A veces, cuando Pedro viajaba en las lagunas fieras del rio más cercano de la selva peruana, pensaba, y vaya que pensaba bien, porque no, no era un buen pensador, que al día siguiente tenía que volver a la realidad, que por mucho que siempre le guste estar en este rio, en donde el agua no es visible después de unos centímetros, en donde el aire es fresco y los animales exóticos son muy bonitos y donde la comida es muy rica y que todo lo de Perú es mejor, y porque no, todo el Perú es mejor que el mundo, porque no.
Y aun así, después de todo, los ojos, se le abrían y se encontraba, en el mismo odioso lugar en donde se había acostumbrado, y en donde se amarillaban los días por tanto sol y que sol tan odioso que no lo soporto, y que los buses, y que los niños jugando en el piso de arriba, y que los autos y hasta que los pajaritos no son muy bonitos que digamos, no por lo menos son tan bonitos como el de la selva, y el de la selva era, diría, su amiga, un perfecta sintonía entre la mentira y soledad, que siempre parecía perfecto frente a la realidad.
Y claro, su amiga también estaba allí, con la pijama aun puesta, peinándose, porque dícese que tenía una reunión súper importantísima a la que no podía faltar, y claro que no podías faltar Andrea, porque nunca ibas a esos lugares y nunca de los nuncas de lo que se dice nunca ibas a las reuniones de tu salón, que después de todo también estaban allí, al frente, a unos veinte pasos, que preferías irte con tu novio ese, con el chico lindo, guapo hermoso, churro, al que siempre le decías Amur, Darling, y esas huachaferías que le ponías tan excitado que pensaba en venir a vivir aquí, en este mismo edifico a uno pasos de ti, pero que el muy idiota no pudo a ultimo momento. Pero qué más da Andrea siempre pensaba que un año de amor, era mil veces mejor que cinco años en la universidad, y que nunca, pero nunca tenia ser indiferente esos a la que ella llamaba sus propios ideales.
Después de un par de horas, Andrea lo llamaba por el celular.
—Contesta rápido pues hijito — le decía — que me muero de sed, "trayme" un par de uvas, de esas que me gustan hijito, pero te apuras papacito, que espero con ansias esas frutas.
Y aunque ella no tenía la solución a esperar, porque dícese que esperar era lo que de lejos fue el peor invento de Dios todopoderoso, es entonces, un dilema, porque siendo así, como es Andrea, podía fácilmente comprarse un helado, sabor frambuesa, sabor pelagatos, sabor tachuela, hasta en el Perú existe en helado sabor ceviche ¿puedes creerlo? Y que por no creerlo, sabor tacú tacú, sabor huancaína, y que demonios más de helados habrá en el Perú, país de mediocres, decía su amigo, que nunca, se habría acordado y pasado unos días, habría llegado con las uvas.
Que cuando volvió al edificio, Andrea enojada, y Pedro feliz, rebosante de felicidad.
—De nuevo el sueño — fue lo primero que salió de su boca
—Hay niño lindo, siempre teniendo esos sueños, ¿Qué no entiendes de Cleopatra no es para ti? Ella no existe cariño, ella es solo una imaginación que esperas y esperaras siempre amiguito,.
Entonces él se fue a encerrarse a su cuarto, y que no salió de allí dice, que un par de días, que no fue a comer, o la comida iba a su cuarto, no lo sabían y que no queriendo saber, tampoco pregunto Andrea "Ay Andrea" porque no puedes ser una amiga normal amiga. Pero no fue una cosa así como "wao que cosa" porque las cosas como esas pasan y pasaban rápido, suponiendo que dos días es rápido, y que además Pedro salió de nuevo feliz y rebosante.
—¿Ya te vas a la Universidad Pedrito?
—Si Andrea, espero que te vaya bien a ti, y no llegues tarde.
—Por cierto, te llamo tu hermana ayer, dijo que no contestabas, y me llamo y que dice que alguien con nombre de Silvia te llamo y no sé qué, que la llames o que la llames a tu hermana o que le digas a Silvia que no moleste porque a tu hermana, por cierto es muy linda tu hermana, no le cae muy bien la Silvia esa...yo que se...por cierto ¿Quién es Silvia?
Carta abandonada en algún lugar del frio Cusco que nadie encontró.
Cuando caminaba, Pedro mío amor, por las calles de este lugar al golpe del feo viento, recordé, porque en el viento vi, tu rostro, mío amor, que espero y que pienses siempre en mí, que cuando te bañes pienses que estoy allí, desnuda bañándome contigo mío amor, y que nunca dejes de pensar en mi cuando escribas las cartas tan lindísimas que haces cuando estas enamorado mío amor, que nunca esperes un regalo de alguien que no sea primero el mío, y que recuerdes, mío amor, que cuando naciste, en el regalo de cumpleaños que te mandare siempre y recuérdalo que yo, ya te había visto antes siquiera que tu madre cuando naciste mío amor, y espero, espero algún día que siempre, lo que se dice siempre tengas en tu memoria, en rio profundo de lo que siempre me hablaste, y que algún tendríamos que ir, ¿sabes? No soy como piensas, de hecho averigüe en donde queda ese rio, y dice mi profesor de geografía que el rio Madre de Dios que, qué lindo verdad mío amor, que sea donde el nombre Dios este cerca ¿no te emociona? A mi si, y todavía espero que añores ese momento, porque si, ya no, mío amor, ya no le tengo miedo al agua.