Ava sacó sus manos del agua helada antes de que el entumecimiento comenzara a enfriar el resto de su cuerpo, la idea era refrigerar sus pensamientos, pero esto no sirvió de nada. No cuando podía sentir una mirada clavarse en su espalda. Marshall estaba lejos, dentro del vehículo todo terreno, pero jamás la perdía de vista.
El hombre simplemente era demasiado terco para dejarla por su cuenta.
La tigresa bufó. Como si no pudiera cuidar de sí misma... Pero el león entendía las piezas dentro de ellas que estaban conectadas de una forma diferente que el resto, por esa razón había estado presente en el interrogatorio, por eso había reclamado la ejecución del cazador humano. Marshall sabía que asesinar a alguien la acercaría un paso más del borde. Pero ella vivía al filo de la línea, siempre había sido así.
Ava podía manejarlo.
Suspirando, el aire frío llenaba sus pulmones con diminutas puntas de hielo que dolían con cada respiración, Ava escuchó el sonido del mensaje en su teléfono celular escondido en el bolsillo delantero de su jean negro, Patrick estaba en camino.
La frustración estaba comiendo su carne veinte minutos después, sus sentidos zumbaron cuando lo detectó. Marshall se había ido diez minutos antes, y aún tenía esa picazón en la piel, el avellana de sus ojos brillando cada vez que parpadeaba.
—Ava.
El alfa de Gold Pride se detuvo a una distancia prudente, Ava le echó una mirada por encima del hombro. La energía de este hombre era diferente de la de su lugarteniente, Patrick alteraba las cosas, pero no hacia que su sangre ardiera y su tigresa se levantara contra su piel. En cambio, estando frente al alfa, el animal se sentaba en un estado casi tranquilo. Era una falsa tranquilidad, pero significaba que estaba preparada para moverse en el momento que se lo pidiera.
La tigresa no deseaba desgarrarlo y juntar las piezas para volverlo a armar, este hombre era el líder que vio las piezas mal conectadas y le dijo que sería su mejor herramienta.
Patrick nunca había vuelto a mencionar su antiguo nombre, al momento en que le dio su identidad Queen se perdió para él, a sus ojos ella solo era Ava. Y estaba agradecida por eso.
—Marshall lo ejecutó —dijo, una diminuta corriente pinchó su espina cuando el nombre abandonó sus labios—. No dijo nada.
Ella tragó el gruñido frustrado mientras se ponía de pie. La profunda atención del hombre estaba sobre ella, y sin embargo, Patrick no hizo esa pregunta.
—Lo pondremos bajo tierra cuanto antes.
Fragmentos de hielo y poder en su voz. Nadie podría confundir a este hombre con algo que no fuera un alfa, irradiaba poder, pero era un poder dócil, salvo cuando había un problema o su gente estaba en peligro.
—Ellos están esperando la orden.
Ava capturó su aroma en la brisa, algo fuerte y húmedo y extrañamente verde, una pizca muy humana. Estaba vestido con una chaqueta negra sobre un suéter de lana marrón, pantalones de cargo grises y botas viejas.
Patrick hizo un ademán para el equipo de tres personas que esperaba a un costado de la cabaña, en completo silencio, entraron para trabajar en la limpieza. El olor de la sangre se quedaría por al menos una semana más y eso tendría muy molesto a Alexander cada vez que fuera a buscar suministros, pero el otro león lo entendería.
La única razón por la que el cocinero no se había unido también al interrogatorio para obtener su tajada, era el repentino pedido masivo de tarta de duraznos y crema de limón que diez leonas hicieron la noche anterior, a pesar de los gruñidos y el mal humor, Alexander tuvo que quedarse en la cocina para ayudar a su equipo, y también para preparar un lote de galletas de chocolate y maní para Gala.
—No quiero que se involucre en cosas de ese tipo —había dicho la enfermera cuando Ava le había ido a ayudar en la noche—. Su luz es demasiado pura y brillante.
Ava no entendía esa descripción, para ella Alexander solo era otro león más en la coalición. Pero podía entender la necesidad de cuidarlo, con una intensidad y devoción tan inmensa que era difícil creer que viniera de Gala.
Gala, la mujer que mantuvo a todos los solteros fuera de juego desde que puso un pie en el territorio, incluido Alexander.
—Ava, estás inestable —Patrick murmuró de forma suave, su voz paternal barriendo la intriga del cambio en la personalidad de Gala, mientras se acercaba para tomar su rostro con esas grandes manos ásperas.
Sus ojos verdes, con un anillo oscuro apareciendo una fracción de segundo en la parte externa, eran difíciles de leer, ¿tal vez estaría pensando que fue un error haberle concedido el permiso para el interrogatorio? Contuvo un gruñido, Patrick no podía creer que Ava era débil ahora, él había visto a Ava crecer en su propio pelaje desde que se unió a la coalición con sus hermanos, conocía sus grietas, sus instintos.
—¿Te arrepientes? —Ella soltó, su respiración apretada.
La brisa se enredó en la larga melena del león, los tonos de marrón claro fluyendo con el movimiento.
—No. —Honestidad sencilla—. Pero no puedes negar que esto te ha afectado.
Él tenía un punto, admitió.
Solo ahora Ava entendía que pasó de ser un agente pasivo a un agente de campo, no había quebrado ninguna regla de trabajo, fue una orden de su alfa y la coalición estaba involucrada como un objetivo indirecto de los criminales. Pero la huella de la sangre y muerte se sentía como una mordedura caliente, y esos instintos que habían rugido con euforia en su cabeza, todavía pedían más.
Más cazadores, más delincuentes, más sangre.
—Me molesta no haber podido obtener algo.
Tal vez debería haber usado un enfoque distinto, o probar un método diferente. Ava apretó los labios, el cazador habría tenido la misma resolución, demasiado duro, aferrado a su voto de secreto con su vida.
—Encontraremos algo. —Patrick deslizó suavemente su pulgar sobre el pómulo de Ava, una sonrisa pequeña en su rostro—. No te preocupes.
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Editado: 08.08.2022