Reveses de la vida

10. Amor por ella

When the end comes - Andrew Belle

When the end comes - Andrew Belle

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás        

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás. Morir y todavía amarte más... —Pablo Neruda

        

Andrew fue de los primeros en comprar la revista “Female and home”, en la cual había sido publicado el artículo de Maggie. Y mientras la leía, con su café matutino y un centenar de emociones encontradas saliendo a flote, estas exploraron cuando notó que ella había mencionado un par de consejos que él le había comentado. Así como había citado textualmente una de la frases que le había dicho.

“Las festividades, no solo las navideñas, no deberían ser excusa para el consumo compulsivo. Las familias, ahora en día, deberían cuidar sigilosamente de su economía más allá de preocuparse por cumplir con la aprobación de la sociedad”. —Andrew G. ejecutivo y analista de préstamos micro empresariales.

Y durante el resto del día no pudo deshacerse de la sonrisa en su rostro; además tanta era la emoción que él reflejaba que su compañero Javier le inquirió el motivo de su tan efusivo estado anímico.

—No es por nada especial… —mintió, se cruzó de brazos y se arrellanó en su silla. Su amigo, no obstante, arqueó una ceja y no le creyó ni un ápice. Lo estudió por un par de segundos y entretanto sonrisa de Andrew parecía que en cualquier momento le partiría su rostro en dos. ¡Y es que no aguantaba la emoción por contarle! Por lo que más temprano que tarde añadió—: Bueno vos ganas, lee esto…

Margarita Castle… ¿esta Margarita es tu Margarita? —Andrew dio un leve asentimiento, mirando a su amigo y a la revista de hito en hito. ¡Dios!, se moría de ganar de ver a la aludida para que le firmara el ejemplar y así luego poder enmarcarlo en la pared de su sala—. Las festividades, no solo las navideñas… ¿y este Andrew eres vos? —De nueva cuenta añadió.

—Ahora entiendes el por qué de mi buen humor, ¡ella publicó algo que le dije en su trabajo! Esto debe de ser una señal o algo, ¿vos qué crees?, ¿debería dar el siguiente paso o mejor esperar por algo más explicito? —Javier tomó asiento frente a su amigo y ojeó otra vez la columna, también entre confuso y emocionado porque esto fuera un buen augurio para Andrew.

Y lo deseó con más fuerza al verlo tan animado.

—Pues esperaría que sí. ¿Dices que no han dejado de charlar y que han salido ya varias veces? —Escuchó una afirmación y eso solo le hizo saber que “aquel plan” estaba surtiendo efecto—. No lo sé, yo podría decirte que sí, ¡que te lances al maldito abismo!, pero vos qué has pensado.

—Pienso lo mismo, porque o sea, si por mí fuera lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo pero si lo he retrasado era porque, como vos me dijiste, debía de ir con cuidado y al tiempo de ella. Y no te lo niego, estas últimas semanas la he sentido más resuelta y abierta conmigo, pero también temo que sea porque me ve más como a un amigo a otra cosa remotamente cerca a una pareja.

—Ese es el riesgo que todos corremos, ¿por qué no solo lo intentas? —Andrew sopesó la tentativa, sintiendo que era presuroso dar ese paso pero al mismo tiempo contemplando la posibilidad de que, si no era en ese momento, jamás lo haría. Escuchó que Javier se aclaraba la garganta—. Pero eso sí, dependiendo de lo que Margarita quiera, vos tendrás que respetar su decisión.

—Por supuesto que lo haré.

Cuando llegó el viernes y los festejos navideños estaban ya a las puertas; Andrew por fin había salido de vacaciones y, si todo salía como lo había venido planeando, Margarita también y por fin iba a poder salir para celebrar que estaban libres del yugo del trabajo por las próximas dos semanas.




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