Rendirse o amar

2.

La chica suspiró para sus adentros y volvió a esconder la cabeza entre sus rodillas, tras sus brazos entrelazados.

Todos los chicos, excepto uno, abandonaron la habitación. Por unos segundos reinó el silencio, hasta que Jamie oyó pasos acercándose. Aunque ya sabía perfectamente quién era.

—Tenemos una oportunidad aquí —por el movimiento del aire, la prisionera notó que el chico "parlanchín" se había sentado junto a ella—, de estar un rato a solas.

Con estas palabras, el mercenario la agarró del brazo y tiró hacia sí. Jamie se incorporó de golpe y retrocedió de un salto. Estaba segura de que podría controlar a este tipo molesto.

—Te cansarás de huir de mí —sonrió el chico—. Y aquí no hay donde esconderse.

La chica observaba con atención cada movimiento de su adversario. Esperó a que lanzara su ataque, bloqueó ágilmente el golpe y contraatacó veloz, asestándole una patada directa al plexo solar. El mercenario se dobló y retrocedió un paso. Jamie giró sobre sí misma, le propinó otra patada en el torso y se lanzó a la fuga.

***

—¿Qué piensas del nuevo, Night? —preguntó el chico moreno de complexión robusta a su compañero—. Creo que llegará lejos.

—Sí, estoy de acuerdo. Se parece un poco a ti, Lychee, ¿no crees? —respondió el que llamaban Night.

—Quizás en algo sí —Lychee tocó pensativamente el colgante que llevaba al cuello y empezó a juguetear con él—. Todavía tiene que pasar el examen de ingreso.

La conversación fue interrumpida por el pitido de la radio. Night tomó el aparato y presionó el botón.

—Skyner uno, te escucho —dijo.

—Ah, Skyner, qué bien que eres tú —respondió la radio—. Se nos ha escapado una civil. Se dirige al norte. Los chicos la dejaron con... Rino. Creo que tú eres quien está más cerca de ella ahora mismo.

—Entendido, me encargo yo.

—Sin problema.

El chico dejó la radio sobre la mesa y exhaló con fuerza.

—Cuántas veces hay que enseñarles... —murmuró.

—Bueno, nadie se había escapado de Rino antes —añadió Lychee.

—Sí, pero ya sabemos lo que intentó hacer, ¿no?

Lychee asintió. Su compañero sacó un navegador de bolsillo y examinó el mapa. En la pantalla estaban marcados los puntos donde había estado la chica y su última posición detectada por las cámaras.

—Probablemente no llegues a tiempo —comentó Lychee, mirando la pantalla—. Y perseguirla fuera de nuestro territorio será toda una aventura.

—Llegaré, tengo una idea —le aseguró Night.

***

Jamie salió del edificio sin problemas y llegó al exterior. El pueblo había sido abandonado hace tiempo, y los mercenarios hostiles se habían instalado en los edificios.

Se movía sigilosamente, agachada tras las vallas y edificios. Durante su avance, divisó a varios mercenarios en camuflaje que la buscaban. Su mayor ventaja era que el enemigo desconocía a quién perseguía realmente, lo que los hacía actuar con excesiva despreocupación y menos minuciosidad de la necesaria.

La fugitiva se detuvo junto a un pequeño cobertizo y se asomó con cautela. A unos diez metros, había dos personas. Voces dispersas resonaban a sus espaldas. Se agachó en cuclillas, manteniéndose oculta. Tomó una piedra del suelo y la lanzó hacia los adversarios que tenía enfrente. Estos reaccionaron de inmediato al ruido y corrieron hacia la fuente del sonido. Jamie aprovechó para rodear el cobertizo por el lado opuesto y superar el obstáculo.

En cuestión de minutos, alcanzó las afueras del pueblo. Ante ella se alzaba una valla altísima, instalada por los propios mercenarios. La examinó brevemente —también podría superar esta barrera. Retrocedió veinte pasos, se agachó y arrancó velozmente hacia la valla. De un salto ágil, alcanzó la parte superior.

—Nada mal, baja de ahí —resonó una voz.

Jamie miró hacia abajo y vio a un chico al otro lado de la valla. Echó un vistazo atrás: volver no era una opción. Suspirando, comenzó a descender con cautela, fingiendo vulnerabilidad. Para su sorpresa, el adversario se acercó y le tendió la mano para ayudarla.

—Vamos —Night hizo un gesto hacia el coche aparcado cerca.

Ya en el vehículo, Jamie observó discretamente al chico. Le llamó la atención un fragmento de tatuaje en su cuello, parcialmente oculto bajo la camiseta. Al verlo, ya no tuvo dudas: ese diseño era inconfundible.

La situación empeoraba: Jamie había caído en manos de un miembro de la unidad de élite Skyner. No estaba segura de poder enfrentarse a este tipo, así que mejor ni intentarlo. No podía revelarse bajo ninguna circunstancia. Aunque golpear al mercenario anterior había sido lo más lógico, no podía arriesgarse a que viera su distintivo tatuaje de mercenaria de Ridlof. Además, estaba convencida de que él nunca admitiría haber recibido una paliza de una supuesta civil —probablemente inventaría algo menos humillante ante sus compañeros. Con este nuevo captor, solo le quedaba mantener su fachada de civil indefensa.

Jamie se sentía inquieta. ¿Y si resultaba ser como los "anteriores"? Si era así, tendría que luchar también contra él. Pero revelar su identidad no era una opción: las cosas solo empeorarían. Skyner, como unidad de élite de una división mayor, y Ridlof eran adversarios declarados en esta zona. Jamie prefería no imaginar las consecuencias si la descubrían.



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En el texto hay: romance, accion, amor

Editado: 30.06.2025

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