Había sido una chica muy, muy mala. Mala, mala, mala.
Llevar a Mike a casa la otra noche formaba parte del plan desde el principio. Sabía que Harry , mi padrastro, estaba todavía despierto, cuando nos colamos en la casa ya entrada la noche; se preocupa por mí. Sabía que subiría en silencio las escaleras mientras yo me lo montaba en mi habitación con el chaval del instituto. Y sabía que nos miraría mientras follábamos.
Había bebido demasiado, pero era mi decimonoveno cumpleaños. Al final, resultó que Mike fue una decepción. Estaba bueno y era atlético, pero era un crío. Nervioso, había jugueteado con mi ropa interior como si no pudiera creerse la suerte que tenía, y luego me había enterrado la polla con tanto entusiasmo, que sólo duró un par de minutos. Y tampoco es que pueda culparlo, con mis abultados pechos y mi respingón trasero a su alcance, yo también me habría entusiasmado por darme una buena follada.
¿He mencionado ya mi estrecho, y casi ilegal coño?
No era la polla de Mike la que yo quería, pero tendría que bastarme para mi propósito. De reojo, podía ver la sombra de Harry en el rellano de la puerta mientras follábamos. Me había preocupado de dejar la puerta entreabierta, incluso habiéndole dicho a Mike que la había cerrado, pero el muy idiota estaba demasiado borracho para darse cuenta. Me llegaba la respiración pesada de Harry desde el otro lado de la puerta, y sabía que estaba acariciándose el apretado bulto bajo los tejanos. Aquello me puso cachonda y fue lo que logró que pudiera continuar, gimiendo, y fingiendo que mi rollo-de-una- noche me estaba dejando satisfecha.
- Oh, Papi -Digo, Mike – fóllame...
Soy mala, tomándole el pelo de esta manera.
Mike se deslizó en mi interior con la ferocidad de un gatito. Se estaba corriendo prácticamente antes de empezar. No importa. Si Harry estaba mirando, sabía que tendría que tomarme pronto. Todo lo que tenía que hacer era soltar algunos indicios.
- ¡Córrete en mis tetas! ¡Quiero todo tu semen, Papi… uh, Mike !
Cuando Mike se retiró, se quitó el condón y se corrió sobre mis pechos, paseé los dedos por el blanco y caliente líquido. Eso hizo que mis endurecidos pezones relucieran, y me llevé uno de mis dedos mojados a la boca.
- Mmm… sabe tan bien, Papi
-¿Qué? ¿Me acabas de llamar Papi?
Mike se arrodilló sobre mí, con su pene todavía sacudiéndose entre sus manos, mirando cada rincón de mí como el tonto machote cachas que era. Las apariencias no lo son todo, ya sabes.
- No, Mike . Debes haberme entendido mal. ¿Por qué iba a llamarte eso?
- Uh, supongo. ¡Ahh, has estado increíble, Miranda!
Forcé una sonrisa.
- Gracias. El baño está al final del pasillo, la tercera puerta a la derecha
-¿El baño? ¿Qué, quieres que me lave?
Lo miré, con la frustración estampada en la cara.
-Sería todo un detalle. Porque tengo tu corrida por todas partes, y me gustaría ducharme, así que se rápido. Y no hagas mucho ruido… mi padrastro está en la casa
Se subió los pantalones y salió al pasillo. Me pregunté dónde estaría Harry , si habría salido corriendo escaleras abajo cuando Mike se descargó, o si había huido a su habitación para masturbarse. Mi madre estaría fuera algunos días más en un viaje de negocios a Seattle, así que tenía toda la casa –o casi toda la casa– para él.
Y entonces lo escuché. El crujido de una tabla del suelo a la izquierda de mi puerta. Se había escondido en una esquina.
Sonreí. No me había equivocado. Papi había estado mirando después de todo.
Lo único que tenía que hacer era echar al estúpido musculitos de la casa, y podría entrar en acción. Aunque no todavía. Era tarde. Quería ducharme, quitarme los restos de la pasión de aquel idiota y echarme una buena cabezada. Entraría en acción por la mañana, cuando estuviera fresca, y mis partes limpias.
¿Cómo iba a poder resistirse?
Me desperté, literalmente oliendo el café. Harry estaba abajo, preparando el desayuno antes de dirigirse a la oficina. Hice un sobre esfuerzo poniéndome algo sexy y uniéndome a él; se necesita mucho para tenerme levantada a la seis de la mañana, pero hoy no era un día más.
Hoy sería el día en el que seduciría a mi padrastro. Llevo deseándolo tanto tiempo. Harry se cuidaba y aparentaba mucho menos de sus 30 años. Era alto y musculoso, con un precioso cabello castaño, y tenía una inteligencia que igualaba su apariencia. Me he llevado la mano a las bragas tantas veces para masturbarme pensando en él. Los chicos de mi edad no pueden siquiera compararse, cuando estás acostumbrada a un verdadero hombre.
Pensé que se le iba a caer la taza cuando me vio entrar a la cocina. Había escogido un camisón de seda blanca muy ajustado que se aferraba a mis generosas curvas, y que, a su vez, se balanceaba alrededor de mi trasero al caminar. Me había apretado los pezones al bajar las escaleras, por lo que ahora asomaban seductoramente bajo la apretada tela. Si me volteaba lo suficientemente rápido, Harry obtendría la deliciosa visión de uno de mis cachetes; y si se atrevía a seguir mirando, vería la pobreza de mi ropa interior, unas prácticamente inexistentes braguitas medio transparentes, que dejaban intuir mi tentador coñito depilado.
Sabía que no debería estar haciendo aquello, pero quería con tantas ansias la polla de aquel hombre
- Buenas, Harry - comenté, antes de darle un rápido beso en la mejilla.
- Buenos días - contestó con nerviosismo - Estás… muy guapa hoy
Solté una risita. - Vaya, gracias- Apoyé una mano en su pecho - Tú estás guapísimo
Podía sentir sus músculos a través de su camiseta. El cabrón estaba muy bien para su edad; era musculoso y blanco , tenía buena salud y era muy fuerte. Era 11 años mayor que yo pero no me importaba en lo más mínimo. Quería tener la experiencia de su polla enterándose hasta el fondo. Una vez lo pillé follando con mi madre y los observé sin perder detalle, los músculos de su espalda y sus hombros se tensaban con cada embestida. Y fue en ese momento cuando supe que cuando fuera lo suficientemente mayor, quería que me satisficiera de la misma manera que había hecho con ella.
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Editado: 22.09.2022