Saga El ángel

Capítulo 11: “El mensaje”

 

Castiel

 

Me encuentro oculto dentro de mis pensamientos más profundos cuando puedo escuchar la voz de Tamara resonar dentro de mi cabeza. No sé de dónde proviene, de dónde envía esos gritos de ayuda.

Así que simplemente me pongo de pie y comienzo a caminar hacia donde supuestamente Dios se encuentra siempre que nadie sabe de él.

Me siento mal por todo lo que estoy perdiendo, necesito saber lo que está sucediendo. No comprendo del todo el plan que se está llevando a cabo por Dios o no sé quién, solo sé que tengo que ayudar.

Nada de esto puede ser verdad, siento que estoy perdido dentro de un juego que yo no estoy manejando.

Quiero despertar y salir corriendo en la búsqueda de aquella vida que ya no tengo, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?

Cuando pensamos que somos felices, es ahí cuando todo se termina y nos despiertan para decirnos que ya es tiempo de abrir los ojos y vivir una vida que no es de la que acabamos de despertar.

Necesito ver a Tamara y saber que ella está bien, que nada malo le está ocurriendo, ya que todavía no es tiempo de morir. No podemos bajar los brazos, no importa la lucha que tengamos que dar, pero prefiero hacerlo… prefiero luchar y perder, a quedarme sin hacer nada y perder de todos modos.

Espero que ella pueda dar una batalla gigante, porque no sé qué pueda hacer sin ella. No quiero verla partir, no puedo imaginarla dando su último aliento de vida.

Tamara es una guerrera, tiene que seguir de pie, tiene que darlo todo. No puede bajar los brazos, tiene que alzarlos al cielo y pedir por nosotros.

Tengo que volver a escuchar sus palabras, necesito que me diga qué hacer.

No entiendo las razones por las cuales siempre ella termina saliendo herida, no creo que eso sea justo. Tamara no es mala, solo estaba dañada, pero ahora se está recuperando y sé que muy pronto va a estar en perfectas condiciones.

Dios cree que me estoy volviendo un poco loco al creer que el amor más épico de mi vida está mejorando, sin embargo, yo sigo sosteniendo que Tamara va a lograr salirse con la suya.

No deseo ver que las cosas que me detengo a pensar no se van a ser realidad, ya que me cuesta ver un buen panorama. Después de todo lo que pasó, tengo miedo de herir a más seres que no lo merecen. Esa nunca fue mi intensión.

Creo que nadie nace pensando que va a ser un ser maligno, eso se va adquiriendo a medida que uno vive experiencias devastadoras.

No hay mucho que hacer cuando ahora solo queda el silencio de un suspiro en el aire demacrado de putrefacción. Deseo olvidar el pasado una vez más, quiero creer en un nuevo amanecer.

¿Por qué es tan complicado creer que la vida puede sorprender?

No quiero sentirme tonto al ser ignorado, pero es lo que siento y eso no me gusta. Creo que puedo comprender lo que Tamara sentía en su momento.

Respirar hondo y pensar en una nueva oportunidad me da pudor, sé que eso no está bien, yo no soy un ser humano y no tendría que sentirme como ellos. Quiero volver a ser el ángel que era antes.

Estoy seguro de que la vida me hubiera dado un golpe menos duro, pero ahora solo queda vivir lo que hay en mis manos.

Un nuevo grito se escucha de parte de Tamara y Dios me observa, yo a él y decido hacer una pregunta simple, pero muy importante para ambos, ya que si la respuesta de él es negativa, significa que ya estoy alucinando por volver a ver al amor de mi vida.

Estoy harto de pensar que estoy loco, pero eso puede ser verdad.   

—¿Lo oyó? —Pregunto al ver a Dios sentado en una banca del parque junto al frente del hospital Santojanni.

Siempre supe que ese lugar tenía algo especial para la Luz y la Oscuridad. Ahí es donde pasa la magia, donde todo parece cambiar.

Casi siempre es por razones de muerte, pero otras, por buenas causas y esas son las que a Dios le gusta ver. Sin embargo, antes, a Tamara también le gustaban esas cosas y espero que eso siga de ese modo cuando la saquemos de dónde sea que está ahora.

—Claro que lo oí.

—¿Por qué sigue aquí?

Un minuto de silencio se hace presente, supongo que él tiene que pensar bien una respuesta y decírmela seguro de eso.

Dios no puede inventar algo que no es, solo evadir la realidad, pero eso tampoco sería de mucha ayuda.

En este momento, necesitamos la ayuda de cualquiera que pueda y quiera dárnosla.

—Porque conozco a mi hijo y también a mi hermana y créeme Lucifer no la va soportar por mucho más tiempo. Pronto recibirás una invitación al infierno, Castiel.

—¿Cómo se la llevó al infierno?

—Simple... la sedó, la dejó inconsciente y ella no sabe dónde se encuentra. Debe estar bajo algún hechizo.

No deseo pensar que aquel rostro angelical está siendo destruido por Lucifer, mucho menos, quiero creer que ese tipo realmente está con vida.

—¿Qué es lo que ella ve?

—No quieres saberlo, créeme solo debes esperar, espera con fe y verás que muy pronto estarán juntos... pero ten cuidado.

—¿Por qué? —Pregunto lleno de intriga en mi tono de voz.

Un pequeño silencio de suspenso se siente en el aire.

—Porque si no vas con una invitación primero deberás pasar por el vacío, el olimpo, inframundo, purgatorio y recién ahí al infierno... pero créeme será muy difícil y posiblemente nunca lo logres haciéndolo de ese modo. Mejor espera ser invitado, Castiel.

No tengo tiempo que perder, tampoco deseo esperar que una invitación llegué de la nada.

—Esperaré, pero si no sucede iré, iré por Tamara. Haré lo necesario y pasaré todas las pruebas.

—¿Sin importar las consecuencias de tus actos?

—Sí, sin importar. —Aseguro con seriedad.

—Rubby te ayudará, junto con el hijo de Lucifer, Luke. Ellos tienen una muy importante misión en este mundo.

—No sé dónde está Rubby...



#8006 en Fanfic
#2780 en Paranormal
#874 en Mística

En el texto hay: angeles y magia, dios, oscuridad y luz

Editado: 24.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.