El inicio de nuestra relación fue increíble. A pesar de nuestra diferencia de 5 años de edad, nos llevábamos genial. Adoraba su manera de tratarme. Adoraba me cuidara, me hiciera sentir única, y bonita cuando podía estar con chicas de su edad y mucho mejores que yo.
Con apenas 17 años, me sentía toda una mujer. Y cuando estuve con él por primera vez, fue tan tierno, tan cuidadoso y dulce que no creía merecer a alguien como él.
Pero después el tiempo comenzó a pasar, y Hernán empezó a mostrar actitudes que me incomodaban. Los celos infundados y las discusiones por banalidades fueron los indicios de algo que debía haber parado.
Sin embargo no lo hice, y los años fueron llegando junto con decisiones equivocadas que me costaron mi tranquilidad emocional y psicológica.
Estuve atrapada en la toxicidad, encerrada por el miedo que fue provocando.
Hasta que el primer golpe llegó, y me advirtió que si no escapaba de ello, me absorbería hasta aniquilar la cordura que me quedaba.
Con la ayuda y el cariño de mi hermano Beltrán, me alejé de quien había amado para continuar con mi vida y no ser parte de más violencia.
Pero no todo fue como esperaba. Los acosos, las persecuciones y amenazas de Hernán no se detuvieron. Me seguía allá donde fuera. No podía estar tranquila ni siquiera en la universidad, porque ahí aparecía. Y la pesadilla de su presencia empezó a asustarme de verdad. No se daba por vencido, y cuanto más intentaba alejarlo, más incrementaba su obsesión. No hubo orden de restricción que lo atajara.
Una tarde, a varias cuadras de la casa donde vivía con mi hermano y mi sobrino Tomás; él se apareció, obligándome entre empujones a subir a su auto. Nunca olvidaré los reclamos, sus palabras, su mirada decidida a acabar conmigo. El terror cuando el coche se salió de control e impactó contra otro mientras Hernán cruzaba el semáforo en rojo a toda velocidad.
Lo siguiente fue despertar en un hospital. Me había salvado de milagro, pero cuando supe que él también; no sentí alivio por haber sobrevivido. Si no hacia algo, lo que fuera para sacarlo de mi vida, acabaría conmigo sin dudas.
Él acabó en coma, y todo indicaba así se quedaría por un largo tiempo, pero eso no me daba la seguridad que necesitaba, por lo que, meses después de recibirme me marché junto a mi amiga Natalie a Buenos Aires, a buscar un nuevo comienzo.
Después de mucho esfuerzo, finalmente todo empieza a encajar, y espero poder ahora respirar con tranquilidad; tener paz.
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Editado: 11.10.2022