Me obligó a punta de amenazas hacia mis hijas para que le pasara las escrituras de varias propiedades a su nombre, también grandes cantidades de dinero a sus cuentas bancarias.
Celebro su triunfo revolcándose con dos mujeres en mi cama, mientras yo lloraba en una esquina de mi cuarto a causa de los golpes que recién me había propinado.
Después de haber sido una mujer muy segura de mi misma, él me convirtió en un guiñapo.
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Editado: 26.06.2019