Rubby
No quiero quedarme con cosas que decir, pero él simplemente se va cuando lo desea. No me gusta que empiece una conversación y luego se vaya como si nada hubiera sucedido.
Luke nunca abre su corazón, me sorprende que después de tanto tiempo lo haya hecho. Me da algo de miedo no haber conseguido lo que deseaba de él. Sin embargo, sé que mi padre me dio su palabra de ángel del Señor, no me va a defraudar.
Hay muchas cosas que tengo que pensar, debo dejar de creer en Luke, pero no puedo hacerlo. Hay algo dentro de mí que me obliga a pensar en él, no sé la razón, pero tengo que hacerlo.
Debería de estar pensando en cómo detener a Jenna y lograr que suelten a mi madre, pero Luke se adentra siempre en mis pensamientos más profundos y me impide lograr lo que deseo.
No puedo creer que tenga que creer en algo que ni siquiera yo sé si puedo creer, Jenna me quiere muerta, pero yo deseo vivir. Quiero estar bien, pero sé que algo malo va a suceder y me acabara antes de lo que yo pienso.
Respiro hondo aguantando el miedo, trato de seguir lo más que puedo, pero ya no sé cuánto más pueda soportar este juego. La vida es eso, es un juego y creo que muy pronto me saldrá el cartel que dice que perdí el juego.
¿Tengo miedo me morir? Por supuesto que tengo miedo de ya no estar entre los vivos, pero tengo una corazonada mágica que me brinda una pequeña ola de paz.
¿Por qué es que siento lo que siento ahora? ¿Algo va a cambiar?
Deseo abrir los ojos y darme cuenta de que todo continua estando en perfectas condiciones, que el mundo sigue igual, pero que yo soy la que lo ve diferente por saber más de lo que se oculta entre las sombras.
—Realmente no es lo que quiero... —Digo simplemente para lograr oírme.
Comienzo a caminar con lentitud para regresar junto a mi padre, que por alguna extraña razón, no se encuentra donde debía estar en ese preciso instante. Él debería estar donde estaba y ahora ya no está.
Mi padre se marchó sin decirme nada, ni siquiera pensó en mí antes de hacerlo. Tengo miedo de que la vida se ponga en jaque con él.
Castiel es un buen hombre, quizás no es un ángel del todo bueno, pero es importante para mí. Después de todo, él es mi padre. No quiero ni puedo perderlo. Tengo miedo de hacerlo.
Siento que él puede estar en problemas, así como también lo está mi madre.
Ya es demasiado que me quiten a los dos, eso no tiene sentido. Sin embargo, viniendo de Lucifer puedo creer lo que sea.
—¿Castiel? —Pregunto al ver que se encuentra en la casa, agarro con rapidez mi teléfono y le envío un mensaje a Luke contándole aquella situación en la que me encuentro en este preciso instante—. ¿Papá?
No entiendo la razón por la que Castiel no me dice nada, no está en la casa. Pero, entonces, ¿dónde está mi padre? No lo entiendo.
—Papá… Castiel, ¿me escuchás? —Pregunto con seriedad en mi tono de voz.
No hay respuesta a mis plegarias.
Castiel no se comunica.
Luke no tarda ni dos segundos en llegar a mi lado.
—¿Qué pasó? —Pregunta al llegar.
—No lo sé, no encuentro a Cass.
—No es posible.
—¿Qué? —Cuestiono sin entender lo que está pasando.
Necesito respuestas, ya que no logro comprender del todo lo que me está pasando. No me doy cuenta de nada, es muy confuso y me hace entrar en un pequeño dilema sobre la verdad y la mentira.
Los ángeles no saben mentir, pero sé de algunos que lo han logrado, uno de ellos fue un arcángel: Lucifer.
—Se lo llevaron.
El anuncio de Luke me deja sin palabras, no puedo ni siquiera entender lo que asimila tan rápido. Necesito ser como él, captar las cosas fácilmente, pero no puedo hacer nada igual de rápido que él.
Él ya debe saber quiénes fueron los culpables, mientras que yo sigo pensando sin poder tener una respuesta.
—¿Quiénes? —Debo confesar que no entiendo lo que él me está diciendo.
Las respuestas de Luke son demasiado salteadas y, por ese motivo, me confunden aún más.
Al menos él me da un par de respuestas a mis interrogantes. Hay otros que no hacen nada y me sueltan la mano esperando que yo sola pueda descifrar la vida misma de las respuestas.
Es muy raro todo lo que puede hacer una adolescente como yo, pero estoy segura de que estas cosas no están en la lista de ninguna que haya conocido en mi vida.
¿Quiénes se pudieron haber llevado a mi padre? Él solo es un pobre ángel del Señor que trata de mantener a su familia unida.
—Los príncipes del infierno —comenta Luke.
—¿De qué me estás hablando? —Pregunto llena de intriga en mi tono de voz.
—¿No lo recuerdas? —Alza ambas cejas.
—Ah, sí, lo lamento mucho.
—Claro, está bien...
—¿Cómo lo ayudaré? ¿Cómo lo encontraré?
—No lo sé, creí que todos estarían exterminados.
—Pero no es así.
—Lo sé, Rubby. Cuando me asesinaron, creí que asesinarían a los demás.
Mi ceño se frunce inmediatamente al oír sus palabras, no logro imaginar lo que sale de sus labios. Tengo miedo de lo que pueda decirme.
—¿Vos sos uno? —Me atrevo a preguntar.
—Algo así, no sé cómo explicarte. La cuestión es salvar a tu padre antes de lo peor.
—Y a Dios. —Agrego con una dulce sonrisa sobre mis labios.
—Dios está libre, Rubby. —Me responde Luke.
No comprendo cómo es que él puede saber tanto.
—¿A dónde se juntan los príncipes del infierno?
—Antes nos reuníamos justo en el núcleo de la tierra.
Asiento al oírlo, pero estoy un poco asustada.
—¿Cómo puedo ir ahí? —Cuestiono mirándolo fijamente a los ojos.
—Tú no puedes... solo los príncipes, Dios y Lucifer pueden ir.
Niego al oírlo. Él no está en lo correcto. No pienso dejar que eso suceda.
—¿Cómo está ahí mi padre entonces?