NARRA VIOLET
Prince sonaba en mi iPod cómo llevaba haciéndolo todo el camino en autobus, calmando mis nervios y ayudándome a tomar el cambio de una manera mucho más relajada.
El teléfono vibró entre mis sudadas manos, sonreí al descubrir un mensaje de mi madre, preguntándome si había llegado ya por quinta vez en dos horas. Sonreí ante la pesadez de esa mujer y le respondí un simple ''Queda poco''.
Tomé mi tiempo para asomarme por la ventanilla, observando la bella e imponente ciudad de New Orleans. Nada que ver con el pequeño pueblo de dónde venía, la ciudad podría ser fácilmente cien veces más grande que Oakdale, mi lugar de nacimiento.
Había dejado todo cuanto conocía, mi familia, mi pasado, todo para adentrarme en una aventura en la que estaba prácticamente sola. Pero no me importaba; podría cumplir mi sueño.
Siempre he sido una persona muy cabezona, cuando me propongo algo, no paro hasta conseguirlo. Y después de ofrecerme viajar a la gran ciudad a estudiar la carrera que había soñado desde niña no me lo pensé.
No me asustaban los cambios, nunca lo habían hecho, aunque nunca tuve que enfrentar uno antes.
El autobus hizo un hizo un gracioso sonido, cómo el de los supermercados cuando anunciaban alguna oferta, indicándome que la siguiente parada estaba cerca, me quité los auriculares y escuché con atención.
—Siguiente parada: Universidad de New Orleans —anunció el conductor por el megáfono.
Me levanté y cogí mi maleta de la parte de arriba, preparándome para bajar.
Miré por la ventana y el exterior captó mi atención. La carretera se hizo notablemente más estrecha y dejé de ver edificios por un rato, para no lograr ver más que arbustos. Me alcé en mi asiento, tratando de ver algo por encima de estos, pero era imposible. El autobús paró poco a poco, hasta quedarse inmóvil en la carretera. Había llegado.
Cogí mis cosas y me dirigí a la salida del autobús.
Tan pronto como mis pies tocaron tierra mis nervios volvieron a aumentar. El autobús partió, dejándome sola en aquel lugar.
Observé a ambos lados de la carretera, intentando ver más allá de la gran puerta de hierro en forma de arco que se levantaba imponente justo encima de mi, junto con un gran letrero encima. ''Universidad de New Orleans''.
Suspiré y atravesé hacia lo que iba a ser mi nueva vida.
Un gran jardín fué lo primero que captó mi vista el cual tenía diferentes caminos; dos hacia ambos lados y uno hacia enfrente, dónde a unos cien metros, se encontraba el edificio principal, mi lugar de ensueño o tortura, todo dependía de mi.
Mas que un edificio, parecían cinco juntados en uno solo, todo de ladrillos rojos, dándole un toque señorial. Los alumnos salían y entraban del mismo, seguramente igual o más perdidos que yo.
Saqué el mapa que la universidad me había mandado de mi bolso y observé el recinto. Tenía forma circular, con lo cual el edificio principal se encontraba en el centro, dónde se juntaban todas las facultades, era tan grande que podía permitirse tener ahí todas las clases y, a los alrededores, los edificios residenciales además de la biblioteca y demás.
Busqué el edificio residencial Omega, el cual me había tocado y pensé; ¿Debería ir primero a mi facultad? ¿O ir directamente a mi habitación a dejar mis cosas?
Me pregunté la misma pregunta que me hacía a mi misma cada vez que tenía un problema, la cual era la más efectiva; ¿Que haría Beyoncé?
Opté por pasarme primero por mi habitación.
Observé en el mapa cómo a parte de los edificios residenciales, que básicamente se trataban de enormes edificios con pequeñas habitaciones compartidas, habían cuatro casas enormes, dónde supuse que vivían los alumnos millonarios que podían permitirse pagar algunas de esas mansiones.
Mis nervios aumentaron cuando recordé que tendría un compañero de habitación. En ese momento, lo único que hice fue suplicar que almenos, sea una chica. Ya me era dificil la idea de compartir habitación cómo para que encima sea con un chico.
Anduve con decisión hacia mi edificio, observando por el camino los preciosos jardines, llenos de áreas verdes dónde los alumnos se relajaban. Pude ver a algunos chicos reunidos por el camino, supongo que los veteranos y a otros más perdidos que yo, los nuevos.
Pude contemplar mi edificio en la lejanía, también de ladrillos, a juego con los demás edificios del campus, con la diferencia de que este tenía la letra Omega en la fachada, identificándolo, al parecer todos los edificios residenciales tenían su letra en la fachada.
Agarré con fuerza mi maleta y me acerqué dónde pasaría mis próximos años. Atravesé la puerta principal y contemplé el interior. No era nada del otro mundo, un pequeño recibidor y tres pasillos, uno a la derecha, otro a la izquierda y otro en frente. Papeletas promocionales y diferentes cuadros adornaban las paredes. A mi derecha, las escaleras y dos ascensores. Saqué la tarjeta con la cual se suponía que podía abrir la puerta de mi habitación y miré el número, segunda planta, habitación 082.
Editado: 30.12.2018