Alaia se encontraba como todos los días desayunando en el jardín, frente a la laptop. Así eran todas sus mañanas aparentemente normales desde hacía 3 años.
Hace 3 años en los que ella se había casado, por la fuerza con alguien mayor que ella por 20 años, es cierto que su vida ha sido agradable y tranquila, incluso sentía que poco a poco comenzaba a amar lentamente a su ahora esposo, Arthur. Había sido amigo de la familia desde que Alaia era muy pequeña, su padre y el habían sido muy grandes amigos en la escuela, inclusive luego del matrimonio el padre de Alaia había obtenido acciones de las empresas de Arthur, algo muy conveniente. Sin embargo Alaia sabía que todo, desde como se comportaba cariñosa y amable con Arthur y sus amigos en el fondo era un engaño para ella misma fingir que sentía ya algo por él.
-Buenos días mi pincesa- decía Arthur apareciendo por la puerta del jardín.
-Despertaste ya, ¡Hola que tal!- mencionó Alaia emocionada mientras se ponía de pie para abrazar a su esposo.
-Amanecí muy bien, ahora mejor porque tu estás a mi lado mi princesa.
Ambos tomaron asiento y desayunaron mientras conversaban. Pasó un rato hasta que Arthur dijo
-¿Recuerdas a mis hijos? ¿Daniel y Joe? Hablé con ellos y nos tienen una gran noticia, vendrán a pasar un tiempo acá con nosotros. - comentó - Al fin podrás conocerlos, Al fin podré presentarte ante ellos como mi esposa.
Daniel y Joe eran hijos de Arthur, ambos vivían en Europa hacía 8 años debido a sus estudios y trabajo aunque siempre conversaban con su padre, Alaia no los conocía, al menos no del todo. Alaia sabía que Daniel, el hijo menor tenía exactamente su misma edad, 23 años y que Joe era mayor 5 años, no sabía mucho de los que ahora serían sus hijastros, no sabía nada.
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Editado: 01.03.2020