Regalame tu Sonrisa (libro 2)

☆ 12 ☆

 

Burbujas en la panza

 

 

 

— ¡Hey! ¿Tan lejos fuiste a llevar esos brownies? —Escucho decir a Nat cuando entro al departamento —No me imaginé que él viviera tan lejos... —Se burla.

Me siento en el sillón al lado de ella, sin decir nada.

Me gustaría invitarte a salir un día de estos...

Esas palabras giran en mi cabeza todavía, produciendo que me recorran sensaciones, como hormigas en la piel.

— ¿Maita, qué onda? No me estás escuchaaaandooo —Manifiesta mi amiga, distrayéndome. — ¿Qué pasó, no le gustó? ¿O es alérgico a lo dulce? —Bromea con gesto pícaro.

Resoplo.

—A lo dulce no, a las nueces sí. —Respondo pesarosa.

Natalie se queda mirándome, con expresión escéptica.

— ¿En serio? —Indaga atenta. Solo asiento con la cabeza, echándome atrás en el sofá. — ¿Eso te dijo? ¿Por eso tardabas?

—No solo me dijo, lo ví. Se puso mal... Ni hablar puede... Llegó a vomitar incluso. —Explico soltando el aire de manera pesada.

— ¿De verdad? —Vuelve a preguntar. La miro de reojo con gesto de " ¿Tengo cara de estar mintiendo?" —Qué mala pata amiga.

—Ni me digas, me sentí fatal... Todavía me siento fatal. —Rectifico. —Me dio cosa dejarlo ahí solo... —admito con cautela.

— ¿En serio tan mal se puso? —Quiere saber, estrechando sus ojos.

—Sí —digo recordando cuando lo escuché vomitar incluso. Sacudo la cabeza.

— ¿Llamaron un médico o algo?

—No, él mismo se inyectó el medicamento —Respondo sin más detalles.

—Qué bajón, con lo rico que estaba —murmura pensativa.

No acoto nada, me quedo callada con las últimas palabras de Uziel revoloteando en mi mente.

— ¿Segura que pasó solo eso?

— ¿Por qué?

—No sé, estás rara... Tu cara está rara. Como si hubiera pasado algo más que te da vueltas todavía. —Dice girando su dedo índice frente a mis ojos.

Muevo la cabeza de un lado para otro negando.

—Lo que pasó no fue agradable. No me lo dijo, pero intuyo que si no se hubiera puesto la medicación; la cosa se habría puesto peor. No me gusta que haya sido por mi culpa se pusiera así.

—Bueno pero no tenías manera de saber que es alérgico, ¿O sí?

—Dijo lo mismo, pero igual... —Suspiro cansada. —Solo espero que esté mejor pronto. No debe ser lindo que se te cierre la garganta, la cara se te hinche y tengas vómitos...

—En eso sí, te doy la derecha.

Vuelvo a respirar hondo y soltar el aire pesadamente.

—Me voy a tirar un rato, ¿Te jode? —Me levanto del sofá.

—Para nada, anda. Cocino yo, ¿Querés? Y vemos nuestra serie. —Propone.

La idea me agrada, por lo que asiento, le sonrío y camino hasta mi cuarto.

Cierro la puerta detrás de mí, y me apoyo en la madera un instante, con un único pensamiento en la mente;

Me gustaría invitarte a salir un día de estos...

La agitación que sentí en el pecho cuando lo escuché decirme eso, fue algo que no sentía por nada ni nadie hacía mucho tiempo. Su mirada, todo en Uziel me gusta. Y me descoloca. Me desubica de una forma que me atrae y a la vez; hace quiera huir lejos.

En el ascensor el otro día, por ejemplo. Se portó cálido, comprensivo y muy atento. Pero fue cuando me agarró en sus brazos que no pude seguir evitando lo que mi piel gritaba. Me gustó ese contacto, su cercanía, sus ojos amables y su sonrisa reconfortante. Me gustó estar de esa manera, y quise que no pasara, que no terminara ese instante ahí con él...

Por favor, ¿Cómo puedo pensar, siquiera sentir esta comodidad con alguien que apenas conozco?

—Es la soledad Maia... Eso debe ser —Me digo a mí misma.

Camino hasta la ventana para cerrar las cortinas, pero me quedo quieta frente a esta cuando mis ojos capturan una silueta alta en la ventana de enfrente.

Es Uziel. En la cocina.

Está de espaldas ahora, mirando algo en su mano. Lo observo curiosa por un momento, volviendo a mí las sensaciones que antes me recorrieron cuando estuve ahí, con él. De pronto gira, y yo me oculto tras las cortinas por vergüenza.

Lo espio, sigue ahí, se toca la cabeza y hace una mueca de disgusto. Pensar que todavía se siente mal, me hace sentir más apenada. Vuelve a darse vuelta, desapareciendo de mi vista.

Corro las telas de color violeta, y camino hacia la cama. Me siento, con la mirada clavada en el sitio donde estuve hasta hace unos segundos.

Agarro mi celular y me coloco los auriculares para escuchar música. En cuanto los acordes de la primera comienzan, me acuesto, mirando el techo.

Un minuto después, estoy sonriendo. Sonriendo porque me acuerdo que me pidió en unas de sus notas, le regalara mi sonrisa.

 

 

☆☆☆
 


 

Natalie llega con el pedido de nuestra cena, mientras yo pongo Netflix en el televisor. 
 


 

—Te esmeraste cocinando eh. —Comento burlona.
 


 

Ella se encoge de hombros, en tanto abre los paquetes que contienen nuestras hamburguesas y papas fritas.
 


 

—Mucha fiaca, mañana lo hago —me guiña risueña.
 


 

Sonrío sacudiendo la cabeza.
 


 

—Obvio, te tocaba y no cumpliste. Así que mañana me hacés esos tallarines que tan rico te sale. 
 


 

—Lo pedís lo tenés —bromea con gesto pícaro. 
 


 

Nos sonreímos, acomodandonos una junto a la otra. Comenzamos a comer mientras miramos Alta Mar. Nos encanta esta serie, la trama y las mil hipótesis que armamos, pero más nos gusta el actor protagonista. 
 


 

Comentamos ocasionalmente alguna que otra parte de las escenas, o al menos yo trato de hacerlo, porque para ser honesta no estoy muy concentrada que digamos.
 


 

— ¿Por qué mirás tanto el celular? ¿Esperas alguna llamada? —Pregunta mi tan atenta mejor amiga. — ¿Beltrán iba a llamarte de nuevo? —Curiosea con voz suspicaz. 
 




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