Siempre supe que mi mayor debilidad había sido el agua, desde pequeño había temido ser ahogado por esa cristalina sustancia, que hasta hace poco tiempo estaba rodeando mi cuerpo entero tratando de catapultarme en lo más profundo del océano, sino fuese por Sofía, no estaría con vida este preciso momento.
Me levanté de la arena donde había sido arrastrado por la fuerza de las olas y me sacudí la ropa. Me sentía adolorido como si hubiera recibido múltiples golpes en el cuerpo entero. Observé a mí alrededor, Sofía no se hallaba en ninguna parte, creo que en un momento determinado terminamos siendo separados por la fuerza del mar.
La parte interna de mi brazo izquierdo me ardía, bajé la vista y pude ver la extravagante insignia que había en él. En mi memoria había un vago recuerdo de un día cuando estuve en la biblioteca del instituto, había tomado un libro al azar del estante en el fondo del pasillo. Era un libro viejo y extraño lleno de símbolos. Lo había devuelto tras ojearlo unos minutos. No obstante, recordaba que la insignia en mi brazo aparecía en una de las páginas amarillas de aquel extraño libro.
¿Cuál era su significado? ¿Qué querrá decir?
Un fuerte sonido estalló en alguna parte de la isla. Aparté la vista del mar para explorar los altos árboles que se extendían tan imponentes y de alguna forma, con un cierto deje de malicia en su aspecto. Recorrí con la mirada el lugar tratando de hallar la fuente del sonido anterior, estaba a punto de darme por vencido cuando otro estruendo, esta vez más fuerte, se oyó muy cerca del lugar donde me encontraba parado.
Respiré hondo y corrí hacia el lugar donde se había escuchado el último estruendo, tal vez alguien estaba en problemas y necesitaba ayuda. Tal vez algunas criaturas estaban atacando a los demás. El recuerdo de Sofía cruzó por mi cabeza unos segundos y maldije, podría ser ella que estuviera en problemas. Esperaba que no fuera así.
Aprovechando mi habilidad de poder controlar el elemento del aire, tomé impulso hacia arriba y aterricé varios metros hacia adelante, cayendo en un profundo cráter. Observé sorprendido hacia mí alrededor, parecía que un enorme puño había golpeado el suelo donde estaba parado. Terrores de tierra se habían desprendido dejando algunas partes del terreno desnivelado, incluso algunos árboles se habían soltado junto con sus raíces.
¿Qué fue lo que pasó aquí?
A mi izquierda se oyó de pronto un silbido fuerte seguido de una corriente de aire que arrasó con varios árboles y levantó una polvareda. Corrí hacia el lugar sin detenerme a pensar qué podría causar esa expulsión de aire tan fuerte parecida a una ráfaga.
Me detuve junto a un árbol y vi el causante de los destrozos: frente a mí, un chico se hallaba parado con una enorme espada que sujetaba con amas manos, se veía terriblemente cansado, los cabellos blancos se le pegaban en la frente y la transpiración le recorría el rostro. Respiraba de forma agitada.
Frente al joven a una distancia considerada, una enorme bestia lo miraba con rabia en los ojos. Aquella enorme bestia gris pudo haber sido la causante de tamaño desastre que había visto anteriormente.
La bestia gruñó fuerte, su enorme boca despidiendo un fuerte sonido. El chico de cabellos blancos levantó su espada y a medida que su contrincante se acercaba levantando polvo y pedazos de tierra, la agitó en el aire una vez de derecha a izquierda, liberando una ráfaga de aire que viajó de forma rápida y certera hacia su atacante. La criatura fue lanzada hacia atrás recibiendo todo el impacto del viento arrojado.
Las rodillas del joven se doblaron tocando el suelo. Su cuerpo se veía tan agotado, pero su mirada se notaba llena de ira y determinación. Estaba decidido a acabar con aquella criatura aun sin que le quedara nada de fuerzas en el cuerpo.
La criatura se levantó enfurecida, erizando todo su pelaje. Sus ojos oscureciéndose de rabia. Su boca abierta derramando baba y sus enormes dientes afilados proclamando la carne de aquel cuerpo que aunque intentara levantarse, sus rodillas cedían nuevamente aterrizando en el suelo.
Debía hacer algo antes de que esa bestia saliera victoriosa, necesitaba matarla antes de que llegara al chico. Respiré hondo y mientras la criatura se acercaba, recordé todo los malos momentos que había vivido desde el día que descubrí mi extraña capacidad, el odio que había sentido al saber que era diferente, al creerme un monstruo me alejé de mi familia. Perdí todo, pero había encontrado a nuevos amigos, amigos que entendían lo que yo sentía, que comprendían lo que era ser diferente, que sabían que lo que era una maldición en un principio, se convirtió en una bendición que los unió como un equipo. No solo éramos el legado, éramos amigos.
Esos recuerdos hicieron que sintiera una fuerza interior florecer como nunca antes lo había hecho. Me sentía liberado, capaz de enfrentar cualquier obstáculo. Dentro de mi interior ya no había culpa o resentimiento.
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Editado: 20.11.2020