Relatos de callejones

Relatos de callejones

                                                         Para Bom bom que la llevo tatuada en mi alma y todos los perros abandonados que siguen buscando el amor en los callejones.

Corría y corría, esquivando personas, ancianos, niños y todo tipo de objetos que se puede vender en un mercado, cada instante volteaba la cabeza para notar si seguía atrás mío, la carnicera que venía con machete en mano, era pan de cada día (pero esta vez cambiemos la palabra pan por “carne”).

 Era carne de cada día correr por los pasillos del mercado, con la carne hurtada entre los dientes mientras la carnicera corría tras de mí, con una sola idea, volarme la cabeza de un machetazo.

Nos turnábamos, quien cometería el nuevo hurto, iniciamos cuatro pero poco a poco, fue creciendo la gran familia, más que fundador, “Salchichón” era el perro más viejo de la jauría y con la edad y anécdotas llegó también su sabiduría, era el ángel de los desamparados, lo conocí esa noche cuando me bajaron del auto y me dejaron en la carretera , pensé que era uno de los tantos juegos que hacíamos Sam y yo , pero esa noche fue distinta, eran épocas frías , que el calor del fuego no era suficiente, se necesitaba el calor de la familia y Sam lo sabía bien , siempre me lo decía – “te llevo en mi alma Nickolas”, pero esa noche sus palabras se quebraron , digo eso por la gota que cayó al momento que me bajaba del carro y me dejaba en la carretera , esa gota cayó con tanta violencia en la tierra , pasando las barreras que el humano pone al tiempo (pasado, presente y futuro) llegando a las palabras de Sam y como una ventana rota por un pelotazo, así quedaron esparcidas las palabras de Sam.

Había comenzado la lluvia, antes cuando tenía un hogar, la lluvia era como una pintura en una exposición, hecha para admirarla, pero ahora estoy dentro de la pintura y siento la lluvia, que curiosidad, de la pintura surge esta lluvia que acompaña mis lágrimas.

Me quede esperando en medio de la carretera, esperando a Sam, creo que seguiría esperándolo si no fuera por los carros locos, que a diario matan a muchos como yo, por la excesiva velocidad con la que van sin impórtales nada, porque también ellos corren peligro, por querer ganarle al tiempo.

Esquive a dos carros locos y el tercero me chocó, arrollando mi pata y pude llegar a duras penas arrastrándome a una vereda.

Me dolía mi patita, sé que pasaría el dolor, sé que me curaría, pero, ¿Cómo se cura el alma?

¿Cómo se hace cuando te abandonan?, Sam donde te encuentres espero que no te dañen el alma, porque ya no estoy para protegerte, porque se lo que se siente tener un alma dañada, porque ahora lo estoy sintiendo, porque estoy tirado en esta vereda con una pata mala y el alma quebrada.

Fue ahí cuando vislumbre a un perro grande de pelaje negro y de ojos brillantes como las estrellas, estaba yo en la vereda con la pata dañada lo más lejos posible de los carros locos y llegó chorreando, me rodeó mientras me decía – ¿Hey que paso, puedes caminar? notó mi pata toda destrozada y en acto de segundos estaba ya en el lomo de un perro extraño, yendo no sé a dónde y alejándome de donde Sam tendría que venir a buscarme.

 

Capitulo II

Aumentaba la lluvia junto con el dolor de mi pata mala y caí en un sueño profundo, llevaba yo como cama el lomo de aquel ángel extraño, si un ángel, porque aquel perro es el ángel de los hambrientos, atropellados, golpeados y todos los perros abandonados en la ciudad de AYACUCHO.

Al despertar, me hallé en un callejón rodeado de botes de basura y colchones, aun mi visión estaba nublada por el choque, pero escuchaba varios ladridos.

- ¿Esta muerto?, ¿puedo quedarme con su collar?

-Cállate no ves que esta con la pata mala, ¡ah! ya va despertando.

-es un cachorro aun, lo encontré en la carretera, no pudo salvarse de los carros locos.

Trate de levantarme no pude sostenerme y caí, los demás me ayudaron, ya cuando recuperé la visión, observe a los que serían mi nueva familia que más adelante tomaría el nombre de “Cabeza de pollo”.

Llegó nuestra fama a las calles pero llegó con el epíteto pandilla , en este punto quiero aclararlo antes de proseguir ,porque valgan verdades, si hurtábamos y hasta ahora lo seguimos haciendo, pero hay una gran diferencia entre robar y hurtar, nosotros no somos rateros, somos hurtadores, pero hurtadores consientes porque solo nos llevábamos lo necesario para llenar el hambre, porque comprenderás mi querido desconocido, no pedimos más, solo lo necesario ya que hay muchas bocas y tan poca comida, lo llaman pandilla, pero en realidad es una familia, y el nombre, bueno nos lo pusieron las carniceras , porque al iniciar los hurtos, comenzamos por la puerta grande, nuestro único objetivo eran las cabecitas de pollo, bueno también por lo fácil que estaban a nuestro alcance , las carniceras las ponían en fuentes al borde, lo único que teníamos que hacer era llegar disimuladamente, esperar que las personas se reunieran mientras conversaban ,hola , si claro todo va bien en casa, ¿es tu bebé? Esta muy hermosa, y ¡Zas! en el momento menos esperado llegaba el mordiscazo y con ello la huida.



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En el texto hay: supervivencia, amor, realismo magico

Editado: 24.01.2020

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