—POV'Adelaida—
Corrí al escuchar el agua correr y las paredes grises sin escapatoria. Agua, hay mucha agua.
Abrí la única puerta pude ver dos siluetas y la luz me cegó algo me halaba hondo quizás una corriente, trate de subir pero mientras mas nada mas me hundía, grite llena de esperanza tratando de permanecer con mi vida pero no pude luchar más.
— ¡Adela! ¡Adela!
Desperté sobresaltada, mi cuerpo temblando ¿Qué rayos había sido eso? Los chicos estaban aglomerados a mi alrededor voltee un poco fruncí el ceño, extrañada y levemente nerviosa por despertar en los brazos de safiro.
—¿Estas bien?
—Estoy bien, vuelvan a dormir.
— ¿Qué pasó?—Preguntó Blaz preocupado.
—Solo fue una pesadilla.
— ¿Segura?— Tocó mi frente, retire la mano de Matías.
—Sí, estoy bien.
—Déjenla en paz, está bien—Gruñó Dante desde su saco.
Safiro no se movió— Vamos amor, está bien.
—Lo sé...— fijo su vista en mí.
—Déjala, necesito hablar con ella.
Asintió algo inseguro. Safiro buscó su saco tirándolo junto al mío, solía estar lejos de los demás. Era extraña en su mayoría, egocéntrica, misteriosa y hermosa.
—No quiero estar cerca de él.
Parpadee sorprendida— ¿Qué?
—Todo es extraño, nada es como antes.
Asentí algo abrumada por su abrupta confesión— Después de esto dudo que nada ni nadie vuelva a ser como antes.
—Supongo que tienes razón—hubo una larga pausa— Gracias por ayudarme.
Sonreí apenas— No hay de qué.
El silencio se extendió entre ambas jugueteaba con sus dedos parecía nerviosa aquel gesto me inquietaba, demasiado.
Cogí su mano— ¿Qué?—me miró confundida.
—Deja de hacer eso.
Miró nuestras manos entrelazadas, me quede sin aliento retire mi mano suavemente, mi cuerpo se estremeció.
Mordió su labio nerviosa—¿Como se siente?
— ¿A qué te refieres?—Fruncí el ceño.
—A que te gusten las mujeres, amarlas. Debe ser diferente.
La mire, curiosa por su repentino interés aunque no era de extrañar muchas personas no entendían pero la última persona que pensé que sentaría a hablar conmigo, era Safiro.
No juzgues a un libro por su portada, me recordé.
Me aclaré la garganta incómoda. Tenía aquellos ojos zafiros intensos sobre mí— Pues no te voy a mentir, es muy diferente a la relación con los chicos por razones obvias—rodó los ojos como si la tomara por idiota— Está bien, voy al punto. Es amar, simplemente como si amaras un chico, sientes que tu mundo se detiene, mirarlas a los ojos es intenso, un abrazo, un día juntas—me detuve, dejando un largo silencio entre ambas—Es amar, no sé cómo explicártelo. Es tan igual y diferente a la vez.
—Creo que comprendo...—murmuro derrotada.
Me quedé boquiabierta— ¿Te gustan las mujeres? —Asintió lentamente, aquello me dejo petrificada ¿Ella?— ¿Desde cuándo lo sabes?
—Desde siempre.
No entendía— ¡¿Qué?!— masculle un poco malhumorada.
—Baja la voz, nadie puede enterarse.
— ¿Por qué?
—Hay muchas cosas, es demasiado complicado.
—Matías no lo merece.
—Lo sé...—cubrió su rostro con su largo cabello.
La abrace dejando que sollozara en silencio. Sabía lo duro que podría llegar a ser, el miedo de ser rechazada de ser visto como un bicho raro y más ella que era tan popular. Al rato, sentí mis ojos adormecerse.
— ¿Adela?
— ¿Mmm?
—Confió en ti.
Sonreí, bese su cabello aun acariciándola. Era extraño no solía ser cariñosa— Tranquila, tu secreto está a salvo pequeña—sus ojos azules brillaron cortándome la respiración—Duérmete mejor—Asintió.
La sentí acomodarse, cerré los ojos dejándome llevar por las neblinas del sueño.
—POV'Amara—
Me desperté al escuchar los gritos, Slayther y Dante discutían por algo. Por favor señor, que no sea otra de sus idioteces o te los mando.
— ¡¿Se puede saber porque carajos discuten?! ¡Otra vez!—Gritó Blaz, tenía el rostro rojo y las venas resaltaban en su cuello. Primera vez que perdía la calma.
— ¡Diles lo que hiciste! ¡Pedazo de idiota!—Gruñó golpeando la pared.
Me levante perezosa decidía averiguar que pasaba. Pise una bolsa de papas Ruffles, fruncí el ceño al notar todas las bolsas esparcidas en el suelo. Por Jesús.
Editado: 29.08.2018