Refugiados

Capítulo 9

Mi compañera se llama Beatrice, pero me pidió que la llame Bea. Es tranquila pero enérgica, hay algo en ella que me transmite seguridad, quizás la profesora sabía muy bien a quien elegía para acompañarme, no solo es buena alumna, sino que su carácter es especial, me involucra en la tarea pero no es invasiva. Hablamos de distintas posibilidades, hay temas que descartamos enseguida como poemas de amor, de la familia, o los recuerdos, es difícil encontrar algo.

-¿Qué tal poemas que animen? Esos que dan esperanza- pregunta ella con mucho tacto.

-¿De sobrevivir? – pregunto yo y pienso si es algo que voy a poder encarar.

-Supongo, a veces las palabras ayudan. No tienen que ser sobre nada específico- dice y yo sé que la palabra que omite es la guerra- pero sí que animen a seguir adelante. Lo pienso unos minutos, y luego asiento, quizás también encuentre palabras para mí, para recordarme que hay esperanza. Luego toca el recreo, y la profesora nos pide que cuando regresemos al segundo período de la clase le digamos los temas elegidos por cada grupo.

Compro algo para comer y voy al exterior, en lugar de la cafetería , cuando llego al banco, encuentro a Eric comiendo un sándwich, me saluda con la mano. El instinto de huir se aplaca, lo saludo y me siento a su lado.

-Lamento no haber podido ayudar, la profesora se me adelantó- me dice.

-Está bien, Beatrice es agradable.-respondo casualmente. Como siempre que hablo en este idioma soy muy consciente de mi acento extranjero, de esa marca que incluso llevo en la voz, pero él no parece notarlo o que le importe.

-¿Eligieron tema? – me pregunta.

-Sí, poemas para animar, algo así como esperanza, ¿y tú?

-Que hablen sobre el miedo - responde y lo miro sorprendida, él parece entender mi reacción entonces explica su elección- pensé que era una manera de enfrentar el problema de mis ataques de pánico, y también que quizás las palabras de otros ayuden a explicar lo que a mí se me hace tan difícil. También que haría sentirme menos solo, quiero decir, saber que otros experimentaron o sintieron cosas parecidas, puede ayudar.

-¿No será duro? ¿Recordar esas emociones?

-Mmmm, quizás, pero quizás también me ayude a tomar perspectiva y darme cuenta que esa etapa ya quedó atrás.

-Sí, quizás sirva- respondo y terminamos de comer en silencio. Me agrada eso, poder hablar y poder callar sin que sea algo forzado.

Cuando regresamos a la clase, la profesora registra los temas que elegimos y luego de un rato más de trabajo en equipo, nos lee un poema para terminar la clase. Está en otro idioma, ni el mío ni el de este país, lo lee marcando un ritmo con su voz, de alguna forma esas palabras extrañas, incomprensibles, nos van envolviendo. Al terminar nos pregunta si entendimos de qué trata.

-De amor – responden varios.

-¿Pero entendieron las palabras?

-No – dicen algunos seguros y otros apenas haciendo un gesto con la cabeza.

-La poesía es eso, es lenguaje pero a la vez es mucho más, trasmite algo que nos toca, es como un latido que termina latiendo dentro nuestro. Encuentren ese contacto al seleccionar sus textos, encuentren poemas que les hablen a ustedes aunque no entiendan del todo lo que dicen.- concluye y nos despide.

Dos semanas después, Eric, Bea y yo estamos en la cafetería almorzando juntos, ¿cómo pasó? Casi sin darnos cuenta.

Empezó un día cuando estábamos haciendo el trabajo de Literatura y se nos hizo la hora del almuerzo, comimos juntas algo en el aula para seguir trabajando. Al día siguiente Beatrice solo me arrastró a la cafetería a la hora del almuerzo.

En la hora de Historia nos propusieron otro trabajo grupal, y Beatrice, convertida en mi caballero de brillante armadura propuso que trabajáramos juntas y Eric simplemente dijo un "yo también trabajo con ustedes" antes que cualquiera de nosotras alcanzara a negarse. Y así llegamos al día de hoy, los tres en la cafetería charlando mientras planificamos nuestras tareas, lo de Historia y también una especie de colaboración en la de Literatura, mientras buscamos poemas si encontramos alguno que creemos le serviría a Eric se lo comentamos y él hace lo mismo con nosotras.

No hablo mucho aún porque me cuesta, en todos los sentidos, es difícil ser muy fluido en una lengua ajena y porque también las paredes siguen estando, aunque estos dos que me acompañan las han salteado sin disimulo, son respetuosos y muy cuidadosos conmigo, pero al mismo tiempo no me han dejado salida más que aceptarlos.

Bea y Eric charlan animadamente, hasta discuten a veces; y me gusta el sentimiento, esa normalidad de poder acompañarlos, reír o solo observarlos, esa sensación de poder ser adolescente de nuevo.

-Creo que esto puede servirles- dice Eric y saca una hoja de su mochila que me extiende a mí. Con letra prolija y clara está copiado un poema, se llama "Nadie sino tú" , el autor es Charles Bukowski-Puedes dar vuelta la hoja – me aclara y al hacerlo veo que también ha copiado una versión en mi idioma, y allí hay subrayados unos versos.

"nadie puede salvarte sino
tú mismo
y mereces salvarte.
no es una guerra fácil de ganar
pero si algo merece la pena ganar,
es esto."

-Gracias – digo mirándolo y tratando de que entienda que estoy siendo muy sincera. Voy a aferrarme a esas palabras que acaba de regalarme.




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