Reflejo de un amor. Una oportunidad

Capítulo 26: Molly

—¡Molly! ¡Volviste!

Recibo a Rachel en mis brazos y absorbo su aroma de perfume infantil. Es increíble que esta me importe de tal manera que no esté dispuesta a dejarla ir.

—Por supuesto. Te dije que no te dejaría.

Ella sonríe.

—¿Y Tom?

—Tuvo que irse a resolver una cuestión en su departamento, pasará por nosotras en un rato.

—Entonces aceptas una taza de café—asume Madeleine—. Magnolia y Rachel estaban terminando sus dibujos.

—Sí, y quiero terminar el mío.

—Entremos no más.

Saludo a Magnolia con un abrazo y sigo a mi amiga a la cocina mientras las niñas se quedan en la sala terminando sus dibujos.

Resalto el vientre de Madeleine que está enorme y menciona que no ve la hora de que la niña nazca y eso que todavía le faltan dos meses.

Me sirve café que preparó su esposo, quien está terminando de arreglar una silla en su taller y no le gusta que lo molesten.

—Cuéntame como fue el viaje a Boston. Rachel estuvo bastante bien. Me comentó sobre sus pesadillas y de como Tom la ayudó. Está avanzando mucho. No hay dudas que estar contigo y con Tom es de gran ayuda.

Dibujo una sonrisa y le doy un trago al café.

—Quiero adoptarla.

Mi amiga estira la mano y aprieta la mía.

—Ya figuraba que no la dejarías ir. Puedo iniciar los trámites si estás segura—afirmo con la cabeza—. El lunes presenta los papeles que necesito e iniciaremos para que oficialmente sea una Miller. A tus padres les encantará su nueva nieta.

—Sí, es verdad. Apenas tenga un respiro en la firma, me haré una escapada a Providecetown a visitar a mi familia y presentarles a Rachel. Le prometí llevarla a la playa. 

—¿Y en ese viaje incluyes a Tom?

Bebo un poco más de café y exhalo aire.

—No lo sé. Quiero ir lento.

Le comento a Madeleine el encuentro que tuvimos con su ex prometida y los padres. Ella está sorprendida de que sus padres sean racistas con los blancos y me felicita por haberlos puesto en su lugar.

—¿Te sientes insegura con respecto a los sentimientos de Tom?

—Me ha dicho que sus exnovias fueron aprobadas por su madre, así que te puedes imaginar como eran. Con la última estuvo cinco años e incluso estuvo a punto de casarse. Entiendo que una parte lo hiciera para complacer a sus padres, pero no estás con una persona por tanto tiempo sin sentir algo. Terminaron hace un par de meses, luego se mudó a Nueva York y me conoció a mí.

—Si se puede estar tanto tiempo con una persona sin sentir nada, ya sea por costumbre, por apariencias o por comodidad. No estaría contigo si no sintiera algo real.

—¿Y cómo puedo estar segura de lo que él siente es real? Él quizás cree que lo es y en realidad no soy más que una novedad que lo tiene atontado. ¿Qué pasa si yo me enamoro y él se da cuenta de que lo que sentía no era real?

—Comprendo tu punto de vista y deberías hablar con él al respecto.

—Ya lo hice. Por eso quiero tomarme las cosas con calma y no acepté ser su novia.

—Aunque no aceptaras, es como si fueran novios.

—Sí, pero cuando está el “título”—enfatizo con comillas—implicado, por así decirlo, las cosas cambian.

—Está bien, llévalo a tu ritmo y si él te quiere comprenderá y aceptará.

—Ya lo hizo, o eso creo.

—Déjalo al tiempo y disfruta.

—Ya me conoces.

Seguimos hablando de Tom, Madeleine pide detalles de la noche que compartimos y solo digo que Tom sabe usar muy bien todo el equipo, incluyendo los dedos y la boca.

Puedo decir que Tom ha sido el mejor sexo de mi vida.

Con Cody los dos éramos muy inexpertos y no podría decir cual de los dos estaba más perdido.

Con el siguiente ex, el sexo era bueno, no podía quejarme, pero nada que ver con Tom. Es como si él se preocupara más por mi placer que el de él y antes de llegar al punto final, se tomó el trabajo de explorar cada centímetro de mi cuerpo, desde los pies hasta las orejas.

Descubrió mis puntos débiles muy rápido y eso que no son muy comunes. Las orejas, el cuello son dos puntos débiles, además de los puntos obvios.

Genial, ya deseo estar de nuevo con él y mejor me enfoco en pensar en otra cosa. Esta noche no dormiremos juntos.

Las niñas aparecen en la cocina avisando que terminaron sus dibujos y diciendo que tienen hambre. Rachel se sienta a mi lado y me enseña su dibujo.

—Esa eres tú, esta soy yo, ahí está Jerry durmiendo como siempre—río—. Y también Tom.

Nos dibujó a Tom y a mí a los costados de ella tomándoles las manos.

—Es hermoso, Rachel.

—¿Lo colgarás en tu refrigerador? Madeleine hace eso con los dibujos de Magnolia. —señala el refrigerador y veo algunos de los dibujos.




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