Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 19. Ojos Muertos

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 19.
Ojos Muertos

Una vez que los tres salieron de la sala de monitores, comenzaron a caminar apresurados por el pasillo sin mirar atrás. Su intención era ir de vuelta a la sala de espera, en dónde habían prometido esperar esos diez minutos adicionales; además, era también el lugar en el que Cole había dejado su equipaje, y esperaba realmente que con tantos policías rondando en torno al hospital, nadie se haya atrevido a tomarlo.

—Eso fue increíble —exclamó Cody, incapaz de ocultar su asombro mientras seguían andando. Cole caminaba al frente como si fuera el guía de una pequeña excursión, mientras Cody y Matilda lo seguían por detrás; ésta última más detrás que su amigo—. ¿Cómo averiguaste todo eso?

—No merezco tanto crédito —respondió Cole con un tono de falsa modestia bastante evidente—. Sólo averigüe un nombre y el resto fue sencillo.

—¿Y cómo averiguaste ese nombre exactamente? —inquirió Matilda, sonando más que una petición como una exigencia.

—Tiene que ver con tu resplandor, ¿cierto? —señaló Cody, pese a que sabía de antemano que estaba diciendo algo tan lógico que no tenía sentido querer aclararlo.

Cole sonrió divertido por el interés que ambos ponían en él de pronto.

—Prometo explicarles todo mientras comemos algo...

—Oigan, esperen —escucharon que alguien espetaba detrás de ellos, y los tres supusieron, o quizás más bien supieron con toda seguridad, que les hablaban a ellos.

Detuvieron su andar y se voltearon casi en sintonía. Caminando apresurado por el pasillo en su dirección, Matilda y Cody reconocieron de inmediato a Adrian Wayne, el hombre que habían ido a ver originalmente a ese sitio. Cole, por su lado, sólo lo reconocería como otro de los hombres que se encontraban en esa sala de seguridad, y a quien no se le ocurrió cuestionarle su identidad pues supuso que se trataba de otro detective. Sin embargo, al verlo ya a la luz del pasillo y no en esa habitación casi a oscuras, le pareció de inmediato evidente que no se trataba de ello.

Wayne se detuvo a unos pasos de ellos y los miró con clara duda, e incluso miedo. Sus manos temblaban un poco, señal de nerviosismo. Era como si esas tres personas ante él de alguna forma infundieran cierta presencia pesada en él. Algo, quizás más inconsciente que otra cosa, capaz de intimidarlo a un nivel casi primario.

—Todo esto que pasó... —comenzó a murmurar, dificultándosele expresarse con claridad—. Lo que dijeron en la mañana sobre Lily... ¿todo esto es real?

Matilda y Cody se miraron de reojo el uno al otro, pero ninguno le respondió absolutamente nada. Eso creó aún más incomodidad en Wayne.

—¿Quiénes son ustedes realmente? —Soltó el supervisor de trabajo social con cierta presencia de consternación en su voz.

Matilda respiró lentamente por la nariz y se mantuvo totalmente serena. Quizás aquel hombre no había visto lo mismo que aquel Detective, y quizás no tenía más cosas imposibles en su cabeza que ocupaban una explicación. Pero era evidente que había tenido una de las peores mañanas de su vida, y esto tenía ciertos efectos negativos en él. A ella le hubiera gustado quedarse, ayudarlo y explicarle mejor todo lo ocurrido. Existía un discurso casi prefabricado que los miembros de la Fundación acostumbraban usar con las personas que no resplandecían y que repentinamente se encontraban con incidentes como ese, y en su mayoría lograba hacer que dichas personas se tranquilizarán y siguieran en paz con sus vidas cotidianas. Hubiera usado ese mismo discurso con Vázquez, si éste no se hubiera puesto tan renuente a escuchar otra cosa diferente a su confesión de complicidad en el secuestro de una niña y el asesinato de un oficial de policía. Pero en ese momento le era imposible hacer tal cosa. Habían estado demasiado tiempo atorados en ese sitio, y algo grave estaba ocurriendo afuera. Tenían que salir de ahí lo antes posible, especialmente antes de que Vázquez o cualquiera de sus amigos presentes decidieran inventarse algún cargo para retenerlos.

Lo único que le quedaba hacer por él, era darle una advertencia que realmente esperaba tomara en cuenta.

—Cuídese, señor Wayne —declaró Matilda con tono estoico—. Esto no ha terminado todavía.

Wayne se quedó perplejo ante esas simples palabras, que quizás indirectamente respondían sus preguntas de alguna forma. Matilda se viró de nuevo en su dirección original y comenzó a caminar, rebasando a Cody y Cole, y tomando ahora el liderazgo de su expedición. Cole se encogió de hombros y se apresuró a alcanzarla, y Cody hizo lo mismo. Wayne, por su lado, se quedó mirando fijamente como se alejaban por el pasillo y se perdían de su vista. Y mientras esto pasaba, no podía evitar intentar darle en su cabeza un orden a todo aquello; y principalmente, a qué es lo que debía hacer de ahora en adelante.




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