Adam y sus amigos se eclipsaron sin apresurarse pero tampoco sin perder tiempo. Todos entraron en el vehículo sin decir ni una palabra. Adam condujo hasta las afueras de la propiedad. Una vez distanciando se detuvo y llamó a Ethan.
—Adam, qué gusto oírte…
— ¡Nos vemos al punto de reunión ahora! —interrumpió Adam.
— ¡Qué!
—No tengo mucha batería —ordenó Adam—, no me llames de vuelta, espera mi llamado.
— ¿Qué sospechas, Adam? —preguntó Robert apenas Adam colgó.
—No estoy seguro chequea eso —pidió Adam tirándole el celular.
Robert lo recogió y lo conectó a su computadora. No le tomo mucho encontrar el programa.
— ¿Lo eliminó? —inquirió Ethan.
Adam negó silenciosamente. Las ideas giraban en su mente, todo debía ser cambiado: celulares, autos, puntos de reunión, escondites, hacer diversión, codificar y disimular, montar nuevas estrategias.
En ese momento el celular sonó y William contestó.
— ¿Sí?
—Will, ¿eres tú?
— ¿Padre? —preguntó William sorprendido.
—Will, no hay mucho tiempo. Hijo te recuerdas del lugar que te llevaba cuando eras niño, te encantaba ir allí.
—Sí.
—Estaba pensando ir de vacaciones. Puedes traer a tus amigos ellos son bienvenidos.
—¿Cuándo?
—En una semana. Cuídense chicos —pidió su padre antes de colgar.
William colgó a su vez, sin lograr todavía realizar lo sucedido. No se tomó la molestia de repetir lo dicho, todos habían escuchado.
— ¿En qué nos hemos metido? —Pregunto Robert—. Eso no me gusta nada. Ni ella, ni tú, tampoco tú, ¡y mucho menos ellos!
Adam entendía a Robert. Nada de Nina, nada de ser Templario, nada del cambio en William y tampoco la Orden, parecían ser un azar. En ese momento el celular de William volvió a sonar.
—Will, estoy yéndome de la casa con Nina… —repentinamente Ethan dejo de hablar.
—¡¿Qué es esto?! —gritó Ethan.
—¡¿Ethan?! ¡¿Ethan?! —llamó William preocupado.
**********
En una fracción de segundo Ethan dejó caer el celular y aceleró a toda velocidad hacia la masa de nieve justo frente a él. El motor del auto deportivo de Ethan rugió como una bestia preparándose para atacar antes de correr hacia su presa.
La arenosa pared se levantaba gigantesca como una fiera lista para tragarse todo a su paso.
Ethan se tensó al volante, nunca antes había visto eso, las manos crispadas, las mandíbulas contraídas apretó el acelerador hasta tocar la alfombra del auto preparándose para el impacto: cinco, cuatro, tres, dos, uno: todo paso muy rápido. Ethan vio la gigantesca pared de nieve convertirse en personas las cuales estaban por ser chocadas por su auto a casi 300 km/h, instintivamente Ethan giro el volante y apretó el freno mano. El auto giró una, dos, tres veces mientras la goma de las ruedas frotaba chillando el asfalto de la calle antes de pararse en seco echando humo.
Alterado, Ethan miró en el retrovisor para asegurase de no haber atropellado a nadie cu lo que vio casi le da un infarto: Las personas en el retrovisor eran unos ojos que reflejaban la nieve a sus alrededores, no había cuerpos solamente ojos espeluznante, tragando con dificultad, sin realizar lo que observaba giro la cabeza para verlo con sus propios ojos, y las personas seguían allí sin ser reflejadas en el retrovisor. Esas parecían intactas, inmóviles; fue en ese momento que Ethan entendió. Volvió a prender el auto y aceleró en la dirección contraria. Muy tarde. La pared de personas se volvió a desintegrar en nieve creando una nube descomunal impactando el suelo como una bomba ensordecedora sacudiendo el suelo hasta alcanzar el auto tambaleándolo enviándolo por los aires para caer nuevamente sobre las ruedas. El motor ahogado, Ethan intentó arrancarlo varias veces sin resultado, la nieve se estaba infiltrando. Sin remedio Ethan se dio vuelta para sacar a Nina y salir de allí pero la nieve fue más letal y en medio segundo inundó el auto reventando todos los vidrios, aplastando la carrocería con un ruido ensordecedor. Como pudo Ethan cerró los ojos y se tiró sobre Nina en el asiento trasero para taparle la nariz cuando sus manos tocaron únicamente los asientos de cuero… vacíos. Repentinamente la nieve se disipo como si nunca hubiese existido.
Del impacto Ethan gritó de frustración, salió del auto pateando la puerta que ya no cerraba, no quedaba nada, ni la nieve, ni Nina, solamente las marcas de los neumáticos en el suelo y los pedazos de vidrios repartidos alrededor del auto.
No había rastro alguno de Nina. Ella había desaparecido junto con la nieve.
Ethan se quedó en blanco agarrando su pelo con las manos, todo giraba alrededor de él mientras que su mente repasaba sin cesar lo que había ocurrido. Abatido Ethan se arrodilló al suelo derrotado, tendría que anunciar a Adam su fracaso. No sabía cómo decírselo. Cómo encararlo. Había confiado en él… confió en él. Adam debió haberse quedado con Nina. Él hubiera sabido qué hacer cuando Nina simplemente comenzó a entrar en pánico gritándole que se tenían que ir. Que la oscuridad la perseguía, que la iban a atrapar. La oscuridad… atrapar. Las dos palabras tenían más sentido ahora que antes. ¿Qué era? ¿Quiénes eran? ¿Por qué Nina? ¿Cómo? ¿A dónde? Adam… Ethan esperó un momento para calmarse pero más que frustrado agarró la carrocería del auto desquitándose. Exasperado sin lograr controlarse más tomó su celular.
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Editado: 13.10.2019