Reveses de la vida

23. Emociones y deseos

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

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Used to this – Camila Cabello

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Nos gustamos y me conoces. Te conozco, abrazo, exhalo, digiero y te acobijo conmigo; entonces somos amor, y el amor es nosotros. Y si el amor nos olvida, nosotros lo recordamos.

—Pablo Neruda

Todo el monologo se esfumó de la cabeza de Andrew, como un vendaval llevándose las palabras        

Todo el monologo se esfumó de la cabeza de Andrew, como un vendaval llevándose las palabras.

Las facciones de él en primera instancia revelaron desconcierto; sus ojos se abrieron y su boca liberó un bufido, fue como si un globo se desinflara frente a ella, no obstante, liberando todas las ¿ilusiones? que aguadaban. Pestañeó un par de veces y trató de sonreír, Andrew en ese momento, usó todas sus fuerzas para no derrumbarse ahí mismo.

—Esa es una gran noticia... —dijo, haciendo sus manos en puños por debajo de la mesa, deglutió y añadió con sinceridad—: Me siento muy feliz por usted, de verdad, un hijo siempre es una bendición.

—Gracias, la verdad es que sí, estoy muy ilusionada con este embarazo..., creo que vino a salvarme, ¿sabe? Es como si antes mi vida no hubiese tenido sentido o dirección, pero ahora sí —confesó, posando ambas manos en su vientre. Sonrió y sintió un sabor agridulce en el paladar, ya que le había sido tan fácil hablar de lo feliz que estaba con la llegada de su bebé a él, con Andrew siempre hablar y sentir era tan natural, cómo respirar.

—¡Me lo imagino!, y creo que Matías debe estar muy feliz también... —Maggie ladeó el rostro y por fin pudo ver lo difícil que esto estaba siendo para Andrew, mordió el interior de su mejilla y se vio tan tentada en decirle que ya sabía de sus sentimientos, sin embargo, ella no quería, que por su sentimientos, amarrarlo a una responsabilidad que sencillamente a él no le correspondía.

—Sí, está feliz y ha prometido estar muy pendiente de mí. —Liberó un suspiro y añadió—: No estoy muy segura de que lo cumpla, pero bueno, tampoco es que lo vaya a necesitar mucho. —Y Andrew demostró su desconcierto y descontento. Frunció el ceño y apretó la quijada, la indignación lo llenó de pies a cabeza y la envidia. Pasó saliva y empujó las siguientes palabras como si fuese acido pasando por su garganta:

—¿Pero cómo?, no me lo tome a mal, pero esta también es responsabilidad de él... —Ella dio un leve asentimiento y seguido una mesera se acercó a dejarles su orden. Maggie se encogió de hombros, como si el hecho de pasar sola su embarazo no le importara, empero a Andrew sí que le importaba, le importaba muchísimo si era sincero. Por eso, se armó de valor y, en contra de su raciocinio, agregó—: Yo estoy dispuesto a acompañarla en este proceso, sé que a veces puede ser difícil o puede resultar una emergencia en cualquier momento y, no me lo tome a mal, pero me encantaría estar para usted.

Maggie miró la tasa con café y percibió como la garganta se le cerraba, los ojos se le anegaban y el corazón se le hinchaba a tal punto que contener todo lo que habitaba en él, le fue imposible. Andrew incitaba sus más íntimas emociones y deseos; despertaba sus terminaciones nerviosas, al mismo tiempo que la empujaba a un océano de posibilidades y hubieras que todavía tenían razón de ser, por lo que lanzarse con los ojos cerrados se le antojaba como al riesgo más tentador.

—No es necesario que lo haga. —«Pero me encantaría que lo hiciera», pensó. Andrew sacudió la cabeza y tomó una de sus manos por encima de la mesa. Provocando que los latidos de ambos se aceleraran y que frenar sus sentimientos se les complicara todavía más.




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