Rumores Muertos

CAPÍTULO 3. NUEVAS PERSONAS, NUEVOS TERRITORIOS (PARTE III)

Los días habían pasado lento y muchas cosas habían sucedido en el castillo, ninguna relacionada con Victoria. Había comprobado la lealtad de mis guardias y quedé satisfecho al saber que fue más el miedo que les causé que las tentadoras cantidades de dinero que Brais de seguro les había ofrecido. Caminé por las grandes calles con las manos en los bolsillos. El mercado estaba repleto de gente que compraba y vendía de todo. Compré una manzana roja de gran brillo y le di una mordida. Seguí caminando hasta llegar al final, donde había una gran multitud rodeando a unos bailarines. Todos aplaudían y lanzaban monedas al desgastado sombrero del suelo. Fue entonces cuando la vi, sólo pasó y lanzó más monedas de las que debía. Llevaba un largo y simple vestido blanco. Caminaba con lentitud y precaución, observando todo con sus grandes ojos. Le di otra gran mordida a mi manzana y comencé a seguirla. Sus bolsas estaban llenas de verduras y especias, demasiadas cosas extrañas y exóticas para una simple cena. Caminó entre los demás puestos mientras esquivaba a la gente de su alrededor, traté de seguirla, pero la multitud me lo impedía, hasta que llegó un momento en que la perdí. Volví al castillo con la máxima velocidad que poseía, escuché que los guardias me informaban cosas, visitas o algo más, sin embargo, los ignoré diciendo que pospusieran todo mientras entraba a mi habitación.

–Estaba en el mercado –le dije a Izan–, la vi, la seguí, pero desapareció.

Edan y él se miraron.

–Harlet me dijo que Eros y sus hombres se fueron, no la encontraron y escucharon rumores de haberla visto en el Sureste.

–No, no, la acabo de ver, estaba comprando… Hongos negros y caracoles transparentes… –musité.

– ¿Qué diablos acabas de decir? – preguntó Edan confuso.

–Zanahorias azules y especias de piedras brillosas, eso traía en sus bolsas.

– ¿Y eso en que nos ayuda?

–Caldo –contestó Izan–. Prepara el caldo de la verdad.

–Sí –contesté –. Hace años en el sur, el rey detestaba tanto las mentiras que creo un caldo para que todo aquel que lo probara dijera sólo la verdad. Se dice que se enteró de muchas cosas que peligraban su reino y gracias a eso tuvo el poder que hoy los del Sur tienen –expliqué al ver el rostro de confusión de Edan.

–No entiendo tu punto.

–Sólo personas del Sur saben prepararlo –contestó Izan.

– ¿Toda esta historia para decirme que puede haber una posibilidad de que ella sea del Sur?

–Toda esta historia para llegar a la conclusión de que, si estamos en lo correcto, ella estará en el Sur –dijo Izan.

–Preparen sus cosas, nos iremos a media noche –dije.




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