Capítulo 2.4
500…
97… 98… 99… 100…500.
Me senté en el piso pidiendo descanso, estoy exhausto y no he comido nada, mi boca esta seca y mis manos duelen un poco, pero nada preocupante, tengo que retomar el ritmo de entrenar un poco cada día, quizás 100 golpes por día, luego 150 y así.
No he meado en horas, guarde mi espada en su funda y fui detrás del edificio del gremio, allí baje la cremallera del pantalón y saque mi pene para mear, tuve que haber estado 1 minuto haciéndolo, era relajante hacerlo luego de mucho tiempo.
“2 bolas tengo, 2 veces sacudo.”
“de que hablas” una voz detrás de mí me asusto, me sobresalte y guarde rápidamente mi pene.
Cuando me gire vi a la chica de esta mañana, ella agitaba la mano saludándome.
“hola, ¿hace cuánto estas ahí?”
“una… ¿media hora? 45 minutos tal vez, estaba durmiendo sobre las cajas con esta manta encima.” Ella me lanzo la manta.
“por eso no te vi.”
“pensé que olerías la manta.”
“¿Qué? ¿Por qué haría eso?”
“pensé que eras alguna clase de pervertido.”
“No, no lo soy.”
“tengo hambre.”
“¿eso es interesante o relevante para mí?”
“se supone que me tienes que invitar a comer.”
“tu pagas tu parte, yo pago la mía.”
“vale.”
Yo lancé la manta devuelta a las cajas de atrás, tenía bastante hambre, suficiente para comerme una vaca entera, pero eso sería un desperdicio, si como un estofado estaré bien hasta mañana en la mañana, quizás vuelva a robar otra manzana si me da hambre.
Al entrar a el gremio salude a la recepcionista y ella me devolvió el saludo enérgicamente, yo me fui a la zona de la cocina y pedí un estofado y sidra de manzana, necesito comprar alguna cantimplora, ya sea de calabaza o de cuero.
Fui con mi plato en mi mano derecha y mi bebida en la izquierda y me senté en una mesa, ella venía detrás de mí con una sopa, 2 panes y cerveza.
Como siempre levantaba la visera de mi casco y como siempre llegaba la misma pregunta.
“¿no te quitas el casco para comer?”
Mi respuesta volvía a ser la misma, el mismo tono de voz, la misma palabra, casi como un autómata repitiendo la misma acción constantemente.
“No.”
“¿solo dirás eso?”
“Si, no acostumbro a hablar mientras estoy comiendo.”
“tampoco hablas mucho después o antes de comer ¿no?”
“¿a qué te refieres?” yo lleve una cucharada del estofado a mi boca y comía lentamente mientras esperaba su respuesta.
“no te he visto nunca en un grupo, nunca.”
“no me gustan los grupos, las relaciones personales son… difíciles de mantener.”
“¿a qué te refieres?”
“podrías mantener una relación luego de haberlo perdido todo.”
“supongo, podrías mantener una que otra para no morir, aferrarte a los recuerdos o a las nuevas personas que te ayuden.”
“no era una pregunta, pero me gusto tu respuesta.” Yo comí y continúe hablando, ella partía su pan y comenzaba a comer también. “yo, no creo que pueda otra vez, las pesadillas me asolan desde hace ya 2 años, duermo poco para no tener que verlas, no puedo hacer más que matar para olvidar, no puedo hacer más que matar para recibir un banal sentimiento de placer.”
“¿placer?”
“no placer sexual, algo… diferente, se siente bien matar, pero luego ese sentimiento en mi cabeza se transforma en culpa, como si cada fibra de mis músculos tirase hacia la dirección contraria, pero mi cabeza las obliga a empuñar la espada o lo que sea que tenga en la mano, pero… después de un tiempo mi cuerpo se siente bien al acabar con ellos, cuando mato hay una sonrisa en mi rostro, no me importa matarlos mientras soy feliz.”
“¿pero? Hay algún, pero, supongo.”
“el arrepentimiento, tal vez, digo que me siento feliz pero mi cabeza opina lo contrario y a la vez me dice que está bien.”
Yo comía, mientras bebía, quizás para no hablar de nuevo, mi cabeza daba vueltas y mi vista se distorsionaba, no estaba a punto de desmayarme, pero mi vista se volvía nebulosa en algunos momentos.
“ahora entiendo porque estas cubierto de sangre casi siempre, no es porque seas sucio o descuidado, solo no te interesa limpiarla porque te ayuda a matar.”
“porque el olor de la sangre de los goblins oculta el olor al metal, lo leí en un libro.”
“yo nunca cace goblins cuando me inicie, nunca quise ser violada o usada, me parecen asquerosas las cuevas de los goblins y no soportaría ver a una mujer cubierta de sangre y semen.”
Sí, es duro verlo, ver a tu madre así es peor, pero no lo diré ahora ya que estoy comiendo, si mi cabeza quiere arruinar mi comida que arruine la mía, no la suya.
“si, es duro.”
“¿te molesta?”
“en realidad cierro mis sentimientos al entrar a las cuevas, solo uso mi cabeza y mis sentidos.”
“así que hueles todo eso.”
“huele mal, la carne podrida combinada con sangre, semen y el olor corporal de los goblins, el olor es insoportable y te dan ganas de vomitar, lo he hecho, pero te acostumbras.”
Su cabello negro protegía su ojo derecho, y solo me dejaba ver el ojo izquierdo que era de un intenso amarillo, como si estuviese quemando dentro de su globo ocular y este proyectase la luz hacia afuera por estos grandes ojos.
“¿te gusto?”
“¿mm?”
“en serio, -mm- ¿esa es tu respuesta?” (Usare los guiones como comillas, para más comodidad)
Editado: 06.07.2021