Sin Poder Olvidarte.

—Vamos princesa, todos están aquí por ti mi niña, es tu noche disfruta —animé a mi tímida Merliah a bajar las escaleras.

—Pero madre y si...

—Y si nada ve y diviértete, tu padre te espera y tu familia también, los abuelos quieren ver a su nieta y no los hagas esperar Merliah —tomé la mano temblorosa de mi niña y la ayudé a dar el primer paso, pero no sé movió.

—Pero mamá  —musitó con voz de súplica.

—Estás lista ahora baja, todos te esperan —Tome  la otra mano de mi niña guiandola a las escaleras.

La princesa dió una última mirada a su madre antes de bajar las escaleras.

El heraldo al ver a la muchacha, la anunció como correspondía bajó las escaleras lentamente  su vista se posó en un joven de vestimenta militar de gala, su largo cabello color miel peinado hacia atrás y esa mirada grisácea que por tanto tiempo ansiaba volver a ver. 
Aquel momento pareció detenerse para ellos  dos.

Cuando escuchó el anuncio de la entrada de la princesa, su vista fue a las escaleras, allí estaba tan hermosa cómo siempre, pero ahora era más hermosa ¿O acaso era el tiempo que tuvo sin verla? Usaba un vestido verde esmeralda que hacía resaltar su blanquecina piel y su  cabello rojizo el cual traía suelto como único adorno, traía una pequeña tiara con esmeraldas, zafiros y rubíes  con motivos florales  cómo decoracion y por último su inseparable amuleto, sintió el tiempo detenerse en aquel momento que cruzaron miradas, otra vez creyendo que podía lidiar con la cercanía y fracasando en su experimento de que definitivamente Merliah Mountbatten nunca saldrá de su corazón.

Su padre la recibió al pie de la escalera, la llevó al medio del salón para bailar la primera pieza con su hija en mucho tiempo.

—Princesa eres tan ligera en el baile como tu madre, eres mi niña y lo sabes lamento si a veces cometo errores Merliah...

—Padre para mi eres el mejor, con todo y que a veces me enojo mucho por cosas momentáneas —admitió la princesa divertida, por la expresión graciosa que su padre había hecho al escuchar lo que su hija dijo.

Giró a Merliah sobre sus tobillos haciendo la falda de su vestido moverse al compás de la música.

—Padre es mi turno —dijo Gael esperando que su padre  le entregase la mano de su hermana, para esta vez él bailar con la pelirroja.

—Esta bien es tu turno, cuidala de cualquier...

—Padre, padre es solo un vals deja de exagerar —Merliah tomo la mano de su hermano, para bailar la siguiente pieza juntos.

—Me alegra mucho ver tantos cambios positivos en ti Lía, no estuve de acuerdo en la decisión de nuestro padre de enviarte  a un internado hasta Altamyr, pero viendo los resultados no fue tan mala idea después de todo —dijo el principe Gael el cual posó sus ojos en una hermosa joven de vestido vinotinto.

Merliah notó el cambio en su hermano, dirigió la vista hacia donde Gael tenia sus ojos puestos.

—Gael no se a que esperas  para que aceptes que te gusta Genevieve; si sigues perdiendo el tiempo meditando todo, ella se cansará de esperar y lo tomara como un rechazo  —mencionó la princesa mientras su hermano también la hacía girar sobre sus sus pies.

—No es lo que crees Lía de verdad...

—A mi no puedes engañarme hermano, eres  la persona que más conozco en este mundo, se todo de ti al igual que tú de mí, de verdad quiero que  dejes de pensar tanto y solo seas felíz junto a la persona que ames..

El rubio iba a decir algo, pero un joven, llegó adelantándose.

—Alteza si me permite me gustaría, bailar está pieza junto a la princesa —dijo un apuesto joven pelinegro  con vestimenta elegante también en color negro

—Esta bien —ofreció la mano de su hermana al príncipe Fabián para luego retirarse.

La pelirroja acepto  con reserva, pues Fabián no era de su agrado precisamente y se esmeraba en hacérselo saber a él.

—¿Por qué tan arisca alteza? —inquirió Fabián con voz aterciopelada.

—Porque no me agradas principito  —respondió ella con el mismo tono que el muchacho usaba, esbozando una sonrisa, mostrando sus dientes.

—Seré tu esposo no deberías tratarme así —refutó Fabián haciendo girar a la princesa con delicadeza.

Soltó una carcajada irónico —tú mi esposo ¿No hablaras en serio? Sabés que solo es...

—Si lo sé, es solo una pantomima princesa, pero en el hipotético caso que tu padre no haya logrado algo, tú fierecilla vas a usar un lindo vestido para mí en el altar —Soltó Fabián con suficiencia, pegando a la princesa a su cuerpo.

—Prefiero lamer un sapo antes que casarme contigo, eres demasiado engreído y egocéntrico para mí gusto, sabes Fabián en Altamyr me han hablado de ti —dijo ella poniendo la mano en el pecho del principe para marcar distancia—, y creeme no fueron cosas buenas.

—Solamente son habladurías de señoritas dolidas, mi lady no creerá usted eso ¿Verdad?

—Fabián tú decías que no te casarías con alguien como yo ¿Qué te hizo cambiar? —inquirió Merliah eceptica —, no me interesas y dudo que de la noche a la mañana sea yo el amor de tu vida.

—Tú no sabes la vuelta que da la vida princesa —comentó Fabián inclinando a la princesa.

Ya estaba arta de aquel tipo, no llegaría nunca a nada —eso es cierto alteza nadie sabe las vueltas que da la vida, pero algo es seguro, si aspiras a ser rey de Alkarya de una vez te digo, que eso no pasará nunca —la pelirroja dió un pisotón al muchacho y este la soltó al instante por el dolor ocasionado.

Salió apresurada a los jardines reales llegó a la fuente del amor como su amiga Genevieve la había bautizado, se acercó a ella apreciando su reflejo junto al reflejo de las dos lunas de Alkarya.

—Merliah —llamó alguien sacando de sus cavilaciones a la distraída princesa.

En cuanto escuchó aquella voz se dió la vuelta, para mirarlo a la cara —Axel ¿Cuánto llevas ahí? —inquirió nerviosa.

—No lo sé minutos —respondió el militar con simpleza—, luce preciosa está noche alteza bienvenida a Alkarya  —dijo con solemnidad haciendo una reverencia, presentando sus respetos para luego retirarse.