Tadeo
Los ensayos para presentarnos en el evento organizado por la Academia son intensos, sumado a los deberes del colegio me siento realmente extenuado pero no puedo claudicar, la música se ha vuelto una pasión para mí, es increíble que lo que ayer era solo un gusto o hobbie hoy se me presente como un proyecto de vida.
Y aunque el dolor por la muerte de mis padres siga aún latente no puede acallar las ilusiones y la emoción que despierta en mi la música. No es sólo el amor de hermano y la promesa hecha a mi padre de velar por Laura lo que hoy que dirige mis pasos sino mis deseo de triunfar.
Mr. Stevenson al igual que el resto de docentes nos recalca la importancia del evento por la asistencia de personalidades de la música, entre ellos, varios cazatalentos y personas influyentes en el mundo artístico.
El único escollo es la actitud de la compositora de las canciones que debo interpretar, su trato es tosco y displicente, pero aún así me es imposible disgustarme con ella, cuando has vivido situaciones extremadamente dolorosas te es fácil identificar el sufrimiento en los demás incluso si tratan de disfrazarlo de arrogancia y antipatía, por ello aunque suene tonto, no puedo evitar querer robarle una sonrisa, tomarla de la mano, verla a los ojos y desear que se apoye en mi.
Sé que es absurdo por el poco tiempo que llevo de conocerla pero Britanny me genera una sensación de familiaridad y la necesidad de protegerla, quizás sea el reconocer en ella el sentimiento de pérdida e indefensión que yo mismo he experimentado.
Por mis compañeros supe que hace un año Britanny sufrió un accidente que estuvo a punto de costarle la vida y aunque logaron salvarla una de sus piernas resultó muy lesionada dejando no solo una cojera, sino llevándose por delante una prometedora carrera como bailarina. Había sido una de las alumnas estrella de la Academia y quienes la vieron bailar decían que su talento y preparación era indiscutible al punto que no fue una sorpresa que fuera becada para continuar su preparación en Rusia.
Y aunque comprendo la rabia y el enojo que siente no puedo quedarme sin hacer nada, necesito hacerle entender que todavía hay razones por las que luchar.
Mis pisadas resuenan por los pasillos, la mayoría de clases han finalizado y son pocos los estudiantes y personal que aún merodean por la academia. Ingreso al salón esperando encontrarme con uno de los docentes y solo hallo la mirada de Britanny.
—Llegas 5 minutos tarde —me inquiere en tono desdeñoso.
—¿Todavía no ha llegado el profesor encargado? —pregunto decido a ignorar su mala actitud.
—No vendrá, hoy trabajarás solo conmigo, a menos que tengas algún problema —no lo tengo, pero tú si.
—¿Qué quieres decir?
—Que es agotador tratar de ser amable contigo y toparse con un muro de desplantes y malas maneras. Y no lo digo sólo por mi, es la opinión de todos.
—Si es tan agotador arréglatelas tu solo —recoge su bolso para luego dirigirse a la salida cuando la tomo del brazo.
—¿A dónde crees que vas?
—¿Me marcho?
—Me acosté a las tres de la mañana adelantando un trabajo del colegio para poder asistir al ensayo, no voy a permitir que me dejes tirado por un arranque infantil.
—No tengo porque tolerar tu majadería.
—Y los demás no tenemos por que lidiar con tu amargura. No eres la única que ha sufrido perdidas, en el transcurso de tres años perdí a mis padres y al igual que tú me llene de rabia, de celos, odiaba ver la vida perfecta de los demás mientras papá se consumía por el cáncer y lo perdíamos todo. Terminamos viviendo gracias a la caridad de amigos y a la ayuda del centro comunitario. Papá duro meses sin recibir tratamiento médico porque apenas teníamos para comer. Si no hubiera sido por dos seres maravillosos mi hermana y yo hubiéramos terminado en un centro de acogida. Estoy decidido a triunfar y si la música es el medio para asegurar mi futuro y el de mi hermana no estoy dispuesto a perder ninguna oportunidad y mucho menos porque no eres capaz de reconocer que todos de una u otra forma lidiamos con el dolor —termino de hablar y contengo la respiración hasta que la veo observarme fijamente para luego sentarse junto al piano y empezar a tocar.
Trabajamos por varias horas hasta quedar satisfecho y damos por concluido el ensayo.
—Lo siento —pronuncia Britanny.
—Volteo a verla y no es difícil adivinar que espera una respuesta tosca o arrogante pero no hay en mi el deseo de lastimarla. Por el contrario, las manos me cosquillean por las ansias de tocarla y a riesgo de ser rechazado, me lleno de valor y extiendo mi mano en frente suyo.
—¿Por qué no comenzamos de nuevo? ¿Amigos? —le pregunto sonriente.
—Amigos —me responde y estrecha su mano con la mía.
Los ensayos se alargan con el paso de los días mientras mi amistad con Britanny va naciendo poco a poco.
¿Derribar sus defensas no ha sido nada fácil porque aunque su actitud hacía mi a mejorado un poco, con el resto de personas sigue siendo un témpano de hielo, como si al haber perdido a mis padres mis heridas pudieran igualarse a las suyas y me ofreciera un salvoconducto.
Sus dedos recorren las teclas del piano mientras mi voz acompaña la música que se desprende del instrumento, observo como cierra sus ojos y sus labios susurran las letras de la canción y es inevitable no encandilarme con sus gestos y con el abanico de emociones que expresan sus composiciones.
He visto durante horas videos de sus presentaciones y cada movimiento, gesto y expresión denota a una mujer que respira arte y tiene una comunión muy especial con la música que va mucho más allá del ballet. Mi voz se acalla para dar paso a las últimas notas del piano cuando siento un coro de palmas, volteo y veo a Mr. Stevenson sonreír con aprobación y lo que para mí es motivo de orgullo y satisfacción en Britanny despierta enojo. Lo que es obvio al verla marcharse de prisa.