Victoria
Después de haberme enamorado dos veces y haber sufrido el rechazo de Erik y Sergio no creí encontrarme en esta situación y aunque suene adulador tener a dos hombres atractivos luchando por tu atención la realidad dista de la fantasía, tener de un lado de mi cuerpo a Alejandro y del otro lado a Sergio es engorroso.
Las miradas de odio que se cruzan dejan en evidencia el disgusto que sienten el uno por el otro y tengo que llenarme de paciencia para no gritar, no me hace bien está situación y mi molestia se dirige sobretodo a Sergio quien después de haberme abandonado reaparece pregonando un amor y un arrepentimiento del que nada quiero saber. Aun puedo ver lo atractivo que es, su cabello rubio, ojos verdes, y su cuerpo bien trabajado atraería las miradas de cualquier mujer, pero frente a lo que Alejandro despierta en mí es como observar una hermosa pintura y ser capaz de apreciar la belleza de la misma pero no experimentas ninguna emotividad especial.
Contrario a Alejandro que pone mi corazón a latir desenfrenadamente y llena de energía mi cuerpo, mi piel se sensibiliza a su toque y todo en mí está atento a cada uno de sus movimientos y gestos añorando su atención, su tacto, el sonido de su voz, su abrazo.
Pero a pesar de ello me irrita su actitud, esta cayendo en el juego de Sergio, que no ha parado de provocarlo desde que Alejandro le exigió que se alejara de mí y es curioso ver a un hombre tan dueño de sí mismo a punto de liarse a los golpes y más por una mujer que no es su tipo.
Soy consciente de lo que Alejandro genera en mí y yo en él pero ya me han roto el corazón demasiadas veces para hacerme ilusiones vanas, por mucho que mi madre diga que la tercera es la vencida. Tengo la mala manía de enamorarme de los hombres incorrectos, quisiera ser capaz de llevar una relación sin comprometerme emocionalmente, pero es obvio que no es lo mio.
Cuando estoy a punto de darme por vencida y marcharme sin importar que se lien a golpes veo llegar la caballería en forma de Julián que viene detrás de Sandra y Fiorella, quienes fueron a buscarlo al notar que Alejandro y Sergio estaban a punto de liarse a golpes.
—Señores, por favor, calmense, estan en un lugar público. Están abochornando a Victoria. ¿Te encuentras bien? —me pregunta Julián.
—Sí —aprovecho la llegada de Julián para dejarlo a cargo del par de machos y poder huir a mi habitación en el hotel. Siento como Alejandro y Sergio tratan de seguirme pero son detenidos por las chicas y Julián. Estoy harta de toda está situación. Sergio lleva seis días en la ciudad y si no fuera por las mucamas mi cuarto estuviera a reventar de arreglos florales, no puedo andar libremente por el hotel o la ciudad porque me lo encuentro por todos lados. Y sumado a ello desde que llegó Alejandro las discusiones entre los dos no terminan debido a la insistencia de Sergio en recuperarme. Tomó el camino más corto rumbo al hotel cuando siento que de pronto soy jalada, estoy a punto de soltar un grito cuando una mano cubre mi boca.
—Tranquila, Fiorella. Soy Tadeo —Me volteo y veo a una risueña Británica acompañada de Tadeo quien libera mi boca.
—Alejandro, nos pidió que te lleváramos con él, demonos prisa no creo que Lili, Laura y Mateo logren entretener por mucho tiempo al hombre que te sigue.
—¿Cuál hombre? —pronunció mientras los veo mirar para atrás.
—Te explicamos en el camino —Fiorella saca de su morral una chaqueta, unas gafas y una gorra que me ayuda a ponerme. Los chicos me dirigen a una vans que abordamos, Tadeo se ubica en el asiento del conductor con Británny a su lado, pienso que van arrancar inmediatamente pero Tadeo me pide que agache la cabeza, duramos unos dos o tres minutos esperando no se qué, hasta que una de las puertas traseras se abre y sube Alejandro, el cual al verme sonríe pícaro y le pide a Tadeo que arranque.
Después de unos 15 minutos en la vía me permiten levantarme y soy estrechada por Alejandro quien me da un suave beso en la boca. Es tal la alegría que derrochan él y los chicos que me dejo llevar por su gozo y me acomodo dichosa entre los brazos de Alejandro.
Después de media hora de viaje abandonamos la carretera principal y tomamos un desvío que nos conduce a una casa de aspecto rustico frente a un riachuelo, el paisaje es adorable, los tonos amarillo del otoño visten los árboles y el sonido del agua sumado al canto de las aves crea una atmósfera relajante. Tadeo y Alejandro sacan de la vans varias bolsas y un par de morrales mientras Brittany me enseña la casa que es propiedad de sus padres.
La madera y los espacios amplios decorados con sencillez priman en la decoración , la cocina es amplia y tiene un toque mexicano que agrega una nota de color al resto del espacio, la segunda planta está compuesta por tres habitaciones, cada una con su respectivo baño.
—La casa es preciosa, Britanny.
—Gracias, mi padre la diseñó, es arquitecto, igual que Alejandro. La utilizamos en vacaciones y los fines de semanas que deseamos escapar del trajín de la ciudad.
—Son muy afortunados —la brisa que entra por el balcón acaricia mi rostro y trae las voces y risas de los chicos que preparan una barbacoa junto a la terraza, después del almuerzo exploramos un rato hasta que Tadeo y Britanny anuncian que es hora de marcharse, tomo mi bolso lista para irme cuando soy detenida por Alejandro.
—¿Qué haces?
—Tomo mi bolso para marcharnos —respondo extrañada.
—Se van los chicos, nosotros vamos a quedarnos por el resto del fin de semana.
—Pero y mi ropa, como voy a cambiarme.
—Ya me hice cargo. Ven, despidamos a los chicos —toma mi mano y me lleva a la salida donde acompañamos a Britanny y a Tadeo hasta el carro.
Después de marcharse los chicos pasamos la tarde recostados en una hamaca, compartiendo anécdotas divertidas de nuestra niñez, Alejandro recorre con sus dedos la línea del colibrí tatuado en mi brazo derecho mientras yo me abrazo una vez más a su torso hallando en él la sensación de regresar a casa.