El tiempo pasa de prisa cuando estás en sincronía con la persona que amas. Fue como al principio de nuestra amistad, solo ella y yo. Me encanta su energía, su risa…su voz.
Estudiamos juntos para los exámenes finales. Al verla dormida, mi mente comienza a divagar, a soñar momentos románticos, tan dulces como el almíbar.
—¿Dijiste algo?
—¿Yo?
—Quien es dulce como el almíbar.
—Yo…
—¿Tú?
—Yo estaba pensando en las estadísticas.
—Aburrido.
Es maravilloso pasar tiempo con Claire.
Por qué no puedo ser yo.
A veces la veo mirando hacia la calle, suspira, ¿estará pensando en el idiota? Otras veces escucha el timbre del teléfono y corre a contestar, noto su decepción. Yo sufro el doble, por su desilusión y por la mía.
La amo tanto, que incluso, pensó en buscar al idiota, pero no soy tan masoquista... El tiempo curará su corazón. ¿Me escuchan?, mi propio corazón pende de un hilo.
Debería buscar, a una chica linda y deshacer el hechizo de sus ojos, de su mirada...de todo su ser.
Lucas, Lucas ¡Lucas!
Yo me sorprendo. Está a mi lado y ni cuenta me di.
—Desde cuando estás aquí.
—Estás peor que nunca (alza las cejas) ¿Tienes algo que decirme?
—¿Yo?
—¿Esa mujer está casada?
Yo pestañeo y me río con ganas… Ella hace una mueca.
—Entonces dime, si no es casada, que tan difícil puede ser para ti conquistar a cualquier chica de la universidad… Eres un galán. ¿Tiene novio?, entonces sedúcela y quítasela, así de simple… en la guerra y el amor todo se vale.
Yo respiro profundamente, el amor de mi vida… Mi amor secreto dándome consejos. La vida suele ser cómica, un humor bastante desagradable y sórdido. Que estaría pensando cupido, ese niño regordete.
¡Lucas!
¿Eh?
—Quien es regordete, no me digas que yo...
Me reí y esta vez con más ganas, ella, regordete… Eso fue gracioso.
—Hablo de cupido, ese ángel con flechas, a veces no le apunta a la indicada.
Claire hace una mueca. —Conozco esa sensación.
—¿De verdad?
Me siento enamorada de Rubén, pero a veces...
—¿Dudas?
—Sí...
—Y por qué dudas, que te confunde tanto…
—Yo…
Me mira y se sonroja, Dios, sus mejillas son adorables… Alzo una ceja y le pregunto.
—¿Tienes un secreto?
Sus ojos se agrandan y ahora sus mejillas se tornaron más adorablemente sonrojadas.
No me digas, chica coqueta que estás pensando en otro.
Ella muerde sus labios.—No te lo diré.
—Soy tu amigo, yo te cuento todo.
—Te digo si me dices el nombre de esa mujer.
—No es un trato, no te lo diré.
—Entonces yo tampoco.
—Es bueno tener secretos.
—Lo mismo pienso.
—Me lo dirás algún día.
—Si tú me lo dices.
El resto de la tarde, nos dedicamos miraditas y sonricitas… ¿Pueden entender cómo me siento? ¡En las nubes! Será que mi oportunidad por fin llegó, tal vez Claire se dio cuenta de que tener un mejor amigo es bueno, pero mucho mejor un amante amigo.
El idiota de Rubén perdió como en la guerra, supe que se marchó al extranjero, me siento mal por Claire... ¡Mentira!.
Decidí tomar las cosas con calma, ser su mejor amigo me da algunas ventajas, algunas noches cuando estudiamos para el examen final, me deja dormir en su cama… Su cama, su olor está en todos lados. Exquisito aroma.
Y doy gracias a Dios que sus padres son embajadores y nunca están en el país.
Decidí confesarle mis sentimientos, y esa tarde, me quedé mudo con mi declaración atorada en la garganta. Debía hacer algo, urgente. Le escribí una carta.
Querida Claire…
Recuerdo aquella vez, cuando nos cambiamos de casa, yo estaba amurrado. Odiaba dejar atrás mi escuela y a mis amigos. Pero de pronto vi una cara graciosa, llena de pecas sobre unas mejillas sonrojadas, fisgonear desde la ventana de la casa vecina. No sé qué sucedió, pero me enamoré, así de simple. Es esa sensación de estar enamorado desde siempre.
Desde entonces mis sentimientos son tuyos.
No soy el mejor poeta, pero tienes mi corazón.
Corrí al parque.
Llevo la carta en mi bolsillo, Claire está con una amiga, esperaré la oportunidad para entregársela… Ver su reacción, morir o vivir.
Cuando se quedó solo... Sonreí, fue cuando el idiota de Rubén apareció de la nada y lo abrazó… Entonces, Claire se sonrojó, me miró.
—Nos reconciliamos.
Creo que mi mandíbula se cayó.
Fingí una sonrisa, era evidente mi actitud… Una mezcla de desconcierto, celos, frustración, incluso quise reírme de mí mismo.
Retrocedí algunos pasos, dije que tenía una cita… Claire sonríe y me abraza.
—Te lo dije, ninguna chica puede resistirse a tus encantos.
Yo vuelvo a fingir una sonrisa, y por primera vez quise la odié.
Estaba realmente molesto, la evité el resto del año.
Cuando el año terminó y todos nos graduamos… Hice mi equipaje y viaje al extranjero.
No la volví a ver durante un largo tiempo.