Sálvame de mí

Capitulo 1

Primer día de Clases en todas las escuelas de la ciudad. Los colectivos eran un enjambre de personas andando por las calles. Andrexa aún no conocía la ciudad, caminaba por las calles usando el GPS en su celular para encontrar la escuela a la que iba a concurrir a partir de ese momento.

La institución era un edificio antiguo, muy alto. Ella caminaba por los pasillos buscando el aula que le habían asignado. No demoro en encontrarla. Su vida escolar comenzaba en el salón 1B.

Aún se podía percibir el aroma de la pintura en las paredes blancas que daban más luz al aula.

Andrexa tomo un lugar vacío junto a la ventana y contemplo con un poco de nostalgia a los pequeños grupos de chicos que a risotadas y abrazos se reencontraban después de varios meses de vacaciones.

―Hola, ¿Este lugar esta ocupado? ―pregunto un joven interrumpiendo sus pensamientos.

―No, todo tuyo.

― Mi nombre es Tomás ―dijo mientras se sentaba a su lado―. Eres nueva, ¿verdad?

―No, ya tengo 18 años ―se burló ella―. Con gran pesar debo decir que si. Soy nueva en la ciudad. Me llamo Andrexa.

―Entiendo, no debe ser fácil, pero te aseguro que te vas a acostumbrar. Córdoba es una ciudad muy bonita, lo notaras cuando conozcas más.

― Eso espero ―contestó Andrexa mirando a la calle―. Dejar mi ciudad, mis amigos fue un golpe bajo, pero era necesario.

―Necesitas un amigo y un guía para este tiempo ―dio un salto alegre por la idea que había tenido.

Andrexa no pudo evitar sonreír. Este cambio brusco no era tan malo después de todo.

―Tú no estás bien.

―Tú tampoco por eso me ofrezco a ser tu primer amigo y tu guía en esta asombrosa ciudad.

Estaba a punto de contestar cuando entro la profesora. Esta era una señora de aproximadamente 50 años. Se notaba en sus ojos azules y rosadas mejillas la emoción por dar la clase. Enseñar era una pasión y no solo un trabajo.

El salón estaba inquieto. Todos hablaban sin notar la presencia de la profesora que esperaba frente al pizarrón a que todos guardaran silencio.

―Hola alumnos. Buenos días, mi nombre es Rita Gómez. Yo voy a ser la tutora de este curso y su profesora de inglés. Esta materia es una de las mas importantes de este año debido a que la especialización que eligieron que es Turismo, requiere mucho de aprender idiomas. Mi manera de evaluar no solo es a través de exámenes sino también voy a valorar los aportes en clase y los trabajos grupales.

Aunque medio curso solo le prestaba atención ella prosiguió.

―Voy a tomar lista.

La profesora fue nombrando uno a uno los nombres hasta que llego al de ella.

― ¿Andrexa McGregor?

―Presente ―respondió la joven levantando su mano para que esta pudiera verla.

―Tú eres la nueva estudiante. ¿De dónde eres?

―Soy de Buenos Aires. Me mude aquí hace unas semanas.

 

Andrexa es una joven alta, su pelo era de color castaño oscuro con hondas que le llegaban a la cintura, sus ojos eran de color avellana y su mirada es tierna y transparente.

Rita mostro el programa y los libros de actividades que iban a usar durante el año y comenzó a explicar los tiempos verbales.

Al cabo de un rato un timbre sonó en todo el edificio dando fin a la clase. Todos salieron y se dirigían a la cafetería.

Andrexa salía cabeza gacha sin saber exactamente qué hacer, todo esto le parecía nuevo y la aturdía. Caminaba inmersa en sus pensamientos cuando un impacto le hizo caer los libros que llevaba en la mano.

― ¿Acaso no ves por donde caminas? ―gruñó un chico alto que la miraba con unos ojos que pasaban de verdes a rojos de la furia.

―Perdón, no fue mi intención ―se disculpó avergonzada porque todo el mundo había puesto su atención en ella.

Tyler, era el típico chico malo, popular, deportista, atractivo que todas las chicas se volvían locas y todos los chicos se ponían a su altura para estar en su círculo de amigos.

Él solo la miro de arriba abajo y se abrió paso entre todas las personas con aires de ganador. Por detrás iban dos de sus amigos que más que amigos parecían escoltas o peor aún bufones de un rey sin gracia.

Cuando ella creyó que nada podía ser más humillante y se pone a recoger sus libros…

―Creo que vas a tener que empezar a manejarte mejor en esta ciudad si no quieres vivir examinando baldosas de cerca todo el día ―dijo Laura.




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