Samurai Mariachi

UN LUNES TEMPESTUOSO

La madrugada llego a Julián pensando en algo que no vivía hace  mucho tiempo “rutina” aquella madrugada de lunes lo recibió como de costumbre entrenando a mas no poder y para cuando Yuto despertara terminar la práctica juntos, luego el jugo de la señora Mian y partir antes de que salga el sol a visitar a la abuela al cementerio, en el camino se encontró con Yumiko quien se dirigía a sus prácticas matutinas, Julián lamentó profundamente el no poder acompañarla ya que conociendo el carácter de la abuela lo estaría esperando en la puerta junto con un buen regaño así que se despidió  lamentando el no poder verla más tiempo en su uniforme, en verdad que era contemplar un ángel de blanco y rojo. 

Al llegar al pórtico la abuela lo estaba esperando con una tasa de café y un regaño pese a faltar cinco minutos para las seis.

  • Y bien, ¿acaso no piensas comentarme que pasó ayer?
  • No… en realidad no tenía pensado eso abuela.
  • ¿A sí?, tan mal te fue.
  • Por el contrario, pero la verdad es que prefiero guardar los detalles.
  • O… mi mente retorcida ya se está imaginando los lugares que hiciste visitar a la inocente de Yumiko pobre de ella bu bu.
  • ¡eso no!, no fue lo que pasó, en realidad fue una salida demasiado inocente.
  • Por favor dos chicos de quince años solos, ¿acaso te gustan los chicos?
  • Puffff. Claro que no, simplemente que fue un día muy especial, la invité al parque de diversiones, almorzamos en un restaurante cerca a la costa, luego fuimos a un centro comercial y al final recogimos a mi bebé.
  • Mm, ya me llegaron los rumores de tu bebé, ¿tienes acaso licencia?,
  • tengo… en mi país, pero la verdad nunca rebasé los sesenta por hora.
  • Te da miedo la velocidad.
  • No es eso, solo no quería…
  • Mmm ya veo ¿Y qué hizo la señora Mian cuando te vio en una moto?
  • Se puso como loca, le ordenó al señor Irene que guardara a mi bebé bajo llave, quien sabe cuándo la volveré a ver.
  • No te preocupes el señor Irene cuidara bien de ella mientras tanto, al fin de cuentas  él tenía una cuando era joven.
  • Gracias.
  • Pero creo que tienes la mala costumbre de llegar tarde a todos lados, si no te apresuras llegarás tarde a la tienda del sr Mika.
  • ¡rayos! Tiene razón, lo siento abuela, hablaremos mañana, gracias por todo.

Mientras Julián se alejaba del cementerio una figura femenina descendía desde la colina y se adentraba en la casa de  la abuela

  • Te lo dije, es tan honesto que es muy fácil conseguir algo de información. 
  • Pero no cualquiera sabe cambiar su esencia, no solo eso logró esconder a la perfección la de Yumiko, no es un joven ordinario.
  • Sí, eso lo sabemos bien, y más aun con la información que recogiste ayer.
  • ¿Aún se opone a su vigilancia?
  • Sí, pese a que no hay nada que pueda hacer, fue decisión del concejo pero la verdad a parte de exagerar es una medida ineficaz y tú lo sabes bien.
  • De cualquier forma no permitiré que escape nuevamente.
  • Eso está por verse, de cualquier manera cuídate mucho.
  • ¿cree que es peligroso?
  • Pero claro, tiene los ojos de un dragón, la pregunta es si viene a devorarnos, a cuidarnos o solo está de paso.
  • Lo tendré presente.

Mientras se adentraba en el pueblo Julián pudo notar como el ambiente había cambiado drásticamente, era oscuro, pesado, todos se miraban sin siquiera saludar y peor aún el señor Mika aun no llegaba para abrir su tienda, todo esto él ya lo había vivido un déjà vu de otro momento, de  otra vida pero no lograba saber a ciencia cierta el porqué de este sentimiento opresor, para cuando llego el señor Mika la cola de personas era tan larga que los dos no se daban  abasto, todo fue una carrera tras otra desde que abrieron el local hasta el mediodía cuando el señor Mika le informó que  podía tomarse el resto del día libre ya que debía cerrar temprano por un asunto en el concejo.

Al salir del almacén la sensación que le producía aquel pueblo era la misma un hielo cortaba el aire, todos parecían consternados y al igual que aquella vez todos tratando de ocultar la verdad de los más pequeños “la muerte se acerca” fue lo que vino a la cabeza de Julián en aquellos momentos y una opresión en el pecho que jamás había sentido lo impulsó a correr por las atestadas calles con rumbo al colegio, debía saber que ella estaba bien.

Al llegar a la puerta se encontró con el director quien se dirigía a una reunión en el concejo, pero como era su costumbre le permitió el paso ya que deseaba saber en qué nueva aventura embarcaría a sus estudiantes y para ser franco en aquellos momentos era lo mejor para ellos.

Para Julián su corazón no dejó de latir hasta que por una ventana pudo ver a Yumiko mientras se preparaba para la hora del almuerzo, el simple  hecho de verla sonreír fue suficiente para que su agitado corazón se calmara, y ahora con su mente serena pudo por primera vez tratar de comprender lo que estaba pasando, pero al ver pasar  a Kazuo por uno de los pasillos con dirección al club le hizo cambiar de idea y ahora se dirigía a su encuentro.

  • Hola, como va su entrenamiento.
  • Dímelo tú mismo (le muestra su cabeza llena de chichones)
  • Sabes he estado pensando en una manera de mejorar el control sin ese tipo de problemas, ¿puedes decirle al club que nos veamos en la playa después  de clases?
  • ¿Una nueva practica? Claro que sí, no hay problema de cualquier manera pensábamos ir a la playa.
  • Ok, es un trato, por cierto diles que por favor lleven una navaja de bolsillo, es importante.
  • ¿navaja?




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