Renacer

Capítulo IX

Capítulo IX 

Alexandra: nuestra boda.

 

Podía sentir mi nerviosismo casi que materializarse, estaba viviendo un sueño. Después de tanto años íbamos a unir nuestras vidas ante Dios. El nerviosismo no sobrepasaba la felicidad, estaba tan ansiosa que la noche anterior no pude dormir casi nada, como mucho dormiría dos horas y quizás estaba exagerando. 

 

Recuerdo que mi madre había llegado muy temprano esa mañana, pensando que me encontraría dormida, pero en realidad estaba ya tomando un café y ansiosa porque fuera la hora en que tuviese que ir a la iglesia. 

 

Por no dormir, había tenido unas ojeras descomunales que gracias a la magia del maquillaje pude ocultar, pero antes de ese paso me había duchado profundamente. Dure casi una hora en un baño de rosas que mi madre había preparado; ella estaba tan emocionada. Sabía que su sueño siempre fue que el hijo de su mejor amiga se casará conmigo y sabía que estaba haciendose realidad.

 

El proceso fue tardado, pero al terminar era literalmente una princesa. Mi vestido era pegado al torso, pero ancho en la parte de abajo, con brillos en la falda y mi padre había insistido en que usará una tiara. Recuerdo con claridad verme al espejo y sentirme literal una princesa de Disney; me sentía realizada. 

 

El día antes nos habíamos casado por el civil, pero sabía que ambos esperábamos la boda por la iglesia, ya que era la más significativa. Cuando por fin se hizo la hora de encaminarse a la iglesia pude sentir como la boca de mi estómago se cerraba del nerviosismo, mis manos temblaban y sudaban. 

 

Papá me miraba como si su niña hubiese crecido, pero no lo creía, estaba cien por ciento segura de que en mitad de ceremonia iba a llora. Con ayuda de mi padre logré subir al auto que habíamos alquilado para llegar a la iglesia, sentía que el viaje se hacía eterno y a la vez corto; era algo difícil de explicar, pero cuando por fin estaba frente al lugar donde se celebraría la ceremonia sentía que me faltaba el aire. 

 

—Respira Alex, no dejes que te gane el nerviosismo. —Mamá tomó mis manos mientras me sonreía, creo que se sentía identificada. Quizás en su casamiento también se sentía así de nerviosa y por eso me entiende. 

 

—Parece que estoy soñando —mi voz suena agrietada por tantos sentimientos encontrados. 

 

—Puede que parezca un sueño mi amor, pero es una realidad. Te vas a casar con el hombre que amas y serás feliz. —Los ojos de mi madre brillaban por lágrimas que empezaban aparecer. 

 

— ¿Y si después de tanto resulta que no somos compatibles?

 

 Creo que todos tenemos nervios en ese momento y las dudas llegan. 

 

—Si fuese así, se hubiesen dado cuenta hace años mi vida. —Mamá tocó mi mejilla con cariño, mientras mi padre tomaba mi mano y me daba un apretón suave para darme ánimos.

 

—Debemos ir Alex, así que respira profundo y tú puedes con esto —habló papá y le hice caso. Después de unos minutos me sentía más calmada y dispuesta a todo.

 

Era el inicio de mi nueva vida, puede que Bastian siempre estuviera presente, pero estábamos pasando a otro nivel a uno que nos hacía mucha ilusión y esperábamos estar listos. 

 

Para muchos era sumamente extraño que dos jóvenes de veinte años estuviesen dispuestos atar sus vidas, pero en sí, siempre estuvimos atados con una línea invisible que nos hacía perfectos para el otro. Sí, puede que sea incluso abrumador para otros ver lo unidos que podíamos ser, pero yo estaba segura que éramos afortunados de tener el amor tan presente siempre.

 

—No me dejes caer, papá —le susurré, mientras se abrían las puertas de la iglesias y los ojos de todos se posaban en mí.

 

—Por supuesto que no te dejare caer bebé, ahora disfruta esta experiencia. —Me sonrió a papá y camino lentamente a su lado.

 

Mi vista se posa al frente, al final del pasillo, donde se encuentra Bastian, que me mira de manera fija y sus ojos brillan con tantas emociones que me abruman y me encantan a la vez. No sé si quería llorar o reír; puede que haya hecho las dos cosas, pero simplemente no podía apartar la mirada de sus ojos nublado de lágrimas y emociones encontradas. 

 

Al llegar a su lado mi padre colocó mi mano sobre la de él y nos sonrió a ambos. Bastian parecía solo tener ojos para mí, ya que no dejo de mirarme en ningún momento. 

 

—Solo te pido que la cuides siempre y que la hagas feliz —la voz de mi padre nos llegó a lo lejos, solo ahí Bast desvió un segundo la vista de mí y miró a papá con mirada determinada. 

 

—Prometo que la cuidaré siempre y haré todo lo posible por hacerla siempre feliz. —Papá le sonrió con cariño y se despidió de ambos. 

 

La ceremonia se hizo corta, en realidad no recuerdo mucho que dijeron, simplemente no podía dejar de mirarlo y él a mí tampoco. 

 

Por mi mente pasaron muchos recuerdos que me hicieron perder en sus ojos. No sé en qué momento había empezado a llorar, pero de un momento a otro sentí como un mar de lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Lloraba de felicidad.

 

Cuando ambos dijimos si acepto la felicidad que sentí fue otro nivel, algo que nunca había llegado a experimentar. 

 

Solo recuerdo haber pensado que nuestro amor iba a ser para siempre. 

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#43924 en Novela romántica

En el texto hay: intriga, drama

Editado: 06.01.2022

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