Epílogo
Bastián
Apenas abro los ojos sé que estoy en un sueño, ¿Qué cómo lo sé? Sencillo, todo alrededor es completamente blanco, se ve incluso como si el lugar fuera infinito.
Decido caminar y lo hago por largo rato sin entender porque no hay nada en este lugar, de alguna manera siento sed y estoy agotado de tanto caminar y no encontrar nada.
Me detengo y analizo el significado que pueda tener este sueño, pero es difícil porque solo veo todo blanco y he caminado mucho.
Estoy apunto de sentarme en el suelo y solo esperar que despierte cuando veo una mujer a lo lejos, su cabello es extremadamente negro y largo. Está muy lejos por ello no puedo detallar mejor, sin pensarlo me acercó casi corriendo a ella, algo me dice que ella me dará respuestas.
—Disculpe —Le llamó, mientras troto un poco ya que empezó a caminar. —Esperé por favor. —La mujer parece escucharme porque se detiene y voltea hacía mí.
Al verla directamente puedo detallar su rostro, es muy blanca y su piel parece de porcelana, sus ojos son de un azul profundo en dónde parece que el océano está fluyendo entre ellos.
Por un momento me quedo asombrado porque simplemente no parece real, se asemeja a una muñeca de porcelana.
—Oh Bastián eres tú, tardaste un poco en llegar. —Sus palabras me sorprenden un poco, conoce mi nombre y parece estar esperándome. No entiendo nada.
—¿Me conoce? —Es una pregunta un poco estúpida, teniendo en cuenta que ha dicho mi nombre, pero me es inevitable no hacerla.
Ella me sonríe y me invita a seguirla, de la nada parece una mesa blanca con dos sillas, sobre ella hay dos tazas de café caliente que huelen delicioso, no tengo ni idea de cómo llegó eso ahí, pero no me dejo llevar por la lógica —después de todo esto es un sueño— sino que por lo que sucede, así que le sigo y me siento frente a ella.
—Disfruta del café. —La mujer sonríe mientras toma su taza y la lleva hacia sus labios.
—Gracias —digo algo confundido porque este sueño está siendo muy raro, pero el café entre mis manos huele muy real. —¿Qué hago acá? ¿Quién es usted?
No logro aguantar la curiosidad, quiero salir de éste sueño eterno y saber el porqué de estar aquí.
—Ya sabes todo. —dice con tranquilidad devolviendo la taza a la mesa y adoptando una pose relajada.
No entiendo a que se refiere así que la miro por un momento, hasta que la respuesta más lógica viene a mi.
—¿Se refiere a lo de Samantha y Alexandra? —preguntó con curiosidad y la mujer asiente.
—Creeme que nunca pensé que lo creyeras a la primera Bastián, eres un hombre difícil de convencer y lo supe desde el principio, desde que les concedimos la oportunidad a ambos, así que me sorprendió que lo aceptarás tan rápido, pero creo que aprendiste y por ello viste que no podías seguir perdiendo el tiempo. —Le miro con los ojos entrecerrados tratando de procesar sus palabras ¿Ella ha sido la que nos ayuda?
—¿Así que usted ha sido una de las personas que nos ayudaron? —preguntó.
—Soy un ángel, y si ¿Te gustaría saber porque lo hice?
—Claro. —Tomó un sorbo de café para calmar esos nervios que no sé porque empiezo a sentir de repente.
—Cuando el accidente pasó, tu corazón pedía a gritos un milagro, estabas dispuesto a cambiar, a enmendar tus errores con tal de tenerla a tu lado de nuevo ¿me equivoco? —Niego porque es cierto, yo estaba dispuesto a lo que fuese para que ella se salvara.
—Pero, ¿Por qué simplemente no hiciste que sobreviviera? ¿Por qué ponerla en otro cuerpo? —Necesito entender porque complicar las cosas de esta manera, amó a Sam con mi alma, pero sinceramente colocarla en otro cuerpo solo fue enredar las cosas.
—Todos tenemos una misión en la vida, la de Alexandra era hacerte Renacer, cambiar para bien en pocas palabras, mejorar, ella no lo había logrado en ese entonces, pero su cuerpo no resistía por ello el cambio. —Su voz era muy calmada, me hacía sentir en paz.
—Me fue muy difícil de creer —susurro, fue una verdad que me costó afrontar.
—Lo sé, pero es una oportunidad que no debes desaprovechar. Decidiste creer en tu corazón y no en la razón. —Ella nuevamente me sonríe y parece ver algo detrás de mí. —Me tengo que ir, me alegra ver qué supiste buscar la felicidad, desde lejos seguiré observando su vida, me gusta verlos felices.
—Gracias —digo sin más y ella me sonríe —Por ponerla en mi vida de nuevo.
—Espero que sepas conservar está oportunidad. —La veo levantarse y alejarse hacia el infinito blanco y perderse en él.
(...)
Me despierto, ante la voz del piloto anunciando que aterrizaremos, ha sido un sueño extraño que de cierta manera lleno algo en mi corazón.
El avión aterriza a los minutos, luego de buscar mi maleta y mandar a Liz a casa, tomé un taxi hasta mi hogar.
Al entrar a casa escucho los pasos de mi hija correr rápidamente hacia mí. Abril aparece en mi campo de visión, así que abro mis brazos para esperarla y darle un fuerte abrazo y beso en la frente.
—Papi te estañe. —Ella abraza mi cuello con todo ese amor que parece más grande que todo su cuerpo.
—Y yo a ti mi amor, ¿Te has portado bien? —Mi hija cumplió cuatro años hace un mes y es un terremoto andante, que llena de alegría la casa.
—Shi, Le hishe masajitos en la espada a nani tomo me dijite, Abby me ayuo —Le sonrió y beso su mejilla, mi nena es muy obediente.
Camino a la cocina donde está Samantha junto a Abby haciendo la cena, mi nena mayor ha crecido tanto que me siento un anciano a su lado.