— ¿Leucemia?— el suelo parece temblar debajo de Rosi.
— ¡Ay Rosi! Es cierto que no sabías nada— su amiga parece que se va a desmayar— Ya está curado, está bien.
— Explícame antes de que me de un patatús— Rosi tiembla.
— Se la diagnosticaron hace dos años, se puso en tratamiento y hace seis meses que le dieron el alta— habla deprisa porque Rosi está cada vez más blanca.
— ¿Y cómo te has enterado si él no te ha dicho nada?— parece que se va reponiendo del susto.
— Bueno...— mira al suelo avergonzada— desde que lo vi el primer día me gustó, su padre conoce a todo el mundo pero mi madre a todo el universo, en dos días supe hasta la edad en que empezó a andar— a Rosi se le escapa una sonrisa— No fué del tipo de leucemia más grave, tuvo mucha suerte, pero perdió muchas clases y por eso se apuntó a Auxilium.
— ¿Rosi, estás bien?— Justi aparece cómo una aparición junto a Cris— Te has puesto blanca cómo el papel.
— Vamos a buscar un sitio para que descanses— sugiere Cris al ver cómo los de la fila los miran cómo si quisieran colarse.
— Tranquilos, estoy bien, no me pasa nada.
— ¿Seguro?— pregunta Justi inquieto.
— Sí, sí— Rosi se encoge al ser el centro de atención.
— ¿Y tú cómo estás Justiniano?— Isabella ha decidido preguntarle directamente estando cómo está de preocupada por su salud.
— No me gusta que me llames así, Isy.
— Pues ya que estamos, a mí no me gusta que me ocultes que estés enfermo— a Justi se le desencaja la cara.
— Creo que me voy a sentar un rato— los turistas ya empiezan a hablar de ellos y Rosi se está poniendo roja cómo una amapola.
— Me parece una magnífica idea, vamos Justi— Cris tira de él, al parecer ya han limado sus asperezas y vuelven a estar igual que antes.
— Isabella, yo...— Justi no sabe cómo empezar.
— Creo que deberíamos dejarlos solos— Cris ve lo mal que lo está pasando el chico.
— No— niega con la cabeza— ella también se merece saberlo— toma aire— ¿Qué sabéis?
— Sabemos lo de la leucemia— Justi se queda cómo mirándola cómo un bobo— lo que quiero saber es lo que te pasó en el concierto.
— Los efectos de la quimioterapia, aunque haya pasado ya un tiempo, todavía me resiento y me dan mareos de vez en cuando, me han dado una medicación para controlarlos pero tienen que ajustarla, por eso está Cris aquí— su amigo asiente— mi padre quería que estuviera alguien a mi lado para controlar la medicación cuando le planteé lo del viaje, entonces conoció a Cris por lo del proyecto y le cayó muy bien, así que me dijo que él venía conmigo o el viaje, no tuve elección.
— ¿De verdad estás bien, no estas otra vez enfermo?— Isabella no está segura de que diga la verdad para no asustarla.
— Pasó todas las pruebas médicas la semana anterior a que su padre me ofreciera acompañarlo— dice en tono cortante Cris.
— ¿Por cierto, con qué te convenció para que vinieras? No me lo has dicho.
— Me dijo que si no conseguía la beca, él pagaría mis estudios y el máster aparte de dejarme una vivienda dándome una asignación para los gastos y si la conseguía me iba a recomendar a unos conocidos— está un poco avergonzado por haber aceptado aunque los mira desafiante, para él terminar sus estudios es su prioridad.
— Desde luego sabe convencer— dice Justi.
Al llegar al lugar dónde les esperan las motos de nieve, el instructor los separa por parejas y mientras oscurece lo suficiente para comenzar la caza de la aurora boreal practican cómo manejarlas, al principio a arrancarlas, dominar el volante y la velocidad y por último seguir la fila con la distancia de seguridad necesaria para evitar accidentes.
— El cielo está de momento despejado— Rosi espera sentada cubierta por una manta térmica detrás de Cris a que den la señal para partir.
— Ojalá siga así— Cris se frota las manos aunque lleve guantes, al tenerlos quietos en el manillar puede sentir la humedad, al caer la noche el frío ha aumentado considerablemente. Laura y David van en la moto de delante y Justi e Isabella tres lugares detrás.
— ¡Adelante!— el guía levanta la mano y empiezan a avanzar.
Rosi mira el nevado paisaje absorta en la belleza limpia y pura que emana. Su mente está muy lejos de sus ojos, piensa en Justi, en lo mal que lo ha tenido que pasar, la incertidumbre de si iba a salir de la enfermedad, los tratamientos, la soledad, se da cuenta de lo poco que se valora la vida y las cosas que nos rodean hasta que estamos a punto de perderlo. Mira a Cris, ¿Y si le pasara algo así? ¿O tuviera un accidente? Un escalofrío la recorre, estaría toda su vida lamentándose de haber desaprovechado ésta ocasión con él.
El guía para mirando hacia el norte, a lo lejos se ve el cielo iluminándose de color verde brillante, los chicos se miran emocionados, bajándose de las motos a la señal del conductor y caminan, casi corren hacia ellas.
Rosi tiende la mano a Cris y él la mira sin saber qué hacer, no quiere engañar a Ana aunque su corazón le grita de que se olvide de ella, la razón gana retirando la mano con suavidad para no ofender a Rosi. Ella lo comprende pero esta noche no va a ser la niña buena que todos creen, lo quiere, está con él bajo un cielo estrellado y va a dejarse llevar por sus sentimientos, sí, es una egoísta, no sabe si Cris le corresponderá, pero por lo menos va intentar robarle un beso. Ignora el gesto del chico tomando su mano con fuerza y aprieta para que no la suelte, él se sorprende y la mira, ve en sus hermosos ojos decisión, descubriendo que Rosi ya no es la chica indecisa y tímida de antes, eso lo excita más de lo que está y le preocupa a la vez, no puede quitarse de la cabeza a su novia, no románticamente sino cómo a alguien a quién no quiere dañar. Enseguida las luces le hacen olvidarse de todo, éstas bailan con la música del viento de fondo, al compás de una melodía invisible pero que se siente en el alma. Rosi le abraza por la cintura dejándose caer en él, él se tensa pero al instante se deja llevar con un suspiro abrazando a Rosi, el calor del cuerpo de ella despierta el deseo cada vez más acuciante de rendirse, estrecharla entre sus brazos y besarla hasta quedarse sin respiración, contiene sus ganas durante cerca de las dos horas que duran brillando, bailando y cambiando de color la aurora boreal, hasta que Rosi con el mismo deseo que él siente saca valor de su interior y acerca sus labios para besarlo, tímidamente los posa en Cris para tantear su reacción, él gime, pero no abre sus labios, tampoco la rechaza, cierra los ojos intentando contenerse, ser fiel a Ana, Rosi lo tienta más e introduce la punta de se lengua en la boca de Cris con movimientos lentos y seductores, él abre la boca instintivamente y sus labios se unen en un tierno beso que dura sólo unos segundos porque él la separa y da unos pasos hacia atrás alejándose de ella para volver a rehacerlos.
Editado: 07.12.2019