Rota

Trece

Luego llegó Nathaniel también golpeado y la preocupación lleno mi pecho, lo lleve aparte pues mi hija entro en pánico al verlo empezando a gritar y a maldecirlo.

Le pregunté si era cierto eso de que él había intentado abusar de mi hija pero él negó todo.

Me contó una versión muy distinta y yo como tonta, cegada por no se que, le creí. Trate de mediar con mi hija, de hacerle entender que había entendido todo mal y que el no había querido lastimarla aunque esta me observará incrédula y mi hija Bárbara como si no me reconociera.

Ahora que analizo bien mis acciones y todo lo que hice en aquel tiempo yo tampoco me reconozco en aquella mujer con mi mismo rostro.

Luego llegó mi esposo y el infierno se desató.

Esa noche sin estrellas de septiembre la tragedia nos tocó.




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