El destino tiene múltiples caminos, y una pequeña mirada proveniente de un ser que nunca traiciona su palabra, puede reorganizar el resultado de un futuro que se encontraba ya sellado.
Los profundos ojos negros de Liam, fijos en su bella compañera, también estaban atentos a Emily. No podía dejar de cuestionar sus propias acciones: por primera vez, había actuado premeditadamente. Debería haberle dicho al recién llegado larguirucho, que esa era su mesa y que ella era su compañera. Por primera vez, había quedado cegado por la incomodidad que le había causado la aparición de dicho recién llegado.
Incapaz de dejar de pensar en Emily después de su reciente conversación, no fueron sus palabras las que lo mantuvieron atento a ella de manera inconsciente, sino su mirada triste, que lo hizo desear abrazarla y prometerle que todo estaría bien, sin saber si él sería capaz de cumplir tal promesa.
—Carolina, ya debo de irme. Ha sido un placer como siempre —Liam no esperó a que la joven se despidiera. Se puso en movimiento al ver a su teclista irse con ese idiota.
Una cosa era que lo quitaran de la mesa, pero otra cosa era que el tipo de mal gusto lo hiciera romper su palabra. El orgullo de Liam no lo permitía faltarse a sí mismo.
Rápidamente, se abrió paso entre la multitud, sintiendo que su palabra se quedaría en el suelo por primera vez.
—¡Emily! —gritó cuando los alcanzó, pero la joven no pareció escucharlo, por lo que Liam, molesto por ser ignorado, tomó su mano y la llamó de nuevo. La joven sonrió al reconocerlo.
—Liam, vámonos a casa —Dijo la joven entre risas.
—Claro, quedamos en que te llevaría — respondió el vocalista, con una mirada preocupada por el alto nivel de alcohol que parecía tener su acompañante.
—No queremos molestarte. Continúa con tu cita —Respondió Maximiliano con malicia, tratando de que Emily se sintiera obligada a irse con él, por no interrumpir la noche de Liam.
Maximiliano notó, como Emily se mantuvo atenta en dirección a Liam. Maximiliano era perspicaz, se dio cuenta de que la pianista se encontraba enamorada del pintoresco chico con aires de rockero fracasado.
Liam no tuvo más remedio que dirigir su fuerte mirada hacia el molesto Maximiliano. Respiró hondo, tratando de controlar la incomodidad que le producía tenerlo cerca.
—Quedamos en que yo la llevaba. Quien la trajo fui yo. ¿OK? — respondió secamente, ejerciendo fuerza en la mano de Emily para que soltara el brazo del idiota. El habilidoso Maximiliano, al notar que la pianista se le escapaba, la atrajo con fuerza contra su pecho, provocando que Liam ardiera de ira.
—Emily, ven conmigo, te meterás en problemas —Agregó Liam, tratando de darle una razón a Emily, pero la muy rebelde se veía extremadamente traviesa y juguetona. Ella respondió entre risas
—Qué aburrido. Suenas como mi madre. Siempre dice que me voy a meter en problemas — Ella respondió entre risas, mientras Liam apenas y podía controlar su frenética mente.
—Y lo harás. Así que vamos, Emily — insistió Liam. Pero Maximiliano, sintiendo que su plan se estaba desmoronando, quiso darle otro significado a las palabras de Liam.
—¿Estás amenazando a Emily? — Con su mano libre, empujó a Liam con disgusto y molestia, haciéndolo retroceder dos pasos, y que ella soltara la mano del vocalista.
—No veo por qué ella tendría problemas contigo, simplemente no eres nadie — la sangre de Liam hirvió como un extintor por todo su cuerpo, incapaz de detenerlo. Sin más preámbulos, asestó un fuerte golpe en la cara del manager. Este último parecía enojado después de escupir sangre con molestia.
—Idiota, no sabes con quién estás tratando — su advertencia quedó suspendida en el aire, mientras Liam le daba otro golpe en el otro lado de la cara. Este gancho de derecha lastimó más a Maximiliano que el anterior, pues terminó tirado en el piso y por fin apartándose de Emily.
Emily parecía estallar de la risa, al ver al manager tendido como una alfombra, lo que hizo que Liam se acercara a ella y le tomara suavemente la cara con la mano, mirando detenidamente los bellos ojos claros de su teclista.
—¿Qué le diste, imbécil? —cuestionó Liam con disgusto al notar las pupilas dilatadas de Emily.
—No seas tonto, solo tomó un cóctel — fingió Maximiliano al temer ser descubierto. Pero Liam afirmó con total confianza que la mirada de Emily no era solo por el alcohol y que su comportamiento abierto y burlesco no era el de la típica y callada señorita que solo saludaba, ensayaba con la banda y se reía en silencio de todo lo que decían sus compañeros.