Salvaje

18

Bajo del coche de Salvaje llena de sentimientos encontrados. Aprieto convulsivamente la tarjeta en la palma de mi mano. Un escalofrío punzante se extiende debajo de mi corazón.

El papá volverá a su trabajo habitual. La mamá podrá dejar los turnos de noche en el hospital. Todo será como antes.

Esto es bueno, pero...

¿Por qué Salvaje quiere ayudarnos?

Una ansiedad se apodera de mí.

Entro al edificio, cierro la puerta y me apoyo en la barandilla de las escaleras. No tengo prisa por llegar a casa.

¿Cómo les cuento todo a mis padres?

Mi jefe se preocupó de todo. Resolvió el problema con el antiguo jefe de mi padre, y también encontró un nuevo trabajo para él.

Por supuesto, no me exigió nada. Simplemente me puso ante los hechos.

Sólo que ahora estoy en deuda con él.

Mi corazón se salta un latido cuando me doy cuenta de eso.

Es como si me hubiera regalado algo increíblemente caro. No, peor. Porque puedo rechazar un regalo no deseado, pero ¿cómo podré devolverle este favor?

–Katya, ¿qué te pasa? –me pregunta la mamá tan pronto como cruzo el umbral–. ¿Tienes problemas en el trabajo?

Ella siempre entiende lo que siento, lo ve todo en mi cara.

–No pasa nada, estoy bien –trato de sonreír–. Simplemente... estoy muy cansada hoy.

–Hija, necesitas descansar más –frunce el ceño y me mira detenidamente–. Sino algún día te vas a derrumbar.

–¿Dónde está el papá?

–Salió de compras –la mamá preocupada mira su reloj–. Aunque no necesitábamos nada en especial. ¿Pero acaso me escucha?

La tarjeta de visita me quema los dedos. La guardo en mi bolsillo. Todavía no sé cómo voy a explicarles todo.

Mi padre llega a casa unos minutos después de mí.

–¿Todo está bien? –pregunta la mamá saliendo al pasillo–. Estuviste fuera por mucho tiempo.

–Estuve hablando con un amigo–responde dejando en el suelo una bolsa grande. 

–Oleg, ¿para qué has comprado tantas cosas? –dice la mamá sacudiendo la cabeza–. Aún no se te permite cargar cosas pesadas.

–No era pesada la bolsa –niega él.

–¿Con quién estuviste hablando?

Mamá comienza a sacar los productos la bolsa. Yo la ayudo.

–Con Saltykov –responde el papá–. Me estaba esperando en la entrada de la tienda.

La mamá y yo nos intercambiamos miradas rápidamente, y luego las dos al mismo tiempo nos damos la vuelta hacia el papá. Él sonríe.

–Fue algo extraño –añade.

Saltykov era un colega del papá. La “mano derecha” de su ex jefe.

–¿Te estaba amenazando? –pregunta la mamá en voz baja.

–No, al contrario –se encoge de hombros–. Dijo que todo lo que había sucedido fue un malentendido. Que ya no tienen nada en contra de mí. Y que desde ahora puedo buscar tranquilamente un empleo de contador.

El papá se ve pensativo. Está claro que no confía en las palabras de Saltykov y presiente una trampa. No sabe por qué de repente todo ha cambiado tan drásticamente.

–Debo averiguar más sobre el asunto –continúa–. Y luego llamaré a una empresa a la que me han invitado hace mucho tiempo.

Recuerdo aquella empresa. Papá se puso en contacto con ellos inmediatamente después de su despido, pero ellos ya conocían sobre la persecución de su ex jefe. Como era de esperar, le negaron el trabajo.

–¿Qué te pasa, hija? –el papá nota como cambia la expresión de mi cara.

–Conozco una empresa que está buscando un contador –digo en voz baja.

–Está bien –asiente–. Pero, para empezar, quiero averiguar: ¿por qué mi ex jefe cambió de opinión? Dios sabe cuáles son sus planes ahora.

Es mejor que por ahora no le muestre la tarjeta. Quizás, el papá consiga un trabajo en la empresa que quería. Es un excelente profesional. No es necesario que alguien interceda por él. Lo más importante es que ya puede volver a su antiguo empleo.

Pero no todo resulta tan sencillo.

Unos días después, mi papá consigue el puesto de contador, pero sus palabras me dejan paralizada.

–Me llamó Víctor –dice–. Dijo que había un buen trabajo para mí. Una empresa está buscando urgentemente a un contador. Ni siquiera he tenido que hacer una entrevista, me han contratado de inmediato. Mañana ya empiezo a trabajar.

Dice el nombre de la empresa, y mi pulso se acelera al instante.

Es el mismo nombre que está escrito en la tarjeta que me dio Salvaje.

 

+++

 

Quizás esto sea una coincidencia.

Será que aquella empresa en realidad quería contratar a un contador. El amigo del papá se enteró de esto y decidió llamarles.




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