Rhydian

Capítulo 2: Dead mom

—Es solo un armario, Lily —dijo mi padre tocando el fondo del armario.

—Te juro que digo la verdad. Estuve ausente por cinco horas. No lo imaginé —trate que me creyera, pero podía ver en su rostro que pensaba que estaba loca.

—Yo le creo —dijo Dolores —Mi amiga, Mariana decía que esta casa estaba embrujada, tal vez se trate de un truco paranormal o algo así —habló con emoción.

En realidad, no sabía lo que trataba de hacer diciendo eso, para mí era irrelevante.

—Me dijeron que tenemos una oportunidad para ver a Mamá.

—Liliana, por favor —dijo como si hubiera dicho una ridiculez —No arruines una mudanza perfecta con tus... cuentos.

—Pero papá...

— ¡No! —Alzó la voz haciéndome enojar —Solo quiero cenar en paz como la gente decente, Liliana. ¿Puedes fingir que somos normales por una noche, por favor? —sé que lo dijo con calma, posiblemente con dolor en sus palabras, pero estaba Tan ofendida y tan enojada con el que creía que cada palabra que salía de su boca era un ataque.

—No soy normal, cenen sin mí —dije de mala gana sentándome en mi cama mientras cerraba los ojos.
Mi padre sacó un suspiro y salió del cuarto con Dolores. Esperé a que bajaran las escaleras para azotar la puerta e intentar atravesar el armario, pero ya no podía hacerlo.
"Sé que no lo imagine" pensé.

Los días pasaron hasta cumplirse un mes. Dolores ya parecía vivir en la casa, pasaba casi todo el tiempo ahí, mientras que mi papá parecía querer apartarme más y más de él, lo cual me molestaba, poniéndome de muy mal humor casi todo el día. No hice nuevos amigos en la escuela y los viejos ya no contestaban mis mensajes, y lo entendía.
Cada día que pasaba mi ira se convertía en tristeza, mi necesidad de hablar con alguien que me entendiera se volvía enorme. Comencé a extrañar más los consejos de mi mamá y cuando trataba de hablar con mi papá sobre lo que sentía me decía que estaba ocupado y se ponía a trabajar en su estudio.

Cansada de ser ignorada por mi padre, decidí ponerme a investigar una manera de ver o hablar con mi mamá. Leí todos los libros que tenía sobre "el arte de hablar con los muertos" pero ninguno funcionaba, solo hablaba sola, nadie respondía, nadie mandaba una señal de haber recibido mi mensaje. Mis esperanzas se derrumbaban con cada intento fallido.

— ¿Puedo sentarme? —escuche la petición de una desconocida que me obligó a alzar la vista de la mesa. Me encontraba en la cafetería de la escuela, mis clases ya habían acabado, pero no tenía muchas ganas de volver a casa, así que perdía el tiempo ahí.

—Claro —dije como respuesta. 
La chica se sentó, soltó un suspiro y comenzó a comer su sopa instantánea. La chica también vestía de negro, pero de una manera más casual que yo, su cabello era negro pero se comenzaban a notar sus raíces rubias y no usaba maquillaje, su piel pálida era natural.

—Soy Greta —me dijo dejando su sopa a un lado — ¿Eres nueva aquí?

—Si —respondí —Soy Lily —agregué.

—Es... un gusto —dijo como si le costara trabajo —Me agrada tu vestido. Yo usaría uno pero... los vestidos me traen malos recuerdos. Es que antes yo era una clase de niña ambientalista, hippie, pero cambié.

— ¿Por qué me dices eso? —quise saber.

—Creí que querrías hablar con alguien —respondió —Es mi... obra buena del día. Se lo prometí a un amigo.

—No soy un proyecto de caridad.

—Lo sé. Si quisiera uno hubiera ido con la niña que llora en el baño, o con la chica que viene con pijama de ositos desde hace 3 meses —me dijo susurrando como si chismeara —Vine contigo porque creo que tu charla será interesante.

—No tienes idea —le dije haciéndola sonreír.

Al no tener algo mejor que hacer, decidí contarle a Greta sobre mi mamá, mi papá y el suceso del armario, mientras ella parecía realmente creer cada palabra que decía, como si no fuera la primera vez que escuchaba algo así.

—Tienes que hablar con tu papá —dijo.

—Ya lo intente, pero el... parece no querer sentir.

—No, tienes que ser menos directa. Es un hombre adulto con la capacidad suficiente para evitarte cuando hablas del tema diciendo que estás siendo atrevida o irrespetuosa. Lo que debes hacer es manipularlo un poco.

— ¿Qué?

—Sí, primero debes asustarlo, dile algo que él crea que si podrías hacer, o finge desmayarte, no sé. Haz que se asuste tanto que no tengo otra opción más que escuchar lo que tienes que decir, y cuando pase, le dices cómo te sientes y con algo de suerte entenderá y será más... comprensivo y abierto —dijo Greta como si no le convenciera del todo su propia idea.

— ¿Y con poca suerte? —pregunté cruzando los brazos.

—Tendrás una madrastra como en los cuentos —dijo sonriéndome un poco.

—Ok, creo que trataré de asustarlo y obligarlo a escucharme —dije con seguridad mientras me levantaba.

—Sí, ok— dijo Greta tratando de apoyarme.

—Iré ahora mismo —dije tomando mi mochila para irme de una vez —Ah, te veo mañana aquí ¿No?

—Seguro —me dijo.

—Sí, esto fue... agradable —confesé sacándole una sonrisa.
Después de eso tomé el primer autobús que encontré, y media hora después llegue a la casa. Abrí la puerta y dejé mi mochila a un lado de esta.
— ¿Papá?— lo llame al cerrar la puerta.

—Sí, ¡Sí! —escuche la voz de Dolores en el comedor, seguido de gemidos extraños, escuchaba como se besaban el uno al otro con salvajismo.

—Ay, no. No, no, no, no —negué con la cabeza. Una parte de mi quería creer que se trataba de un malentendido, qué tal vez estaban haciendo otra cosa.

—Ay, Marco...

—No puede ser —dijo con enojo antes de dirigirme al comedor y encontrarlos besuqueándose y manoseándose a plena vista, ni siquiera me vieron al principio. Lo que más me enojo fue ver que en el mueble que adornaba una pared del comedor había una hermosa foto de mi mamá sonriendo. Estaban haciendo sus cochinadas frente al recuerdo de mi madre — ¡Papá! —le grité finalmente llamando su atención y obligándolo a detenerse.




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