La una con cuarenta y cinco minutos de la mañana, está lloviendo y se supone que debería estar dormida, pero no puedo, es eso, un motivo estúpido, mi primer día de universidad... en un país extranjero donde no conozco a nadie y tengo como tres compañeras de habitación con las que no pienso hacer vínculos; todo esto porque vivir en la capital del amor es más caro que una cena en el restaurante más importante de la Ciudad de México.
Solo a mi se me ocurre hacer este tipo de cosas sin pensármelo dos veces.
"Ve y vive una gran aventura Emma", dijo mi mamá, pues, ¿qué tipo de aventura es esta en donde no he descansado los últimos dos días?
No me quejo de mis compañeras, en mi cabeza vive el optimismo de: "pudo ser peor". Es decir, de las tres solo he conocido a una, y ni siquiera fue la gran cosa, solo un: "Bonjour, me llamo Alizee, y lo más probable es que no me veas seguido por aquí", y ahora y sin ninguna duda, aseguro que es cierto, mejor para mi, tengo fobia social y lo que menos necesito es un lugar lleno de gente.
Por mi ventana seguía escuchando los truenos y gotas de lluvia resonar por la zona, también una que otra pisada por un calzado que incluyese tacones y a una de mis compañeras, no era Alizee, entonces, ¿quién?, bah, da igual, si ella no se ha aparecido los primeros días lo más probable es que desaparezca casi igual que Alizee.
Cinco, diez, quince, veinte minutos y aún no podía dormir, ¿qué hora era?, las dos con treinta y cinco minutos, ¿es enserio ?, mi primera clase comienza a las ocho de la mañana en punto, genial, aparte de tener que compartir aula con personas que no me interesa conocer, ahora también iré con una apariencia peor que la de un muerto, eres grande Emma, nota mental: jamás volverle a hacer caso a tu mamá, va a terminar muy mal. Lo anotaré en algún momento.
Seguí dando vueltas en mi cama hasta que mi celular sonó, indicando que debía levantarme de la calidez de mi cama para ir a la universidad, ¡estoy súper emocionada!, y sí, eso fue sarcasmo.
Mi teléfono indicaba las cinco con quince minutos, por lo que, recé que mis compañeras no estuvieran o tuvieran el sueño muy pesado, porque si debo saber algo, es que las personas odian ser despertadas durante sus horas de sueño, eso ya es como una ley no registrada.
Abrí la regadera y esperé unos segundos antes de sentir el agua caliente, en si, me apliqué champú y lo revolví un poco antes de enjuagar mi cabello, luego lavé mi cara y por último me enjaboné el cuerpo. Siendo honesta esto de compartir un solo baño con tres personas más me causa bastante conflicto, pero no es como si tuviera de otra, debo adaptarme y sobrevivir o algo así.
Terminé y me puse mi vestimenta regular, mis amadas zapatillas blancas, con un pantalón de mezclilla azul oscuro, una playera naranja y un suéter negro, porque, si hay algo que jamás dejaré serán mis zapatillas y mis amados suéteres.
Continuando desayuné leche con cereal, y revisé mi horario una última vez, verifiqué que no me hiciera falta ningún útil y tomé mi mochila y un paraguas.
Afuera aún llovía y considerando el mes y la estación en ese momento tenía mucho sentido, era agosto, el verano ya iba a finalizar y otoño estaba cada vez más cerca, por eso las hojas de los árboles se tornaban anaranjadas, rojas y cafés.
Seguí caminando con calma, admirando los paisajes que la ciudad del amor traía en la madrugada, era impresionante, porque, por la mañana, tarde y noche, hay gente por montón, pero por la madrugada y el atardecer es como si fuera una ciudad fantasma, y es por eso que salí temprano, no me gusta convivir con las personas, no me gusta salir y no me gusta hacer amigos, fue así desde que entre a secundaria, no me interesaba ni gustaba socializar, así que jamás hice un gran esfuerzo por hacer "amigos", al final, es difícil encontrar verdaderos, al ser una chica callada lo notaba con más facilidad, es decir, en una situación cualquiera: tu amigo, al que conoces de años se mete con tu actual novia, te enojas por un momento y después finges que nada pasó, pero en el fondo tendrás ese rencor de por vida, y eso solo por nombrar un ejemplo, igual, así es la vida, llena de bajos y altos.
Justamente por eso terminé aquí, tenía dos opciones de universidades, La Universidad Panamericana o estudiar en La École Normale Supérieure, al final creo que mi decisión fue muy obvia, estudiar en Francia, y no para buscar el amor o bobadas así, sino porque realmente me interesa este país, la cultura y gastronomía siempre me han llamado la atención, así que dije: ¿por qué no?, la ventaja de todo esto es que me enseñaron francés en la escuela, por lo que el idioma no es problema, como sea debido a mi "increíble", sentido de la orientación, me he llegado a perder varias veces.
—¡Cuidado! -Alertó un chico desde su motocicleta.
—¡Ah! -Grité mientras corría hacia la banqueta.
El chico se detuvo y caminó hacia mi —¿Estás bien? -Preguntó mientras se quitaba el casco.
Asentí frenéticamente para responder —Sí, no te preocupes, me avisaste a tiempo, así que no estoy herida, descuida -Respondí sonriendo.
El chico era mucho más alto que yo, bueno, creo que la mayoría de personas en París lo serían, con mi 1.58 metros casi cualquiera me vencería en estatura.
—Me alegro, no me hubiera perdonado el saber que casi atropello a una chica en plena mañana -Comentó mientras se acercaba aún más a mi.
Por reflejo retrocedí y casi caigo, digo casi porque como cliché en una película o libro el chico el cual ahora podía apreciar mejor debido al reflejo de los faroles me atrapó.
Vaya que era guapo, tenía unos hermosos ojos grises, labios delgados, su cabello era rubio oscuro y tenía una fina nariz —¿Estás bien? Por poco y te lastimo en menos de cinco minutos, eso debe ameritar un récord, ¿no lo crees?