Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 07. Mi mejor intento

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 07.
Mi mejor intento

Matilda llevaba ya una semana en Oregón, cuando al fin un día el cielo amaneció despejado. Ese día se levantó relativamente temprano. El sol apenas estaba saliendo, y la vista del cielo azul poco a poco iluminándose, era realmente hermosa. Mientras conducía hacia el hospital, se le ocurrió una idea para la sesión de ese día.

Luego de las habituales negaciones iniciales por parte del Dr. Scott, que no sólo ya le eran normales, sino que le extrañaría demasiado su ausencia, éste le permitió sacar a Samara al patio del hospital. No habría ningún otro paciente en esos momentos ahí afuera, por lo que podrían estar a solas; John se encargó de recalcarle que eso incluía a cualquier otro doctor o enfermero que pudiera ir a su rescate si algo salía mal, pero igual decidió tomar el riesgo.

Cerca de las siete y media, Matilda y Samara salieron juntas al patio. Parecía como si el sol no le hubiera tocado la cara en semanas a la pequeña Samara, y no sólo por el extremadamente pálido tono que su rostro había tomado. La pequeña miraba en todas direcciones, con mucha cautela mientras avanzaban desde la puerta por el camino de cemento rodeado de bancas y árboles. Sus actos mostraban interés, pero su mirada no dejaba de verse ausente, estoica.

Entre sus dedos, Samara llevaba a Nancy, la muñeca que había pedido que le trajera de su casa. Era un modelo anticuado de Barbie, o al menos de alguna marca que intentaba asemejarla, de cabellos negros, largos y lacios. Usaba un pequeño vestido corto color verde de hombros descubiertos. Como había acordado con el buen Doctor a cargo, Matilda se la entregaba cada vez que se veían, y se la llevaba consigo cada vez que se iba. Lo curioso era que Samara nunca jugaba con ella ni nada parecido. Normalmente, sólo la tenía abrazada contra sí, o la sujetaba entre sus manos con fuerza. Matilda sentía que la sola cercanía de ese juguete, de seguro la hacía sentir un poco mejor de alguna forma; ¿más cerca de casa, quizás?

—¿Qué hacemos acá afuera? —preguntó la niña algo confundida, pero evidentemente no decepcionada por el cambio de escenario.

Matilda sonrió.

—El sol al fin salió, así que creí que te gustaría un aire diferente. —Samara no respondió nada, pero presintió de inmediato que se trataba de una silenciosa afirmación—. Además, quisiera que intentemos algo nuevo.

Matilda guio a Samara hasta una de las bancas a un costado del camino, pero no se sentaron en ella. En su lugar, la psiquiatra extendió su mano hacia el frente, en dirección a las montañas a lo lejos.

—Normalmente plasmas pensamientos que sólo ves en tu cabeza. ¿Pero has intentado plasmar algo que ves? ¿Algo real? Por ejemplo, mira ese paisaje.

Samara miró en la dirección en la que le señalaba. El sol estaba saliendo desde atrás de los montes, y se lograba ver su circunferencia sin problema, pues aún no llegaba a iluminar con toda su luz.

—¿Por qué no intentas mirarlo unos segundos, memorizarlo, y plasmar esa imagen en el papel?

Samara la miró dudosa, pero ella prosiguió.

—Ve esos colores, esas formas. ¿No son hermoso?

—Sí, lo son —murmuró despacio.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Te gustaría intentarlo?

Samara sencillamente se encogió de hombros, y de nuevo le pareció que era su forma silenciosa de decir "sí".

Estuvieron un par de segundo contemplando aquel espectáculo natural. En todo ese tiempo, ninguna dijo nada o hizo nada más allá de mirar al horizonte. La expresión de Samara seguía igual de apacible que siempre, así que era imposible para ella saber si lo disfrutaba o no.

—Bien, ahora démonos media vuelta.

Matilda se volteó, y ahora sí sentó en la banca, de tal forma que le daba la espalda a las montañas. Tocó la superficie de madera a su lado con una mano, indicándole con ese pequeño acto que se sentara. Samara así lo hizo, aunque todo en su rostro indicaba que seguía sin estar muy segura de la situación. ¿A qué se debería esa duda?

Matilda sacó de su bolso el block de dibujo que habían estado usando durante la sesiones; en él se encontraban plasmadas ya varias imágenes, todas creadas por Samara. Abrió el block en una hoja en blanco, y lo colocó con cuidado sobre las piernas de la niña.




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