer alguien sospechoso.
Aiden y Ariane sin siquiera dudar de si realmente era así, dieron un leve sonido de afirmación y agregaron con firmeza— Te acompañaremos.
…
Luego de guardar las cosas en mi almacenamiento y destruir la barrera, comenzamos a caminar a través de los sucios callejones y extraños pasadizos secretos hasta llegar al mercado.
Fue una grandiosa experiencia, aunque ustedes son realmente pequeños, niños.
¿¡Pero saben lo difícil que fue para mi pasar por aquel hueco!?
Bueno, no importa.
Cada vez que los gemelos se volteaban para comprobar si aun seguía allí mi corazón era sanado. Un poco de suciedad no era nada a cambio de tal dulce trato.
Al llegar a un callejón mas o menos decente, los gemelos se dieron vuelta señalando al frente. Seguí la vista de sus dedos encontrándome con una animada y bulliciosa atmósfera. Los aromas se mezclaban entre si creando algo único y las voces de los vendedores regateando los precios se podían escuchar por cada rincón del lugar. La multitud no dejaba de moverse y podías ver entre tanto a algún niño corriendo por ahí.
El mercado es realmente un lugar alegre.
Como si fuera un acuerdo, al apenas dar un paso adelante los dos niños se escondieron detrás mio agarrando el extremo de mi falda mientras que con su mano libre sostenían la mano de su par.
Habían decidido quedarse.
Mi corazón se llenó de un inmenso cariño al ser capaz de presenciar tal escena, pero no tarde mucho en dar un vistazo a su apariencia.
Debería comprarles ropa... ¿Mmm? ¿Si debería preocuparme de mis fondos?
Quiero aclarar que no robe nada, legítimamente ese dinero me corresponde por mis dos años de servicios. Y unos cuantos miles monedas de oro y plata no deberían suponer un problema para el fondo imperial.
Mientras que una moneda de oro haría que una familia de clase baja viviera cómoda por medio mes, mi meta ahora era conseguir el doble de lo que tenía actualmente. Después de todo estaba decidida a criar a los protagonistas.
Bueno, primero deberíamos conseguir un calzado para que no continuarán lastimándose sus pies.
Vague por el mercado lleno de puestos brillantes, desde comida hasta alhajas. A cada paso, las personas gritaban promocionando su mercancía y hasta haciendo de vez en cuando descuentos. Convenientemente los artículos eran bastante variados.
Me detuve frente a una tienda de zapatos que había llamado mi atención. El dueño del pequeño lugar me recibió con una cálida sonrisa y preguntó— ¿Qué es lo esta buscando, señorita?
Aunque la capa cubría mi rostro, a simple vista se podía identificar mi género por lo que ignorando ese hecho y señalé detrás mío— Dos pares de zapatos con medias, para estos niños.
El anciano miró atrás para toparse con el aspecto desaliñado de Aiden y Ariane. Sin mostrar su sorpresa, sacó dos taburetes y les pidió a los gemelos que se sentasen.
Ellos me observaron nerviosamente a lo que sonreí para animarlos a ir. Recios al principio, tomaron asiento y continuaron mirándome incómodamente.
Gepetto, digo, el zapatero limpio con un balde sus pies y luego tomo sus medidas para adentrarse nuevamente a la tienda.
Antes de que los gemelos pudieran objetar algo, el vendedor volvió llevando consigo dos pares de zapatos negros con un par de medias blancas. A simple vista se notaba que era un trabajo bien hecho y no escatimó en calidad.
Una persona correcta. Aún después de ver a los dos niños actuó como un profesional y trajo una mercancía de una calidad aceptable.
Si seguíamos en esta ciudad volvería a comprar aquí.
— Ya está— El anciano sonrió satisfecho. Le pedí a los niños que se levantarán y caminaran por alrededor para comprobar si les eran incómodos.
Los dos pequeños bollos caminaron nerviosamente y confirmaron que era su talla correcta. El contraste de su ropa desgastada con sus zapatos nuevos era bastante gracioso.