Capítulo XIV
Viaje de Negocios
Bastián
La vida; esa hija de puta que te puede golpear y dejarte medio muerto en muchas oportunidades, pero a su vez te puede dar momentos únicos que remplazan los malos momentos.
En ciertas ocasiones siento que la vida conmigo ha sido dura y perversa, pero luego al llegar a casa los brazos de mi hija hermosa me hacen recordar que tampoco ha sido tan mala; a pesar de los golpes también me ha dado flores.
Igualmente siento que mi vida se convirtió en una rutina sin son ni sabor, simplemente vivo por inercia, veas por dónde lo veas no es nada saludable o bueno; me siento vacío, aunque tenga el amor de Abby y mamá, me sigue haciendo falta algo.
No sé cómo explicar exactamente cómo me siento, pero de alguna manera estas últimas semanas mi rutina no ha sido igual, cambios sutiles como el sabor del café que prepara la pasante para mí, han logrado pequeños cambios que puede que sean la razón por la que me siento algo diferente.
Liz lo ha notado, en sí creo que todo mi personal ha notado un cambio que es difícil de explicar incluso para ellos, pero ya no soy el ogro —por lo menos no siempre— que les hace huir cuando viene por el mismo lugar que ellos.
Hoy me atreví hacer algo arriesgado, nunca le he dado una oportunidad de esta magnitud a una simple pasante, pero fue algo que surgió de un momento de enfado, quise darle una lección a Esteban y de cierta manera lo logré, pero lo que no esperé es que Samantha nos sorprendiera a todos.
La chica que por fuera aparenta ser un simple conejito, se transformó en una leona una vez estuvo frente a nosotros, y los titubeos iniciales desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Ella nos sorprendió y de buena manera.
Con todos, me refiero a mis socios y a mí, yo estaba seguro que Esteban a pesar de lo incompetente que está siendo últimamente iba a hacer un mejor trabajo, pero la verdad no fue esa, Samantha se ganó el lugar y demostró que vino para quedarse.
Su creatividad y su pasión al mostrarnos sus ideas nos hizo pasar por alto los pequeños errores que tiene. Nos miró uno a uno a los ojos y nos hizo involucrarnos en el proyecto, ser parte de él.
Ahora ella es la encargada principal de la nueva campaña que presentaremos mañana. Hoy fue un día duro de preparativos, pero ella ha dado la talla, acato propuestas, implementó buenos cambios; me sorprende pensar que es una simple novata, una novata que cuando veo apasionada por lo que hace me hace sentir raro.
El fuego en la chimenea se consume ante mis ojos, un suspiro pesado se escapa de mis labios; el invierno aún se siente a pesar de estar casi a finales de febrero. Observó la danza que realiza las llamas frente a mis ojos y me quedo analizando cada cambio que ha tenido mi vida desde que se fue Alex: Tengo una hija, una empresa y la casa que siempre quisimos, pero no la tengo a ella.
He sido fuerte y he aprendido a llevar el dolor que dejó su pérdida en mi corazón, pero a pesar de los años no estoy seguro de haberlo superado, por ello me siento extraño al sentir atracción por una niña pelirroja que se ve apasionada por su trabajo.
Mamá suele decirme que me merezco ser feliz y para ser sincero siempre me he cuestionado esa afirmación, porque aún me siento culpable de su muerte. Por esta razón nunca me ha interesado seguir completamente adelante, ahora que siento atracción genuina y no solo sexual, me es raro, porque mi corazón piensa que la estoy engañando. Cómo si dejara atrás a Alexandra.
Agito suavemente el vaso de whisky en mi mano derecha y sin dejar de observar las llamas lo llevo a mis labios, bebo un trago que me llega al alma. Por alguna razón y aunque no me guste —por lo raro que me siento— estoy emocionado por el viaje que tendremos mañana para presentar la campaña, soy un idiota definitivamente.
Pero lo cierto es que la chica lleva dos meses en la empresa y la he evitado como la peste por como me hace sentir, en todos estos años nadie ha despertado este lado de mi nuevamente, así que, estoy emocionado como un maldito puberto.
(...)
Maldigo a todo el planeta por el dolor de cabeza infernal que estoy teniendo, parece que tome diez botellas cuando solo fue un mísero vaso de whisky, además el sueño no me deja ni caminar con tranquilidad; debí acostarme más temprano.
Pero a pesar de sentirme como mierda, estoy esperando en el helipuerto con unos lentes de sol que solo ocultan mis horribles ojeras, ha señorita Duran que aún no llega.
La falta de sueño me hace volver más gruñón de lo normal, por ello estoy discutiendo con Liz a través del teléfono sobre unos asuntos comunes, pero que me sacan de mis casillas por el simple hecho de estar de mal humor.
—Liz se que no es tu culpa, pero Esteban tiene que tener ese proyecto listo cuando regrese, por sus berrinches de niño pequeño no podemos retrasarnos con las otras entregas —la escucho a través del teléfono afirmando que hará todo lo que pueda y finalmente se despide deseandome buena suerte y a Samantha también. —Mantenme informado.
Cuando finalmente cuelgo la llamada levantó la vista para ver cómo a lo lejos una melena pelirroja se acerca a mí dirección. La chica lleva un vestido color vino pegado al cuerpo, pero con unos converse en los pies —cosa que no combina mucho—, además de que está algo despeinada y sin una gota de maquillaje, se ve hermosa sin maquillaje pero debe estar acorde a la circunstancia.
—Buenos días ¡Dios llegue a tiempo! Se me hizo algo tarde —la escucho tomar una bocanada de aire y tratar de calmarse, al parecer venía corriendo; se le nota el esfuerzo que fue para ella levantarse de la cama tan temprano.