—No, espera. Kristopher ¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Rhydian preocupado.
El cazador sacó un suspiro cansado —Después de años de investigación y el apoyo de un buen amigo de la tierra, logré que un joven "héroe" debilitara mi maldición. Aún no puedo salir de la cueva de los espejos, pero mi magia ya puede salir de ella, así que decidí usar esta "ventaja" para ayudarte. Las maldiciones no son imposibles de romper, Rhydian.
—Estoy feliz de tener a alguien que pueda verme, pero Lily solo quiere volver a ver a su madre, ella no está interesada en romper mi maldición —susurró Rhydian con un tono algo molesto, pero estaba preocupado.
—Ella no romperá tu maldición —aseguró el cazador —Pero creo, y espero que logre curar tu soledad, la cual claramente no mereces.
— ¿Y si... y si sí la merezco? —Dijo con pesar inhalando para tratar de calmarse, pero parecía alterarse más, mientras colocaba sus brazos en la nuca —Volver a verte ha despertado un extraño sentimiento en mí. Me condenaron por protegerte, y yo ni siquiera sabía que te protegía a ti. Yo creía que me habían torturado injustamente, pero al parecer de verdad cometí un crimen ante esas injustas leyes.
—Hay alguien esperándote en la Tierra. Uy, y creo que no te agradará —el cazador chasqueó los dedos y todo se oscureció
...
Narra Lily.
Extrañamente desperté en mi cama, como si todo lo que hubiera vivido en "Afterlife" hubiera sido un sueño, pero yo estaba segura de que no era así.
Los gritos de mi padre que había logrado escuchar desde el interior de Afterlife se debían a que había pasado toda la noche y parte de la mañana en ese lugar, por suerte mi padre solo creía que me había quedado dormida, pero aun así me regaño, pues perdí dos clases ese día y me obligó a asistir de todos modos a la escuela para al menos tomar las 2 que me quedaban.
El día se pasó demasiado lento para mi gusto, después de pasar tanto tiempo en Afterlife y soportar al parlanchín Rhydian durante 5 días, la vida escolar común, que de por si llegaba a aburrirme ante de mudarme, me hacía sentir vacía y cansada, pues todo era demasiado simple y aburrido.
El día terminó y regrese caminando a casa sola, con la esperanza de encontrar a Rhydian en el camino. Se me había hecho extraño que no apareciera durante alguna de mis clases o en mi almuerzo como los días anteriores.
Caminé el resto del camino sola hasta que por fin llegue a la entrada de la rara mansión.
—Lily —apareció Rhydian frente a mí, sacándome un pequeño grito por la sorpresa, no del susto, porque la verdad no me asusto —Lily, mi buena amiga mortal, que bueno es verte —dijo mientras me agarraba del hombro y me alejaba de la entrada, parecía nervioso —Este es un hermoso día, no deberías desperdiciarlo entrando a esa oscura casa. No, deberíamos ir a Roma, si, se dé un buen lugar —dijo dispuesto a chasquear los dedos.
— ¡No! Espera —lo detuve algo molesta — ¿Qué haces? No iré a Roma contigo.
—Ok, dime a dónde quieres ir y ahí iremos —dijo de nuevo dispuesto a chasquear los dedos.
—Baja eso —señale su mano derecha —No quiero salir del país, solo quiero ir a mi cama y descansar un rato, preguntándome ¿Por qué razón no salte del techo, acabando con mi sufrimiento?
—Sí, claro. Entonces, a tu cuarto —volvió a alzar los dedos.
—Déjame en paz —dije empujándolo dispuesta a entrar a la mansión.
Mi papá no estaba, y no había rastro de Dolores, lo cual me agradaba bastante. Así que pude ir directamente a mi cuarto.
Mientras subía las escaleras sentí un extraño escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, fue extraño pero no le tome importancia y seguí mi camino hasta llegar a mi habitación, donde simplemente tiré mis cosas al piso y me dejé caer en la cama — ¿Estás aquí? —pregunté al no ver a Rhydian por ninguna parte.
Como respuesta a mi pregunta, mi teléfono vibró, obligándome a sacarlo de mi bolsillo y mirarlo. Me sorprendí al ver en la pantalla claramente en las notificaciones un mensaje de Rhydian que decía; No quiero entrar a tu casa ahora.
— ¿Cómo haces esto? —quise saber, me parecía algo extraño. De inmediato recibí otro mensaje.
—Puedo hacer casi lo que sea con mi magia.
—Ay, ok —saque un suspiro, pues la verdad no quería entender la magia de Rhydian, me daba flojera.
—Rhydian...
Escuché una extraña voz canturrear su nombre antes de reírse con diversión.
—Rhydian...
La escuché de nuevo, era extraño, y para algunos tal vez escalofriante.
— ¿Qué es eso? —pregunté esperando el mensaje de Rhydian.
—No bajes, cierra la puerta —parecía una advertencia.
—Rhydian Abbot —la voz cambió repentinamente, ahora parecía la de una mujer enfadada y firme —Baja en este instante, no me obligues a llamar a tu padre. Muchacho inútil —parecía regañar a Rhydian.
Mi teléfono comenzó a temblar, tuve que soltarlo, dejándolo caer sobre la cama.
—Quédate en el cuarto —recibí otro mensaje.
— ¡Rhydian! —se escuchó como un gruñido, y uno muy molesto.
— ¿Qué demonios pasa? —pregunté, pero no hubo respuesta, así que me paré de la cama y me dirigí a la puerta, dispuesta a bajar.
— ¡No! —apareció Rhydian cubriendo la puerta con su cuerpo, mi extraño amigo río nerviosamente al ver mi cara llena de seriedad y desaprobación —No bajes, por favor.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa?
Rhydian no quiso contestarme, parecía avergonzado, pero eso no me importó en lo absoluto, así que volvía a empujarlo y me apresuré a bajar las escaleras.
—Niña, espera —me dijo cuándo me vio entrar a la cocina.
—Rhydian...
—¿Quién eres? —pregunté al aire sin respuesta, busque en toda la cocina, pero no logré ver nada extraño, solo mi sombra pegada a la pared —Espera —me dije a mi misma al volver a ver la sombra. Desvíe lentamente mi mirada hacia mis pies, donde mi verdadera sombra se encontraba, y luego volteé a la pared para encontrarme con esta rara criatura que cambió su silueta, ahora era la de un hombre. La extraña cosa me saludo como si nada.