Yuto daba gracias por poder regresar a casa después de un día bastante cansado, por un lado los exámenes de mitad de curso se acercaban, las actividades del concejo se hacían cada vez más duras y las noticias desagradables para su familia no paraban de llegar, “honestamente mañana no quiero despertar”, él nunca había visto las puertas de su casa tan hermosas como aquella noche, tan solo pensar que estaba a unos pasos de su cama pudo por fin terminar con sus preocupaciones por este día. Como de costumbre en su casa cualquier noticia estaba registrada en la agenda de la entrada principal por lo cual era tradición llenarla con la hora de llegada y así poder observar cualquier novedad, pero la que se encontraba escrita en aquella libreta le helo la sangre “Yumiko ira a una fiesta en la playa, quiere que te le unas si puedes”. De repente fue claro pese al cansancio que sentía en aquella hora, los rumores en la escuela no habían parado de circular sobre un evento muy importante aquella noche, y las risas morbosas de los perdedores en su escuela ya tenían una explicación lógica, “como de costumbre las desgracias no vienen solas”.
Por primera vez en su vida yuto entraba a la casa con los zapatos puestos sin importarle nada, su mente estaba en blanco, su cuerpo se movía por instinto los patrones recorridos durante toda su vida se convertían ahora en meras siluetas grisáceas que él veía alejarse, la sala, el viejo comedor de madera, el pasillo junto al estanque de los peses, la pesada puerta del estudio de su padre, el escritorio que saltó dejando caer todos los papeles al piso, la gran biblioteca y en medio de ella el viejo receptáculo de madera para dos katanas[1]y la legendaria katana de su familia, la puerta trasera del estudio, el jardín interior, la puerta secreta que conduce al bosque, el sendero hasta la calle, la entrada al pueblo las calles se perdían en segundos, Yuto no podía pensar solo correr, correr tan rápido como pudiera devorando metros, casas, kilómetros con tal de llegar a tiempo, con tal de poder ayudar a Yumiko, a su amiga, a su prima… a su hermana.
La playa llego haciéndolo trastabillar en la arena, el sudor en su espalda daba buena cuenta del desgaste que había tenido para llegar ahí, pero eso no importaba a lo lejos podía divisar una fogata y a varias personas en su alrededor. Rápidamente se aproximó desde el extremo opuesto a donde estaba Yumiko, pero la escena que tenía por delante era tan dantesca que se llegó a preguntar si él no se encontraba profundamente dormido en su casa y en cualquier momento despertaría de esta pesadilla.
En círculo yacían muertos cerca de veinte personas, a sus pies, de rodillas y llorando chicas que no superaban los dieciséis años, a un lado permanecía Juu de rodillas sosteniéndose el brazo derecho y finalmente justo en frente un muchacho, alto con pantalón negro y camisa blanca sosteniendo un bokken[2], a sus pies Yumiko… con la camisa rasgada y llorando. Eso fue demasiado para yuto que desenvainó su espada decidido a detener por cualquier medio a aquella persona que se había atrevido a ponerle un dedo encima a Yumiko… y si es el caso a matarla.
Para la oficial de policía Yuu este era un día de esos que no quería que se repitiese nunca, levantada desde muy temprano y con trabajo aún pendiente en verdad que era un día de perros. La segunda jarra de café se calentaba lentamente mientras ella tomaba un descanso y se levantaba del escritorio por primera vez en horas, las llamadas telefónicas, los favores cobrados y adeudados la habían conducido a un callejón sin salida, algo que ella odiaba, para una persona tan metódica como ella encontrase en una encrucijada como esta era realmente insoportable, las luces de la ciudad se hacían cada vez más tenues conforme avanzaba la noche, la estación de policía tenía una bella vista del centro de la ciudad, y a esta hora era en verdad bella, de repente cual fantasma deslizándose en la noche etérea una figura, un destello, frente a su ventana paso la figura inconfundible de Yuto pero lo que realmente alarmó a la oficial fue lo que llevaba en su mano derecha, salió corriendo de la estación para tratar de detenerlo pero ya se encontraba a varias cuadras de distancia, ella sabía perfectamente que no podría igualar su velocidad por lo cual fue corriendo hasta la patrulla y se dirigió a toda velocidad entre las calles de aquella ciudad fantasma. Mientras conducía la capitán de policía trataba de digerir los acontecimientos, primero Yuto su rostro totalmente descompensado indicaba un problema, no… más que eso un temor muy grande, la katana que llevaba en su mano derecha indicaba peligro, pero él sabía muy bien cómo defenderse y no lo estaban persiguiendo así que no era él quien corría peligro y conociéndolo desde niño, él solo se descompensaría tanto por Yumiko, lo cual la llevo a una sola conclusión tan fría como aterradora “hermano que rayos estás haciendo”.
[1]Se refiere a un tipo particular de sable de filo único, curvado, tradicionalmente utilizado por los samuráis. Su tamaño más frecuente ronda el metro de longitud y el kilo de peso
[2]espada de madera utilizada en la práctica del kendo o esgrima japonesa
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Editado: 13.05.2021