Relatos breves para noches de Insomnio

paseo peculiar (segunda parte)

Como si de sincronía se tratara ambos tipos avanzaron con la batuta en mano. Si me dejaba golpear por ambos estaba jodida.

Pero por uno de los dos debía recibir al menos un golpe. Me apresuré por el uniformado de la derecha e intercepté su golpe sujetando su brazo armado con ambas manos y rápidamente levanté mi pierna izquierda y golpeé el pecho del uniformado número 2.

Bueno, ya me estaba superando. No había golpes hasta el momento.

Impulsé el brazo del uniformado número 1 hacia mi rodilla y este se fracturó haciendo que soltara la batuta. El alarido que dejó escapar fue música para mis oídos.

Pero me distraje lo suficiente como para permitirle al uniformado número dos atacarme, afortunadamente interpuse mi brazo izquierdo y el impacto de la vara hizo que corriente eléctrica recorriera la longitud de este.

La mirada que le di una vez estuvimos frente a frente hizo que su repentina expresión de júbilo se esfumara. Con la palma de mi mano impacté con fuerza su nariz de forma ascendente y él retrocedió llevándose las manos a su nariz ensangrentada.

Una patada en las bolas y nuevamente estaba libre.

Un nuevo uniformado hizo aparición en uno de los extremos del pequeño círculo de personas.

-Déjame adivinar- murmuré recogiendo ambas batutas del suelo y ajustándolas en cada mano a modo de defensa y protección- también eres amigo del idiota.

En respuesta el tipo me sonrió y dio un paso más. Este, a diferencia de los otros, tenía complexión de luchador y cara de malo.

Las personas prácticamente le hicieron calle de honor.

-Muy bien- avancé sin vacilación.

Sin embargo, cuando nos encontrábamos a una distancia formal y notando que yo tenía ambas batutas el tipo hizo algo que no esperaba.

Soltó la suya y ajustó su postura a una de ataque en boxeo.

Enarqué una ceja y él me retó con la mirada.

>>Como sea- revoleé los ojos y solté mis armas.

La canción en mi mente cambió a “Dangerous” de Royal Deluxe.

Dirán que estoy loca, pero ya le estaba tomando el gusto a esto.

Ajusté mi posición acorde con la suya y un pequeño bufido de burla de escapó de sus labios.

Pero a ver, seamos sinceros. Una chica de 1,70 flaca y mas bien desgarbada contra un tipo grande de 1,90 de estatura y probablemente más de 100 kilos de peso.

Hasta a mi me hacía gracia la escena.

Sin embargo, su gesto de satisfacción se vio truncado desde el primer golpe que le bloqueé y mi respuesta con un uppercut.

La pelea estuvo equilibrada y me estaba divirtiendo bastante. Hasta que tras una leve distracción al notar que una tipa intentaba agredir a Majo, mi agresor me golpeó directo en la quijada.

Sobra decir que el impacto me mandó a volar, él sabía que yo golpeaba fuerte a pesar de mis escases de masa muscular y ya estaba bastante cabreado al verse con varios moretones, un ojo inflamado y los labios sangrantes.

Partí una mesa con el impacto de mi cuerpo y como si no fuese suficiente bastaron segundos para tenerlo sobre mí con todo su peso intentando asfixiarme.

Rápidamente envolví mis piernas alrededor de las suyas, moví mis brazos bajo los suyos y los estiré por encima de mi cabeza, eso hizo que su agarre en mi cuello se redujera a nada y perdiera el apoyo de su peso.

Cuando sentí todo el peso de su cuerpo sobre el mío, gracias al agarre de mis piernas pude girar para cambiar de posición.

Un golpe en la cuenca ocular sana y otro en el pómulo. Digamos que estaba lo suficientemente enojada como para no notar a quien le pertenecía la fractura de un hueso que se escuchó al impactar mi puño.

Knockout.

-¿Quién sigue?- pregunté un tanto molesta por el dolor en mi quijada.

La chica que había estado molestando a Majo se perdió entre la multitud cuando notó que la tenía en la mira.

Noté a dos uniformados más adentrarse en el pequeño cuadrilátero y sin esperar palabras de saludo avancé hacia ellos.

-No ¡NO! Maju, ellos son amigos míos- Majo se interpuso en mi camino y sujetó mis hombros.

Inmediatamente me soltó y se alejó de mi con terror.

¡Mierda!

Eso me hizo reaccionar. Creo que fue como si un globo se desinflara.

O sea, había hecho todo esto por defenderla, pero al mismo tiempo acababa de asustarla.

-Está bien- dije bajando la mirada.

YO. CON. VERGÜENZA.

¿QUÉ DEMONIOS ME ESTABAN HACIENDO MIS AMIGOS?

Nunca me avergonzaba de mostrar como en realidad era.

Sin atreverme a mirarla avancé hacia los uniformados, levanté mis manos y junté las muñecas.

-De esta no me escapo ¿verdad?- medio sonreí y uno de ellos arqueó las cejas dando un rápido vistazo a mi alrededor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.