1. Reto uno: Enamorar al nerd.
Clary
—¿Retos? —pregunté sin interés mientras miraba al reemplazo del equipo de fútbol americano entrenar —.Lamento informarte que ya no tenemos cinco años.
—Me gustaría tener cinco años, así la señora de la papelería no me miraría feo cuando voy a comprar libros de colorear —intervino Diane, mi mejor amiga, evitando que Polo explicara su idea.
—¿Qué tipo de retos? —cuestioné mientras recargaba mi pierna sobre la de Diane —.Porque me niego a volver a comer un chile a mordidas.
—No aguantas nada —peleó Andrew —.Puedo decir que, el chile que probaste cuando fuímos a México, no picaba lo más mínimo.
—Difiero, esa cosa me causó una gastritis galopante —dijo Nathan levantando la vista de su libro —.Mi estómago aún se retuerce al pensar en picante.
—¿Me van a dejar hablar? —verbalizó Polo intentando no reírse de los problemas estomacales de Nathan.
—Dale, princeso, habla —contesté pasando mi mano por su oscuro cabello.
Mi mejor amigo puso los ojos en blanco tratando de reprimir una sonrisa, por más que lo negara, sabía que amaba que acariciaran su cabeza.
—Ayer, vi una serie en la que los protagonistas cumplían con un reto durante su último año escolar, al final el ganador ganaba algo que quisiera de los otros.
Sus azules ojos nos miraron en espera de nuestra reacción —.Me pareció algo divertido para nuestro último semestre.
—En pocas palabras, quieres que imitemos a los personajes de una serie —completó Nathan.
—Mayormente.
Me encogí de hombros y di un pequeño brinquito. —Acepto.
El resto de mis amigos me miraron y, con un meneo de cabeza, encogieron sus hombros para terminar aceptando la descabellada idea de mi mejor amigo.
—¿Qué retos tienes en mente? —preguntó Andrew acomodando su corbata. Él nunca había sido muy prolijo con el uniforme, pero los primeros días se esforzaba para evitar un regaño de su madre, la directora.
—No lo sé, se supone que entre nosotros acordemos los retos y las reglas.
—¿Reglas? Polo, llevamos tres años en esta escuela y te puedo decir que jamás hemos respetado las reglas.
—Bueno, es para hacer el juego más entretenido. —Me respondió.
Miré alrededor para distraerme un poco. Todo parecía seguir igual que siempre, las líneas del campo aún eran de un blanco intenso, los tres edificios seguían siendo grises con amarillo pastel, y las metálicas gradas aún quemaban luego de estar un par de horas bajo el sol.
Polo aún no aprendía a anudar una corbata correctamente.
Nathan seguía leyendo en los recreos mientras hacía comentarios ocasionales en la conversación.
Andrew todavía era capitán del equipo de soccer.
Diane continuaba siendo la mamá del grupo.
Yo aún vivía, pero no me sentía viva.
Tenía unos amigos geniales, en el mejor colegio de la ciudad, y con oportunidades que muchos chicos ya desearían, pero no me tenía a mí. Aún no había encontrado mi pasión, no sabía que quería estudiar, y estaba un noventa porciento segura de que mi éxito se debía a las influencias de mis padres. Era feliz, pero no lo era gracias a mí.
—Clary. —Andrew pasó su mano frente mi rostro un par de veces —.¿Sigues aquí o andas en un viaje astral? —Con una risita apretó mis mejillas.
—¿Qué pasa?
—Ya decidimos como elegir los retos —comentó Nathan moviendo la cabeza con orgullo —.A decir verdad, yo fuí quién lo descub…
Diane puso sus manos sobre la boca del de chinos y, con risas, lo obligó a guardar silencio. Nathan solía ser muy inteligente, pero lo que tenía de listo lo tenía de orgulloso.
—Solo piensa en algo que se le dificulte a la otra persona y agregale un par de condiciones —explicó mi mejor amiga entregándome un papelito —.El número es el orden en el que se darán los retos, iniciando por el cinco y terminando por el uno.
—Yo lo pude haber explicado mejor —siseó Nathan una vez se liberó del agarre de la ojiverde.
En respuesta recibió un zape en la frente.
—¿Iniciamos? —preguntó Polo frotando sus manos emocionado.
Asentimos.
Todos desdoblamos el papel para saber qué número nos pertenecía.
—Tengo el cinco. —Drew alzó su pedazo de papel y nos miró como si ese fuera uno más de sus logros. Sus pecas se movían cuando sonreía.
—Cuatro —comentó Diane lanzándome su papelito.
—Tres. —Polo guardó el cuadrado de papel en su mochila roja.
Nathan alzó un par de dedos para darnos a entender su número, y sin molestarme en revisar, comprendí que a mi me pertenecería el reto uno.
Nos quedamos en silencio esperando a que alguno formulara un reto para él. Claro, con sus respectivas reglas.
Comencé a mover la pierna, la larga espera me hacía poner en duda nuestras habilidades cognitivas.
—Güey. —Mi mejor amiga lo llamó con la muletilla que él tanto solía usar —.¿Recuerdas la vez en la que me dijiste que deberían cerrar el club de ajedrez para así poder darle más fondos al equipo de soccer?
El rubio asintió aparentemente orgulloso por su idea.
—Bueno, te reto a abandonar el equipo para unirte al club de ajedrez —sonrió mordiendo su labio —.Con la condición de que ganes un torneo contra Javier Martinez —completó con un tono desafiante.
Solté una risita dando por hecho que el primero en perder sería Andrew; no había forma en qué, un chico que nunca se había interesado por el ajedrez pudiera ganarle al que acumulaba más premios que calzones,